Los oficios del taller

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En la calle de La Mar, entre San Luis y Santa Isabel, existe un viejo almacén. El tiempo y el desuso lo convirtieron en un espacio estéril, vacío. El gran esplendor de la actual avenida 46, a pocos años de la fundación de la colonia Fernandina de Jagua, fue maravilloso. Muelles sucesivos y almacenes para el resguardo de mercancías propiciaron que el litoral fuese un hervidero de comercio marítimo. Este siglo apenas recibió huellas de aquella herencia, algunos fragmentos nítidos, otros difusos, pero que son testigos de las historias antiguas.

Según recoge la investigación Calle La Mar. Una vida frente al mar, de los autores Mery Berta Pérez Lorenzo y David Martínez Ramos, de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos (OCCC), en este sitio, “entre las calles de Bouyón y San Luis, y San Luis y Santa Isabel, se ubicaron dos muelles: Avilés y Leblanc, que fueron otorgados a estos señores por el Gobierno General de la Isla por espacio de 90 años; sus almacenes se extendían hasta la calle Dorticós”.

El viejo cobertizo, desde hace aproximadamente dos años, viene cambiando el rostro y readecuándose para nuevas funciones: los talleres de la Escuela de Oficios Joseph Tantete Dubruiller.

Las ideas conceptuales corrieron a cargo de la arquitecta del Departamento de Plan Maestro de la OCCC, Patricia Castro Vega: “la puerta original está desplazada algunos metros hacia el interior,si lo comparamos con la línea de fachada actual de toda la avenida 46. Lo que hicimos fue traer esa portada hacia delante y crear una línea uniforme con la misma estructura de los almacenes que caracterizan esta arteria. Tiene una cubierta a dos aguas, pero no sólida sino una compuesta por pérgolas para permitir una mayor iluminación y un entramado que proteja la entrada.

“Redujimos el frente para un mayor control hacia el interior del inmueble, utilizamos materiales asequibles y económicos, como el acero en la cubierta, y el hormigón. Hay un espacio de espera o recepción para los visitantes, más bien es un patio interior que será decorado por los mismos alumnos; todo estuvo pensado para que los estudiantes trabajaran en su ejecución”, concluyó Castro Vega.

Esta ampliación de la Escuela de Oficios de la OCCC permitirá aumentar la matrícula anual y proporcionar una formación superior a cada uno de los educandos. La mejora de las condiciones catapulta el aprendizaje y a la par se rescata un inmueble que prácticamente se encontraba en estado de derrumbe para devolverle una rutina social, como siempre la tuvo.

María Elena Almeida San Juan, directora de la escuela, especifica que la premisa de la Joseph Tantete siempre ha sido “aprender haciendo, por eso hoy casi estamos concluyendo esta nueva sede, aunque desde el primer momento condicionamos el local y sus polígonos para comenzar las actividades prácticas de los estudiantes. Aún nos falta la fachada, los sanitarios y la garita para un custodio. Ya se encuentran allí los talleres de carpintería, albañilería, soldadura, herrería y el de cerámica artística”.

El viejo almacén es ahora centro donde bullen ideas vinculadas al arte. Un mural en el interior muestra a Don Quijote con su eterna lanza, encima: los molinos. No hay mejor alusión para los retos que esta escena literaria de Cervantes.

*Escrito por Claudia Martínez Bueno y Melissa Cordero Novo.

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