Maltrato por cuenta propia…

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El infernal rostro de la señora detrás del mostrador, la hamburguesa a medio cocinar, los atrasados panes del (supuesto) sándwich de 12 pesos: variables todas de una misma ecuación. Sucedió cuando mis compañeras de trabajo y yo fuimos maltratadas en una cafetería no estatal.

No solo le bastó a la ″sonriente″ dependienta mandarnos a callar, por supuesto faltándonos el respeto, además nos botó a gritos del local. Asumo que no hayamos sido los primeros clientes en pasar por ese mal rato, ni creo seremos los últimos.

Ejemplos similares abundan en nuestras calles: no hay cambio para dar vuelto a determinados billetes; cuando se agotan los suministros ya no prestan más servicios; la espera desespera; los dependientes no te miran la cara, y si nos ponemos a citar todo lo demás…

“Lo he sufrido, como muchos, tanto en establecimientos estatales o no, pero es mejor con la cabeza caliente no ofuscarse; me retiro y simplemente no voy más”.

“En muchos lugares te tratan como animales, sin pensar en nuestros derechos y dejando a un lado que pagamos por un buen servicio”.

Esto lo afirman clientes de un negocio por cuenta propia. Aunque el criterio no pega para todos.

“Mi objetivo es hacer sentir bien a todos los que visiten mi negocio. Una de las normas imprescindibles que le inculco a mis trabajadores es la de ser agradables, que el cliente se sienta atendido, brindar calidad en el servicio, en general, y una buena atención”, expresa la propietaria de otro negocio.

El cuentapropismo parecía inicialmente encaminado a eliminar el sambenito del maltrato, propio de la gestión estatal; sin embargo, salvando algunas notables excepciones, todavía no consigue despojarse de pésimas e irritantes actitudes.

Al cliente le toca perder, lamentablemente. Como herencia del llamado período especial, no corremos con la suerte de un buen servicio. Debido a las malas prácticas recibidas en el sector estatal, es comprensible que los cuentapropistas carezcan de referentes positivos y las imiten de forma tácita e injustificada.

¿Quién tiene la culpa? ¿Hasta cuándo las respuestas ácidas y las malas caras? ¿Acaso el buen servicio no debería tenerse como ley? ¿Olvidaron aquello de que “el cliente siempre tiene la razón”? Todas son interrogantes del día a día. Las personas insatisfechas, generalmente, ″hacen la vista gorda″, suspiran, tragan y se van fugaces, con tal de no entrar en debates y polémicas. Si a algún valiente se le ocurriera reclamar, con sus razones, será tildado de ″protestón″ o ″inconforme″.

Por lógica, el servicio o la mercancía ofrecida (por los cuales se paga), no puede asumirse como un favor, un trámite despersonalizado.

Todo cliente tiene derechos inviolables, universales y consolidados por las rutinas comerciales. Se violentan, con o sin intención, por desconocimiento o arbitrariamente. Por eso, resulta necesario aplicar mecanismos de protección, pues consumidores somos todos y necesitamos respeto.

Variadas y no precisamente coincidentes son las opiniones con respecto a este tema. ¿Cuál sería la solución? Mayor orientación jurídica para los cuentapropistas y unirnos en esta batalla que no se ganará con la minoría. No conformes con la gestión estatal, ¡ahora también tenemos maltrato por cuenta propia!

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Taylin Jiménez Sevilla

Estudiante de Periodismo de la UCLV

3 Comentarios en “Maltrato por cuenta propia…

  • el 26 febrero, 2017 a las 2:12 pm
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    Taylin, esa realidad es reflejo de la mala educación que se va imponiendo como tendencia en nuestra sociedad, en cualquier lugar existe un alto nivel de agresividad y cualquier comentario que uno haga es respondido de forma agresiva por los empleados, ejemplos ”pululan”.

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  • el 26 febrero, 2017 a las 12:23 pm
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    Tayli; soy gastronomico; estudié, como es posible resolver este fenómeno, llamando con nombre y apellido, por ejemplo cualquiera que sea la cafeteria, decir su nombre para que nadie la visite, con eso provocas que o tienen buen servicio o nadie llega, pero parece que en Cuba esto es general, tanto privadas como estatal ahora quien tiene la responsabilidad de velar y exigir por esto, como siempre: los inspectores, pero todos saben k los tocan con san pedro y al diablo el control, si los usuarios son maltratados deben llamar a las autoridades, el consumidor no puede asumir la posición de callar y callar. Creo que estas cafeterias privadas esáan dirigidas por gastronomía, aunque siempre ha tenido mala reputación es tiempo que mejoren o que dejen los puesto para quienes deseen trabajar en bien del pueblo. Los periodistas son el factor más importante en la información, son muy valientes y contribuyen a poner la verdad que muchos ocultan, que señalen los lugares por sus nombres.

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