Los eslabones perdidos en el encadenamiento

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Las ventas a las cadenas de tiendas, el turismo y la exportación, fuentes directas que tienen los productores para captar divisas y adquirir insumos y tecnología, siguen siendo en muchos lugares una asignatura pendiente

Un par de cuadras más allá, en el organopónico Las flores, de la ciudad de Pinar del Río, Jesús González asegura que «muchos de esos productos los podríamos garantizar en nuestros canteros».
«Basta que nos los pidan y lleguemos a un acuerdo», dice.

Sin embargo, mientras los trabajadores bajo su mando se empeñan en mantener una oferta estable de hortalizas frescas, a dos cuadras, la tienda en moneda libremente convertible (mlc) Sucursal, de la corporación Cimex, vende espinacas, habichuelas y zanahorias importadas.

No son los únicos productos que pudieran parecer un anacronismo en los estantes de los comercios cubanos, a 15 años de que el General de Ejército Raúl Castro Ruz señalara la necesidad de impulsar la producción nacional, y obtener en el país una infinidad de renglones que, durante décadas, se han estado adquiriendo en otros sitios del mundo.

«Para tener más, hay que partir de producir más y con sentido de racionalidad y eficiencia, de forma que podamos reducir importaciones, en primer lugar de alimentos que se dan aquí», alertaba Raúl en aquel memorable discurso el 26 de julio de 2007, en la Plaza de la Revolución de Camagüey.

La sustitución de importaciones se convirtió, a partir de entonces, en objetivo crucial del que se harían eco empresarios, directivos y medios de comunicación.

Junto a él, también tomarían fuerza conceptos indispensables para lograrlo, como los encadenamientos productivos a partir de la combinación de esfuerzos entre distintos actores que no pocas veces habían marchado por rumbos diferentes.

ESPERANDO UN SWING

En abril de 2008, por ejemplo, Granma publicaba la historia de Claudio Roba, un artesano pinareño que aseguraba ser capaz de fabricar en su carpintería todos los bates que demandaba la Serie Nacional de Béisbol.

Con dos marcas patentadas y el aval de jugadores como Alfredo Despaigne, Osmani Urrutia, Ariel Pestano, William
Saavedra o Yoandri Urgellés, Roba insistía en que no había por qué seguir gastando cada año miles de dólares en el exterior, en la compra de esos implementos.

Aparte de una calidad reconocida por los atletas del equipo Cuba, los bates salidos de sus manos tenían otra importante virtud: producirlos costaba por aquel entonces 50 pesos en moneda nacional, mientras que los importados para la Serie estaban en el orden de los cien euros.

Catorce años después, Roba recuerda que en 2008 llegó a fabricar 920 bates para el torneo. «Luego los contratos fueron disminuyendo, hasta que no me pidieron más y todo se acabó».

«Es triste que se emplee ese dinero, que tanta falta le hace al país para otras cosas, en comprar algo que podemos hacer en Cuba», lamenta el afamado fabricante de bates y, aunque no duda de la importancia de sustituir importaciones, considera que en la práctica es algo a lo que en muchos lugares no le hacen swing.

Se pregunta: ¿Resulta más atractivo salir a comprar al extranjero que acercarse a los productores nacionales?

SI LA MONTAÑA NO VA A MAHOMA…

Los bates de la Serie Nacional de Béisbol, son apenas un ejemplo de una realidad que sigue golpeando a la economía cubana.

No es preciso hurgar demasiado para comprobarlo. En las tiendas en mlc, a la vista de todos, sobran los surtidos que han atravesado mares para llegar a los estantes, y que muy bien pudieron obtenerse en suelo cubano.

En la tienda El Fuego, en el centro de la ciudad de Pinar del Río, hay encurtidos traídos de México y de España, de vegetales que se dan en cualquier rincón de Cuba, como las zanahorias, los pimientos y los pepinillos.

Cerca de allí, en el mercado Minimax, hay conservas de maíz, de verduras y de tomates pelados enteros. Además, hay frijoles negros de factura mexicana, un grano del que Vueltabajo es alto productor.

Roberto Trujillo, jefe del departamento de Comercialización de la Delegación Provincial de la Agricultura, reconoce que las ventas a las cadenas de tiendas, el turismo y la exportación –una de las fuentes más directas que tienen los productores en la actualidad para captar divisas que les permitan adquirir insumos y tecnología–, siguen siendo en muchos lugares una asignatura pendiente.

