Los tornillos de Pepe no están sueltos

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El muchacho que llegó a Urgencias del Hospital Provincial Dr. Gustavo Aldereguía Lima (GAL) estaba en una placa cogiendo aguacates cuando cayó al suelo. Tenía 22 años y Pepe no recuerda su nombre, pero sí su invalidez.

A aquel jovencito le pondrían uno de esos tornillos que él hizo en jornadas extras en la Empresa Oleohidráulica Cienfuegos (OH), para ayudar a fijar las vértebras de la columna.

Fue el propio director de la entidad quien guió al médico hasta el mecánico de taller, José García Díaz, a quien todos conocen como Pepe. Dejó en sus manos al profesional de la Salud y también la cirugía de varios pacientes.

“A partir de un tornillo, una tuerca de muestra y el acero quirúrgico requerido para estos casos y traídos por el médico, realicé varias operaciones de torneado, fresado, y posteriormente la rosca en el torno. Todo eso con un precio de producción muy bajo, comparado con los cerca de 200 USD que podía llegar a costar cada tornillo en el extranjero”.

De estos detalles conoce Pepe, quien no aparenta sus 29 años. En realidad parecen más, avalados también por esa vasta experiencia en materia de tornos, fresadoras y otro grupo de máquinas herramientas, por su extrema seriedad y deseo de echar para adelante todo el tiempo.

Así se veían los tornillos en rayos X.
Así se veían los tornillos en rayos X.

“La verdad es que son complicados de hacer, aunque en un día de trabajo yo lograba hacer un par. Son cónicos, con una rosca un poco grande para un tornillo tan finito, y ahí estaba el lío. Había entonces que preparar una cuchilla especial, y otras cosas, pero al final salían”.

Unos 60 tornillos hizo Pepe, con los cuales ahorró al país cerca de 10 mil 600 USD por concepto de sustitución de importaciones, si se tiene en cuenta que, como mínimo, cada operación necesitaba de cuatros tornillos con sus respetivas tuercas, además de dos láminas con agujeros.

Aunque muchos pacientes evolucionaron bien, un tiempo más tarde ya no fueron necesarias sus labores, pues el Hospital comenzó a usar en las cirugías de columna nuevos tornillos de importación, pertenecientes a una técnica mucho más avanzada.

“Los que tenemos ahora son de platino y tienen otra forma”, explica Jorge Alberto Jerez Labrada, especialista de segundo grado en Ortopedia y Traumatología y jefe de esos servicios en el GAL.

“Son comprados también en el extranjero y los adquirimos con las tuercas y unas varillas de platino mucho más avanzadas, contrastadas con aquella otra técnica que usaba láminas ahuecadas”.

El material usado ahora no interfiere en las resonancias magnéticas, a diferencia del acero quirúrgico primero, y existen variantes poliaxiales que dan mayor movilidad en el proceso de fijación de las vértebras.

Estimados estos, más avanzados, en unos 500 dólares cada uno, el valor de una cirugía de columna puede ser mayor a los 20 mil dólares, mucho más si se trata de una correctora de escoliosis que puede sobrepasar los seis tornillos, y son realizadas solo en Cienfuegos y La Habana.

Cada uno de esos detalles Pepe los sabe. Desde hace tiempo guarda un tornillo de este tipo que años atrás un amigo, conocedor de su interés por ayudar, le regaló. Ya lo examinó y asume el reto de hacerlos, y seguir ahorrando divisas al país.

Así se ven los tornillos fijados en los huesos. / Fotos: cortesía del entrevistado
Así se ven los tornillos fijados en los huesos. / Fotos: cortesía del entrevistado

“Aquí se puede lograr, y sería mucho más rentable, a mi entender, aunque tendrían que poner la materia prima. Ya he pensado que puede concebirse en el torno y me gustaría hacerle la rosca en una máquina automática. Solo quiero que alguien se me acerque y me lo proponga, con gusto lo haría”.

Y como él, otros muchachos de OH, también han contribuido con su creatividad e innovaciones a solucionar problemas del Hospital Provincial, como fue el caso de las mejoras realizadas a un conjunto de camas, con el propósito de lograr una mayor resistencia y soporte para los pacientes obesos durante la cirugía bariátrica.

A Pepe, en definitiva, le gusta ayudar. Todavía no puede olvidar el agradecimiento de aquellos familiares que conoció. Por eso quiere seguir contribuyendo y que alguna vez, un paciente bromee como aquel muchacho operado y recuperado tras el accidente: “me siento entero, ya hasta me puedo volver a trepar en las matas a coger aguacates”.

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Glenda Boza Ibarra

Periodista. Graduada en 2011 en la Universidad de Camagüey.

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