Mano a mano, con la naturaleza

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Desde hace dos décadas, más de 10 mil fincas cienfuegueras se han beneficiado con prácticas agroecológicas. Luego de probarlas en sus propias tierras, más de un centenar de facilitadores, han trasladado esos saberes a otros campesinos, sumando adeptos.

Por estos días más de 150 agricultores de 15 países, versados en los más novedosos y ancestrales métodos de sacarle provecho a la tierra, mano a mano con la naturaleza, recorren varias provincias cubanas.

Participan en el VI Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura y Cooperativismo, que del 19 y hasta el 25, transcurre en el país, auspiciado por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).

Desde Méjico, Puerto Rico, Nicaragua y Estados Unidos, llegaron a conocer las experiencias de campesinos de Cienfuegos, Cruces y Lajas.

En la finca de Paco…el señor del molino

 La finca de Francisco Alonso Enrique, fue uno de los puntos del recorrido.

En tierras de escasez de agua, con 16 varas de profundidad, el molino de Francisco da nombre y fama a una de las propiedades más pródigas del municipio cienfueguero de Cruces. Pero no es la única razón de su notoriedad.

“Tiempo atrás, cuenta el septuagenario, las cosechas no eran tan abundantes, y fueron las prácticas agroecológicas las que hicieron parir más su poca tierra”.

En reducidas 3,8 hectáreas, coexisten innumerables frutales, café y cultivos varios, yuca, plátano, malanga, y el boniato, cultivo en el que ha probado con creces las bondades de la agroecología.

“Yo sembraba el bejuco como quiera, y no daba nada, porque era viejo…Entonces me dieron unas clases, y aprendí que había que escoger de la cosecha, el boniato grande para el consumo humano, pero el chiquito, debía ser la semilla.

“Cuando nace, utilizamos ese bejuco para plantarlo… ¿qué si ha aumentado el rendimiento?..-¡cómo no! Antes tenía que sembrar cinco cordeles para cosechar algunos quintales, y ahora en un solo cordel, obtenemos muchos quintales….se ha multiplicado varias veces”.

Una poda que reduce el follaje, “para que no se vaya en vicio”, y hace crecer más el fruto, es otra de las técnicas que trasladó el movimiento de la agroecología a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Toribio Lima, a la cual pertenece la finca El molino.

Y es que Paco, como le llaman todos, ha mostrado con sus 72 años, tener una mente muy abierta para asimilar lo nuevo.

Madelín Álvarez Díaz, facilitadora del movimiento en Cruces, afirma que “tanto él como su familia, cultivaban de acuerdo con una tradición heredada de sus ancestros, sin embargo, son capaces de cambiar y probar cualquier técnica”.

“Además, tienen la conciencia de la necesidad de producir alimentos sanos para el pueblo y su familia, y de hacerlo, protegiendo el medio ambiente”.

Sus aves se alimentan de cuanto gusano hace brotar la tierra mientras se ara, al tiempo que con las heces del ganado vacuno, preparan el compost, que devolverá nutrientes a la tierra, en un ciclo natural perfecto.

Aseguran la esposa y la nuera de Paco, que casi nada hay que buscar fuera de la finca, ni viandas, ni frutas, ni plantas para remedios, y que se aseguran de conservar pulpas y extractos para todo el año. Tampoco necesitan procurarse más allá de sus límites los enseres para mantener impecables sus patios, esas escobas de millo que teje hábilmente el yerno del campesino.

Todo lo cual ha mostrado a visitantes de todo el continente, como la confirmación de que rinden las cosechas, con menos gastos y trabajo físico, si se emplean prácticas agroecológicas, que como el molino que extrae el agua a tanta profundidad, sacan más provecho de la poca tierra de Francisco.

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