Los verdaderos animales fantásticos (+Fotos)

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En el año 2016 irrumpió en el cine mundial una película que vaticinaba ser exitosa en todos los sentidos de la palabra y así lo fue. Animales fantásticos y dónde encontrarlos lograba captar, con un argumento bien estructurado, la atención de los telespectadores no sólo por el elenco de actores, sino también por las enormes ganancias y el antecedente que traía consigo: ser la antecesora, en cuanto a historia, de la famosísima saga de Harry Potter, de J. K. Rowling.

Dos años más tarde, se ponía a consideración del público otra propuesta que para nada defraudó a la anterior. Los laureles de esta nueva entrega estuvieron dados en la magistral actuación de un ícono del séptimo arte, Johnny Depp; en el desarrollo de su trama y sus posibles desenlaces; las ganancias financieras y en la puerta que dejaba abierta para un nuevo filme, hecho que se materializó en el 2022.

Confieso que no soy muy fan del mundo creado por J. K. Rowling, pero sí algo me llamó la atención de esta trilogía fue el nombre de “animales fantásticos”. La primera lectura de este epíteto, lejos de centrarme en los filmes, me llevó a recordar un largometraje infantil que vi hace muchos años atrás, cuando aún era un niño: Valiant. Dirigida por Gary Chapman (2005), narra las peripecias de una paloma insertada en el Servicio Real de Palomas Mensajeras de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Medalla Dickin, entregada desde 1943 por la alcaldía de Londres a animales por sus servicios al hombre.

Pero lo más curioso de esta película, está en la información poco conocida que se ofrece en los minutos finales y es la existencia de la Medalla Dickin. Esta condecoración le fue entregada a varios animales que tuvieron una activa participación en la contienda bélica.

La equivalente de la Cruz Victoria de las Fuerzas Armadas de la Commonwealth fue idea de María Dickin, fundadora del Sanatorio Popular para Animales Enfermos, PDSA por sus siglas en inglés, en la ciudad de Londres, en 1943. La misma está forjada en bronce y tiene inscritas las leyendas “For Gallantry” (Por la valentía) y “We Also Serve” (También servimos) dentro de una corona de laurel y porta una cinta de rayas con los colores verde, marrón oscuro y azul pálido. La medalla es presentada y entregada por el alcalde de la urbe inglesa.

Entre 1943 y 1949, fueron galardonados con este reconocimiento un total de 53 animales, entre ellos 32 palomas mensajeras, 18 perros, dos caballos y un gato. Sin lugar a dudas, estos son los verdaderos animales fantásticos que merecen toda nuestra atención. Sin embargo, la década del 50 del pasado siglo trajo consigo que dicho premio cayera en desuso. No fue hasta el 2000 en que fuera nuevamente restaurada por la alcaldía de la capital inglesa y en ese propio año se le confirió una con carácter póstumo a un perro, de raza terranova, que había servido al ejército de Canadá en Hong Kong, en 1941.

Dos años más tarde le fue otorgada a una tríada de canes participantes en las labores de búsqueda y rescate tras los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Las últimas condecoraciones entregadas, hasta completar las 60 concedidas en total, correspondieron a un caballo que había servido durante la Primera Guerra Mundial y a tres perros que habían participado en los conflictos de Afganistán, Irak y Bosnia-Herzegovina detectando explosivos. Resulta imposible en estas líneas recrear el valor de estos singulares animales; no obstante, trataré de recrear las imposiciones más célebres de la historia de esta tipología de medallas.

