Luces para la ciudad

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Vitrales diseñados por Jean Jules Gaspard Gsell iluminan la capilla del palacio parisino del Elíseo; su taller trabajó para 52 departamentos franceses y doce países.

Cuba, y específicamente Cienfuegos, estuvo entre ellos. “Los vitrales de esta Catedral se realizaron en la cuna del desarrollo de ese oficio, en Francia, y por uno de los maestros vidrieros reconocido por los críticos e historiadores entre los más importantes de su tiempo, representante del neogótico y neoclásico”.

Enrique Barrio ha investigado sobre el fabricante original, sus técnicas y materiales, para restaurar los vitrales cienfuegueros./ Foto: Renier Pérez Pérez
Enrique Barrio ha investigado sobre el fabricante original, sus técnicas y materiales, para restaurar los vitrales cienfuegueros./ Foto: Renier Pérez Pérez

Así lo refirió Enrique Barrio, uno de los restauradores a cargo del rescate de los vitrales de la Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción (1819-1869), quien siguió la pista del maestro suizo, aportando datos al casi inexistente registro sobre el autor de los coloridos paneles del templo sureño.

“Siguió la tradición familiar de la litografía, y a la edad de 16 años, luego de estudiar en la escuela de Bellas Artes de Ginebra, continuó en la de París para especializarse como pintor”, afirmó Barrio.

Y aunque fue prolífera su obra durante el siglo XIX, nuestros vitrales emplazados en 1871 —dos años después de la terminación del templo— parecen ser únicos en el país. Su alta calidad artística, con técnicas que han permanecido invariables desde el renacimiento, la inexistencia de firmas —algo propio del taller de Gsell— y el acabado de sus figuras humanas, cual si fuesen pintadas al óleo, autentifican, según Barrio, la rúbrica del francés.

DERROTEROS DE LA RESTAURACIÓN

Tutelado por el Obispado de Cienfuegos, en colaboración con la Oficina del Conservador (OCCC), el proyecto de la rehabilitación de las vidrieras de la Catedral de Cienfuegos data de 2004: “Un misionero de la diócesis, al conocer el plan director de la Catedral, lleva a Vidrieras Barrios, en Burgos, España, el capítulo de vidrieras, y nos pide hacer un anteproyecto”, recuenta el artista.

Irán Millán Cuétara, Conservador de la Ciudad, agradeció al obispo de Cienfuegos, Monseñor Domingo Oropesa Lorente, su empeño en el rescate de las vidrieras./ Foto: Renier Pérez Pérez
Irán Millán Cuétara, Conservador de la Ciudad, agradeció al Obispo de Cienfuegos, Monseñor Domingo Oropesa Lorente, su empeño en el rescate de las vidrieras. / Foto: Renier Pérez Pérez

Integrante más joven de la empresa familiar fundada en 1975 y que regenta actualmente junto a otros hermanos, Vicente y Salvador, revela que no fue hasta 2012 cuando ya terminada la techumbre y la cubierta de la nave principal, vuelve a ser contactado.

Monseñor Domingo Oropesa Lorente, Obispo de Cienfuegos, les invita a venir a Cuba con una valoración más actualizada y un proyecto.

Con una experticia de 40 años y el prestigio de haber rehabilitado las vidrieras de las catedrales de Burgos, Astorga y Menorca, entre otras encomiendas, el taller burgalés emprendería su primera experiencia allende los mares.

Ejecutaron la fase inicial en 2013: “El desmontaje de todos los vitrales, almacenamiento y protección de esos espacios vacíos con un marco de aluminio y un cristal de seguridad fuerte. También se restauran los vidrios del coro.

Foto: Renier Pérez Pérez
Foto: Renier Pérez Pérez

El 2014 transcurre casi sin progresos, igual que el 2015, pero “en 2016 ya terminamos y colocamos las vidrieras de San Pedro y San Pablo, y las dos imágenes del presbiterio, entre ellas la Inmaculada. Este 2017 acabamos de traer y emplazar otras cinco”, declaró el restaurador.

