Manolo Alván, el actor travieso que había que silenciar en el estudio

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Muchos han sido los creadores cienfuegueros que han enaltecido al arte cinematográfico y televisivo de la Isla. Entre los más lúcidos, y al mismo tiempo ignorados por las nuevas generaciones, figura el actor Manolo Alván, que nace el 7 de abril de 1930. En verdad, en su niñez no tiene particulares inclinaciones por las artes escénicas y cuando llega a la mayoría de edad a lo único que atina es a recorrer varios poblados villaclareños y matanceros para sobrevivir con los laboreos de ocasión.

Esta es probablemente la razón por la cual el reverendo Martín Añorga afirme que es originario de Placetas, al igual que Rosendo Rosell. No obstante, a finales de la década de 1940, crea su propio grupo teatral y monta un repertorio vernáculo. El proyecto termina prontamente en 1951, una vez que emigra a la capital cubana y debuta como actor cómico en la radio a través de las emisoras Unión Radio y Cadena Roja, las más accesibles para los noveles.

En 1953 emerge en la CMQ TV, descollando en el espacio Gran Revista Hallicrafters Frigidaire, patrocinada por General Motors, en el cual se emiten textos dramáticos que se combinan con presentaciones musicales y danzarias. Habitualmente el reparto es liderado por Enrique Santiesteban y la cienfueguera Dalia Iñiguez; asimismo, el director de turno es Ernesto Casas, exclusivo de la Publicitaria Guastella. Por esa época, igual, asciende en el no menos vibrante proyecto humorístico de Cachucha y Ramón, que lideran Manela Bustamente y el también sureño Idalberto Delgado en El correo de la risa, que se transmite por Escuela de Televisión, Canal 2, donde cautiva con su coloquial y delgaducho Doctor Perifollo.

A mediados de la década de 1950 es uno de los artistas más sólidos de la CMQ y la televisión. En 1952 trabaja en el Canal 4, en el programa Fotocrimen RCH Víctor, figurando en las puestas de El Circo, adaptada por Caridad Bravo Adams y dirigida por Cuqui Ponce de León, y en otras obras, al estilo de Don Juan Tenorio, Mujer, Escuela Normal y Madre Alegría. En este medio estelariza el cortometraje El bandido Alzola, basado en un libreto de Dora Alonso, dirigido por Gaspar Arias para el programa El humo del recuerdo, que le merece el Premio de Actuación Avellaneda de 1954.

El proyecto G (Proyecto Gaspar) se mantiene velado por una temporada y graba completamente en exteriores, siguiendo la moda norteamericana. Esta producción del Departamento de Cine de la Estación CMQ-TV es la primera película creada en este medio y fue retitulada como La leyenda del bandido. En ella, Alván consuma su mejor labor dramática en la piel del protagonista, el salteador Arzola. En el telefilme comparte roles con su compatriota Ángel Espasande, Antonia Valdés y Miguel Ángel Herrera. Las labores como actor genérico en el medio televisivo son reconocidas igualmente por la ACRYT y CARTV durante esa etapa.

Crece profesionalmente en 1955, trabajando con intensidad en El Show del Mediodía (Canal 6), junto a Armando Soler (Cholito) y Natalia Herrera, dirigido por Amaury Pérez García. Su travesía por El Show…, donde encara al simpático, superdotado y enciclopédico Abelardito, también le merece el aprecio de los públicos; del mismo modo por su rol del tozudo Doctor Perifollo en los programas humorísticos El correo… y Música y alegría.

Fortifica su registro de personajes dramáticos desde 1958, cuando es elegido para interpretar a Juan Primito en la primera versión televisiva de Doña Bárbara, junto a Raquel Revuelta y Odalys Fuentes, en los roles de La Doña y Maricela, respectivamente, y Los bajos fondos (1959), de Tito Bordolla, con un reparto de lujo en el que intervienen Pedro Álvarez, Enrique Santiesteban, Reynaldo Miravalles y la juvenil Verónica Lynn. Asimismo, por esa fase se inserta en uno de los programas humorísticos más exitosos de la televisión: Casos y cosas de casa (1964), que le sitúa en la cresta de la popularidad. A finales de esta década también sobresale en el programa humorístico Manolo y Manolín, haciendo pareja artística con Manuel Álvarez.

Su carrera es amputada por la inseguridad que siente ante el misterio de la Revolución y los influjos de sus amigos. De hecho, se muda a España y finalmente se instala en la ciudad de Nueva York, tratando de restituir su carrera en espacios televisivos de corte humorístico. Sin embargo, no llega a superar sus desempeños radiales y teatrales. Muere decepcionado y olvidado por los públicos. El 22 de junio de 2017, durante una entrevista, el actor cubano Silvio Falcón manifiesta en un destello de nostalgia que Alván era un hombre divertido, que se comportaba como un niño travieso y había que hacerle callar en el estudio.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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