Royal Blue, una de las 32 palomas mensajeras condecoradas con la Medalla Dickin.
Paddy, Warrior, Simón…

La más destacada entrega de la Medalla Dickin fue para la paloma mensajera Paddy, que constituyó la inspiración para la realización del largometraje infantil Valiant. Este soldado alado fue la primera ave que logró regresar a Inglaterra con una información clave sobre la evolución de la Segunda Guerra Mundial. Su misión consistió en evitar las garras de los halcones entrenados por los soldados nazis para interceptar las palomas mensajeras y cruzar el Canal de la Mancha para transportar un mensaje que advertía sobre el arribo de las tropas aliadas a las costas francesas de Normandía, en 1944. El recorrido realizado fue de 515.00 km en tan sólo 4 horas y 50 minutos, un récord sin precedentes en la historia. Además de la condecoración, Paddy fue reconocida como héroe de guerra. El hecho de que a Paddy le fuera concedida dicho galardón, significó el reconocimiento a todas las aves que de un modo u otro sirvieron a las potencias vencedoras de la beligerancia.

Warrior, el caballo que los alemanes no pudieron matar, fue otro de los homenajeados por la distinción del PDSA, aunque su quehacer aconteció en la Primera Guerra Mundial. En 1914, su propietario, el general británico Jack Seely, asumió la dirección del Cuerpo de Caballería Canadiense. Esta dupla participó en las batallas de Somme, Passchendaele y Moreuil Wood; confrontaciones emblemáticas de esta conflagración. Durante estos años, Warrior sobrevivió a numerosos ataques aéreos, agresiones con proyectiles, derrumbes, atascos en el barro tras las largas marchas e incendios. Lamentablemente dicha trayectoria no fue reconocida hasta el 2014, cuando póstumamente se le adjudicó la distinción 73 años después de su muerte. Dicha medalla no sólo fue producto de sus grandes hazañas, sino que sirvió para honrar a todos los demás animales que participaron en esta justa bélica y que sus nombres quedaron en el anonimato.

El gato Simón.

Otro de los célebres recompensados fue Simón, un felino que vivió entre 1947 y 1949, y que sirvió a la Marina Real Británica a bordo de la balandra de guerra HMS Amethyst. Fue precisamente en el año de su muerte, en que Simón se convirtió en un símbolo de heroicidad durante los acontecimientos del Yangtsé. Simón había sido llevado a bordo el año anterior por el marinero británico George Hickinbottom, quien había visto en el nuevo integrante del barco al remedio ideal para deshacerse de una infestación de roedores que consumía las provisiones y ponía en riesgo la salud de la tripulación. La naturaleza del felino se impuso y recibió el reconocimiento de los marineros.

Durante el ataque al barco en las márgenes del mencionado río, Simón fue impactado por la metralla enemiga que le dañó la espalda y las patas, y quedó sin esperanza alguna de sobrevivir. Mientras tanto, los marineros que quedaron con vida después del ataque permanecieron en el acorazado a merced del ejército que exigía a los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia que retiraran sus tropas del territorio chino y que los oficiales del buque Amethyst admitieran que el primer disparo había provenido de esta embarcación; suceso que la tripulación negó rotundamente. A pesar de las dilaciones en las conversaciones de paz, el barco se encontraba encallado próximo a tierra firme y con diversos orificios en el casco, por lo cual los roedores nuevamente se apoderaron de las bodegas destrozando todo a su paso. Contra todo pronóstico, Simón se recuperó y acabó con la plaga, hecho que levantó la moral combativa de los marinos ante la incertidumbre de cuál sería su futuro inmediato. Estos lograron realizar las reparaciones y retornar a Inglaterra en los días posteriores. Sin embargo, tras su llegada a Inglaterra Simón dejaba de existir a consecuencia de sus heridas.

Pese a los esfuerzos del PDSA por tratar de reconocer a muchos animales más, a otros solo les corresponderían crónicas históricas, como relatos insólitos, en diarios, revistas y libros que, lejos de aminorar la influencia que pudieron ejercer entre la soldadesca de un país inmerso en alguna contienda, son un digno homenaje al quehacer de estos pequeños seres que no supieron nunca quiénes eran los buenos y los malos, pero que hicieron más sobrecogedora la estancia en los campos de batalla y en los campamentos militares.

