Magisterio: la mística de la entrega

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Julio Eduardo Ochoa Castro nació en Holguín y vive en Cienfuegos desde su juventud. Un acercamiento a la historia de vida de este maestro permite palpar las diferentes etapas que gestaron la obra social que es la educación cubana, muestra del ideario de Fidel Castro, intérprete del pensamiento martiano:

“Partí a la Sierra Maestra en 1961, el entonces Ministro de Educación, Armando Hart hizo un llamado y subimos unos 700 jóvenes con sexto grado o nivel secundario, fuimos a un centro vocacional formador de maestros en San Lorenzo, cerquita de Minas de Frío.

“Un día, el propio Hart llegó hasta el lugar en helicóptero y nos propuso que hiciéramos la carrera completa de maestros allí, dos más en Tope de Collantes y otros dos, en La Habana, en la Antón Makarenko; con esa idea surgió en 1962 la cadena Minas-Topes-Tarará”.

Julio Eduardo recuerda que precisamente en Topes de Collantes, durante 1962 llegaron a las lomas los brigadistas Conrado Benítez. El director era Marcos Pérez y en ese lugar fundaron aquella institución educacional de la cual formaron parte como estudiantes. La institución estaba en un sanatorio, el cual transformaron en aulas y albergues.

“Posteriormente, y transcurridos los dos años de instrucción inicial nos trasladaron a la escuela de formación pedagógica conocida como ‘Makarenko’ (en Tarará), nuestras profesoras eran reconocidas como las ‘makarenkas’ ( alrededor de 300) y la directora fue Elena Gil, miembro del Comité Central del Partido; todas se habían preparado allá en la capital, en un centro del reparto Siboney”-añade Julio Eduardo, quien agrega:

“Pertenecí a la primera graduación de maestros de formación completa (los cincos años), fue el 2 de diciembre de 1965 en el estadio Pedro Marrero; pertenecí a una escuela de un regimen estricto, era difícil, nos dieron un aula en propiedad a cada uno, y la mía estaba ubicada en San Miguel del Padrón”.

Los comienzos de este maestro tienen el valor de estructurar etapas imprescindibles en la formación del sistema educativo cubano:

“Tuve, en aquella escuela habanera, 40 alumnos de segundo grado; eran sesiones de trabajo a tiempo completo, estudiaba por la mañana y por la tarde impartía docencia, por la noche recibíamos clases hasta las once.

“Otro grupo funcionaba a la inversa. La evaluación académica era bien fuerte, cada error ortográfico costaba dos puntos  y en la prueba final de Español: cinco. Tuvimos muy sólida formación con avales políticos rígidos”.

¿Cuántas graduaciones hubo?

“Siete egresos de Makarenkos. Yo vine para Cienfuegos porque me casé aquí, tuve una suerte pues cuando empecé a buscar trabajo, el entonces director de Educación me reconoció, había sido profesor mío en ‘Topes’ y me escogió como jefe de cátedra de Marxismo para la entonces Escuela Formadora de Maestros.

“Allí llegué a ser subdirector y luego sustituí a Félix Colina como director cuando lo promovieron”.

¿Qué es lo que más ha marcado su formación?

“Ser makarenko, sin dudas, ese aprendizaje fue excelente”.

“Hoy tengo 51 años de trabajo, soy  licenciado en Filosofía e Historia, me gradué del nivel superior en 1980 en la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, posteriormente cursé un año en la Escuela Nacional de Marxismo, que me dio idoneidad”.

El 5 de enero de 1961 murió Conrado Benítez y exactamente en esa misma fecha, en 1962, subió a Topes  de Collantes, un grupo de educadores de toda la región central del país. La narración de Julio Eduardo resalta un importante eslabón en la línea de formación de los docentes reconocidos como “makarenkos”: la escuela Manuel Ascunse ubicada en el Escambray.

Este testimoniante aún forma parte del sistema de educación, labora en el Instituto Politécnico “Cinco de Septiembre”, con la misma pasión de los días en que se estrenó en un aula.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

Un Comentario en “Magisterio: la mística de la entrega

  • el 21 diciembre, 2017 a las 3:13 pm
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    A los Educadores cubanos:

    Todos recordamos con cariño, aún al paso del tiempo, a aquellos que nos enseñaron, que el aprendizaje no es privativo de la familia, que más que en ella, y cumplimentándola, mostrarnos el saber es obra de MAESTROS.

    Ser MAESTRO es cumplir la honrosa tarea del viejo roble: De sembrar semillas ve surgir a su alrededor, luego de amorosos cuidados, esplendoroso bosque. Pero cada árbol reconoce en él a su fiel protector, aquel que le enseñó desde pequeño, a ascender en forma constante hacia la luz del sol.

    Como no hay noche sin día no existe sociedad sin los MAESTROS. ¿Quién forma a los necesarios médicos que cuidan de nuestra salud? ¿Quién hace posible la existencia de ingenieros, economistas, obreros, artistas? Reconocerlos a ellos es deber primero de cada ciudadano.

    La Cuba nuestra, la que construimos con nuestros propios esfuerzos, la que hizo la Campaña de Alfabetización, la batalla por el 6to y el 9no grado, la de las transformaciones de la enseñanza, la de Fidel y de Raúl, les agradece su existencia y la forma en que labran, en sus aulas, el futuro de la patria.

    ¡Felicidades Educadores!

    Diciembre 22 de 2017
    “Año 59 de la Revolución”

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