Los justos salvan identidad y honor

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Cuando pasa el tiempo, algunos comenzamos a rememorar lo transcurrido y realizado, por “nuestros modestos esfuerzos”, en silencio, de manera callada y modesta; otros, los justos, validan las virtudes y éxitos de aquellos que sin importar el momento, hacen de su vida la búsqueda del Santo Grial para beneficio de la sociedad y el de sus semejantes.

Lo anterior es expresado muchas veces a través de unas palmadas en la espalda, una llamada por teléfono, —a cualquier hora—, un correo electrónico, o simplemente una visita al homenajeado en su centro de trabajo y hasta en su propia casa, pero todos tendrán un elemento en común: siempre serán los justos, aquellos que sin importar credos y juicios diferentes, reconocen el mérito de un ser humano especial.

Y este es el caso de aquel hombre, nacido en 1950 en el Mariel, pequeño pueblo de la antigua provincia de Pinar del Río — y hoy perteneciente a Artemisa—, que por aquel entonces lo vio crecer en el seno de una humilde y sacrificada familia junto a sus cuatro hermanos, hijos del matrimonio formado por Obdulio Millán y Amparo Cuétara, quienes criaron cuatro hombres y una mujer que con el tiempo —en sus diferentes campos del saber— llegaron a convertirse en personas realizadas y exitosas en el mundo laboral.

Su más relevante heredero, Irán Millán Cuétara, mi padre —nombre ya incorporado a la memoria colectiva cienfueguera—, nos extrapola en el tiempo, teniendo como azimut su propia historia construida a golpe de sacrificios y buenas amistades, como la visionaria Inés Suau Bonet, quien fuera directora de Patrimonio Cultural y supo descubrir desde el primer momento, la presencia de un ser humano especial, acogiéndolo de inmediato en el naciente equipo de Patrimonio, para junto a Teresita Chepe Rodríguez y Florentino Morales, compartir sueños, desvelos y éxitos, bajo la sombra de un inmenso tanque de agua.

Luego, en la centenaria casona ubicada frente el parque José Martí, otrora Centro Catalán-Balear, durante los primeros años del siglo XX y devenida ciudadela restaurada por los anteriormente citados, les permitió ubicar allí, el Centro Provincial de Patrimonio Cultural, lugar que sentó pautas y cátedra en el bregar diario por mantener nuestra identidad local.

Éxitos como la declaratoria en 1995 de Monumento Nacional a nuestro Centro Histórico Urbano, hizo pensar en grande al joven arquitecto Irán Millàn —conocedor como pocos de los valores citadinos—, luego de una esclarecedora visita al país del norte, donde muchos reconocían, a través de imágenes, los valores de esta afrancesada urbe. Se iniciaba así un ambicioso reto: mostrar y legar al mundo una nueva ciudad.

Sus sueños fueron cuidadosamente estudiados y realizados con pocos recursos, hasta altas horas de la noche, en mi casa, después de una intensa jornada laboral. Contaron tales desvelos con el apoyo familiar y el asesoramiento de amigos personales, como la hoy Dra. Arq. Isabel Rigol, para junto al pequeño equipo provincial conformar un expediente, en aras de declarar el Centro Histórico Urbano de Cienfuegos como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Sus esfuerzos recibieron una grata recompensa. Desde la lejana ciudad de Durban, en Sudáfrica, el 15 de Julio del año 2005 mediante una ansiada llamada llegada sobre las 4:00 p.m. de la tarde desde los salones del Comité del Patrimonio Mundial reunido allí; este comunicaba que decidía a nuestro favor y éramos la única ciudad del siglo XIX americano, en recibir el exclusivo y preciado galardón. Cienfuegos obtenía la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Lo anteriormente expuesto constituyen solo dos de los más relevantes méritos del hoy director de la Oficina del Conservador de la ciudad de Cienfuegos, celoso guardián desde hace más de 40 años de la memoria citadina e histórica de esta bella urbe con presencia gala, como gusta decir, la misma que supo hace 11 años declararlo Hijo Ilustre.

Otro preciado galardón, este de carácter nacional, le acaba de ser conferido por un capacitadísimo grupo de expertos que conformó el jurado, liderados por el Dr. Eusebio Leal Spengler. El pasado 28 de diciembre, Irán Millán Cuétara recibió el Premio Nacional de Patrimonio Cultural por la obra de toda la vida.

Todos sus compañeros de tantos años, la familia y cienfuegueros rellollos, nos alegramos, congratulamos y regocijamos con la buena nueva, que es casi nuestra, cuando vemos lo logrado con sacrificio y el apoyo de muchos, identificados con su noble y a veces ingrata tarea de preservar lo nacional desde lo local con escasos recursos. Es este, el justo y merecido reconocimiento a quien ha entregado tanto, sin pedir nada a cambio.

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3 Comentarios en “Los justos salvan identidad y honor

  • el 13 enero, 2018 a las 1:03 pm
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    Gracias Leyani. Que honor me hacen tus palabras. Me leo el 5 regularmente.
    Un abrazo,
    P

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  • el 12 enero, 2018 a las 11:52 pm
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    Que hermosa pieza-testimonio, Adrian! La suscribo de inicio a fin. Tu padre, mi amigo (y mi expaciente), es un ser humano excepcional. Como tu mamá y tus abuelos que también tienen un pedacito de premio. Qué familia!!! Qué privilegio tenerlos como amigos y como compatriotas. Qué orgullo para los Cienfuegueros y qué reto, porque él es también un cienfueguero de cabeza a pies. Irán es un ejemplo de sacrificio, de humildad, de paciencia, de optimismo, de entrega, de valor, de lucha.
    Irán, mi amigo, mi hermano querido!! Enhorabuena!!! Te queremos!!
    Mi madre y los Ordunez!!
    Abrazo enorme,
    P

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    • el 13 enero, 2018 a las 12:33 pm
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      Muchas gracias por llegar al sitio y comentar, Adrián apreciará sus palabras y responderá en cuanto las lea. Usted también es ejemplo de voluntad y entrega, y los cienfuegueros le agrecedemos por ello. Apreciamos su deferencia para con 5 de septiembre, por leer y comentar aquí.

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