Aunque existen renglones consolidados desde hace tiempo como el carbón vegetal, la miel o el tabaco, el funcionario admite que quedan incontables reservas por explotar.

Tal es el caso de cultivos como el pimiento, del que llegaron a exportarse unas mil toneladas anuales desde los campos pinareños, y que desapareció del mercado.

A pesar de la escasez de insumos en la agricultura, como consecuencia de la compleja situación económica derivada de la pandemia y el bloqueo, Trujillo afirma que se siguen obteniendo producciones con calidad para exportar.

Entre los principales obstáculos que han limitado que se lleve a cabo, según el especialista, está la falta de información. «Hay mucho desconocimiento, incluso entre los productores más avanzados», dice.
Pero el problema no solo está en la capacitación sobre nuevas políticas y procedimientos. El ingeniero Onay Martínez, líder de Tierra Brava, una finca del municipio pinareño de Los Palacios, que aporta anualmente más de 200 toneladas de frutas, señala que también la falta de un mínimo de recursos, como los envases acordes a los estándares internacionales, ha obstaculizado la expansión de los productos cubanos.

Para el destacado agricultor, esto pudiera cambiar mediante el encadenamiento entre los campesinos que aportan las materias primas, con otros actores económicos que disponen del financiamiento, como las cadenas de tiendas o el turismo.

Sin embargo, considera que «el sector empresarial está más enfocado en sí mismo, que en hacer producciones cooperadas. Creo que es una de las debilidades que tenemos en la actualidad, que no se está mirando hacia adentro».

Ello contrasta con el empeño que ha puesto la máxima dirección del país en eliminar todo tipo de trabas al desarrollo de nuestra economía, asegura Onay.

«Todas las políticas necesarias están escritas. Ahora el problema está en la mentalidad de las personas, que tiene que cambiar para dar el paso que falta», añade.

Además de frutas frescas o congeladas, en la minindustria enclavada en su finca se obtiene una gama variada de condimentos de excelente factura, que se comercializan en puntos de venta y bodegas de Los Palacios y Pinar del Río, y también pudieran abrirse un espacio en el mercado en divisa.

No se trata de «desvestir un santo para vestir otro», como reza un conocido refrán, y colocar estos renglones exclusivamente en mlc, en el cual serían inaccesibles para la mayoría de la población; sino de ocupar también con producciones nacionales el lugar que durante años se le ha concedido a un sinnúmero de surtidos importados, para que la divisa con que se adquieren se quede en casa.

Aun cuando nadie niega la importancia de revitalizar la producción nacional y reducir la dependencia de los mercados foráneos, el punto está en la manera de concretarlo entre actores que se han dedicado más a «pasar la pelota de cancha» y aguardar que «la montaña venga a Mahoma», que a cumplir el llamado de la máxima dirección del Partido a pensar como país y buscar soluciones en el terreno, aprovechando todas las facilidades otorgadas al sector empresarial.

En este sentido, la exhortación del General de Ejército Raúl Castro Ruz a superar la mentalidad importadora y «trabajar con sentido crítico y creador, sin anquilosamiento ni esquematismos», mantiene plena vigencia.

Y como entonces, siguen siendo demasiado frecuentes los ejemplos de productos importados que uno se encuentra a diario y que debieran llevar en su etiqueta la frase «hecho en Cuba».

EN CONTEXTO

Desde el año 2011 hasta la fecha, se han realizado en el sistema empresarial transformaciones organizativas, económicas, de gestión, financieras, fiscales y en los ingresos de los trabajadores, dirigidas a facilitar el encadenamiento productivo con la empresa estatal socialista.

  • Aprobación de la política para la flexibilización de los objetos sociales.
  • Disminución de los niveles que intervienen en la aprobación del plan empresarial.
  • Eliminación de las limitaciones en las relaciones de las empresas con las formas de gestión no estatales.
  • Facultades de importación para determinadas nomenclaturas de productos que tributen a producciones para la exportación.
  • Comercialización de los excedentes de producciones, sobrecumplimientos del encargo estatal o inejecuciones de lo contratado, a personas jurídicas y trabajadores por cuenta propia.
  • Desarrollo de una institución financiera que asegure el capital de trabajo y facilite esquemas de encadenamientos productivos.
  • Fomento del prefinanciamiento a las producciones e inversiones, por entidades nacionales.

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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