Uno de los no premiados por la Medalla Dickin, lo fue el cerdo Tirpitz, quien militó en ambos bandos durante la Primera Guerra Mundial. Su “trayectoria castrense” comenzó en 1914 tras ser capturado a la Armada Imperial Alemana durante una escaramuza naval realizada en la Batalla de las Malvinas. En aquella época, los cerdos se mantenían a bordo para así suministrar carne fresca, pero este cruel destino no sería para él. Tirpitz se convirtió en la mascota del crucero inglés HMS Glasgow. Su estancia en el buque duró apenas un año y luego fue transferido a Whale Island Gunnery School, Portsmouth por el resto de su vida. La tripulación siempre tuvo en muy alta estima a este singular animal y en cierta ocasión fue condecorado por los propios marineros con una falsa Medalla de la Cruz de Hierro alemana por haber permanecido en el acorazado alemán SMS Dresden y ser el último en abandonarlo tras la aludida Batalla de las Malvinas. Después de su muerte, su cabeza ya disecada sería donada por su dueño al Museo Imperial de la Guerra, en Londres donde todavía se conserva.

Otro no premiado lo fue el oso Wojtek. En junio de 1941 un batallón de soldados polacos encontró, durante una maniobra militar, a un niño con un osezno en sus manos. El animal fue adoptado por los militares y tratado como uno más de su tropa. Con el tiempo, el oso aprendió a bromear con sus compañeros, a imitarlos y a seguirlos en las largas caminatas. Para 1944, dicho batallón fue trasladado a suelo italiano para atacar a un fuerte nazi, pero se les prohibió embarcar a Wojtek. Los soldados, ante la negativa, aprovecharon un vacío legal y enlistaron a su amigo como oficial del ejército polaco. Durante el desembarco, el oso sirvió de medio de transporte para el traslado de los pertrechos de guerra, hecho que permitió el éxito de la operación. Tras la victoria de los polacos, ascendieron a Wojtek a cabo y crearon una insignia en su honor para que representara a este batallón; en la misma se podía visualizar un oso cargando un proyectil. Tras culminar la guerra, sus compañeros enviaron a Wojtek al zoológico de Winfield Park, donde recibió el grado de teniente y su jubilación correspondiente a un héroe de guerra. Además, era visitado diariamente hasta que falleció en 1963, a la edad de 22 años.

Estas curiosas historias nos muestran el amor incondicional que existe entre los hombres y animales. La historia del mundo está plagada de acontecimientos insólitos realizados por estos seres y, en este sentido, la aparición de la Medalla Dickin resulta ser un aliciente para saber que, ante cualquier adversidad, podemos contar con su desinteresado esfuerzo. En la actualidad, el quehacer de disímiles de organizaciones abogan por el respeto a los derechos de los animales y la salvaguarda de sus hábitats. Al mismo tiempo, contribuyen a fomentar una conciencia para defender a estos ante las múltiples formas de maltrato.

En nuestro país, en febrero se implementó la Ley No. 31 para regular los principios, deberes y fines de respeto al cuidado, la salud y la utilización de los animales y su bienestar. Tal vez con esta norma jurídica no podamos erradicar de la sociedad a aquellos abusadores, pero sí permitirá crear una conciencia para proteger la vida de estos animales que pueden ser, como los galardonados con la Medalla Dickin, verdaderos animales fantásticos. Hoy quizás no tengamos animales como Simón, Paddy o Wojtek en nuestra historia, pero sí tenemos a Dianko, Tito, Xila y otros caninos más que realizaron una intensa labor como rescatistas en los trágicos sucesos del Hotel Saratoga, en La Habana.

Los perros rescatistas del hotel Saratoga.

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Dariel Alba Bermúdez

Profesor e investigador de la Universidad de Cienfuegos ¨Carlos Rafael Rodríguez¨. Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC)

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