“Faltan otros cinco vitrales, pero estarán antes del Bicentenario. La restauración se encuentra bastante avanzada. Trabajamos al unísono en todas las piezas. Lo que nos queda por hacer son los paneles que las conforman, y restituir la parte de una figura que nos entregaron fragmentada en pequeños pedazos en una caja de cartón. Pero todos esos segmentos van a volver a su sitio original.

“Hay partes que precisan hacerse en mi taller de Burgos, porque allá dispongo de mesas iluminadas especiales, un horno muy grande, una gama de vidrios soplados de 120 colores, mis instrumentos, todo.

”Aquí tenemos un taller de campaña que el Obispado ha dotado de instrumentos y materiales, ideal para reparar daños pequeños, pero las labores más complejas transcurren en España, y algunas de menos intervención, se hicieron con la Escuela de Oficios para la Restauración Joseph Tantete Dubruillier, con la cual rescatamos cuatro vidrieras, incluida la del coro, insiste Emilio Barrio.

Los hermanos Barrio ofrecieron un taller práctico a especialistas de la Oficina del Conservador y alumnos de su Escuela de Oficios para la Restauración Joseph Tantete Dubruillier./ Foto: Renier Pérez Pérez
Los hermanos Barrio ofrecieron un taller práctico a especialistas de la Oficina del Conservador y alumnos de su Escuela de Oficios para la Restauración Joseph Tantete Dubruillier. / Foto: Renier Pérez Pérez

Pero en cada visita, Vidrieras Barrios va dejando su huella.

“Los alumnos han observado las operaciones de montaje y desmontaje, subieron a los andamios, han visto pintar las piezas, preparan el plomo; labores de aprendices, como ha sido toda la vida, pero no han trabajado directamente sobre las piezas históricas, porque es una operación riesgosa. En un mes que es lo máximo que estamos aquí, un chico no está capacitado para intervenir vidrieras de ese valor. Pero aprenden mucho y han sido capaces de elaborar sus propias piezas para que puedan hacer un día sus obras, montar su propio taller”.

LUCES PARA EL BICENTENARIO

Foto: Renier Pérez Pérez
Foto: Renier Pérez Pérez

Según el menor de los hermanos Barrio, “en una subasta, un vitral Gsell pudiera costar unos 80 mil euros, sin embargo su verdadero valor es el inmaterial: su historicidad, y esa luz que atraviesa el espacio y tiñe de color la bóveda, la ilumina; su contribución a la atmósfera íntima para los feligreses, y a la luz propia de Cienfuegos”.

Asevera Irán Millán Cuétara, Conservador de la Ciudad, que “cuando su oficina propuso a la comunidad cristiana recuperar la Catedral, modificada con el uso y los años, llevarla a su estado original de 1869, Monseñor hizo suya la idea, cual una misión. Y ha sido el dinamizador de una obra compleja y costosa en tiempos de limitaciones materiales también para la Iglesia, porque comprendió que los vitrales eran la joya de esta corona —la Catedral—, que se quería regalar a la ciudad en su Bicentenario, en 2019. “Los vitrales que han colocado, afirmó, le confieren al templo ese sello espiritual que necesita; la luz transformada en colores le añade armónicamente los tintes de la vida”, argumentó.

Foto: Renier Pérez Pérez
Foto: Renier Pérez Pérez

La OCCC agradeció “la sabiduría en la selección de restauradores de profesionalidad probada en el respeto a la obra de Jean Jules Gaspard Gsell y la belleza devuelta a sus vidrieras”; también reconoció su generosidad por “una clase magistral, didáctica y capacitación invaluable” que continuaron durante un taller práctico en la propia Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción.

Conocimiento que legan a la ciudad, próxima a sus 200 años, junto a los cinco restantes vitrales, cuyo definitivo emplazamiento, Vidrieras Barrios anunció para su próxima visita, presumiblemente, “a finales de este año o inicios del próximo”.

La Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción.
La Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción. / Fotos: Renier Pérez Pérez.

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