Los caminos hundidos: una bocanada fresca de poesía
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“Aquella humilde tarde
en la que llegó de súbito el golpe del otoño
sentíamos sobre los pilares de nuestra conciencia
como dejábamos de ser adolescentes.
Aquella tarde espléndida
Cuando tu rostro pálido salió de una ráfaga de viento
y crujieron las ramas de los viejos árboles
era la última de todas las tardes sin dolor
que viviríamos luego de perder tu aliento
como una brizna desvanecida sobre los aires del otoño” (…)
Los anteriores versos —ejemplares, bellos, precisos, elocuentes, nostálgicos, queribles— forman parte del poema Los caminos hundidos, con el cual justamente el joven cienfueguero Fidel Gómez Güell (1986) titula a su primer libro, publicado por el sello Reina del Mar Editores.
El autor porta el aura, el halo especial, el don del vate que en escasas imágenes resulta capaz de efectuar el diagrama sentimental del fin de una era.
Su poemario, Beca de Creación El girasol sediento, de la Asociación Hermanos Saíz, no solo está surcado de imágenes potentes (“El anciano/en su asiento de cueros permanece/lo mismo que Buda/esperando un golpe de eternidad”), sino además de agudas intuiciones, originales indagaciones temáticas y una voz personal que ojalá tenga la oportunidad de continuar propalando su credo por las vías editoriales.
Quien firma, más dado de siempre a la narrativa, no comulga con todas las poéticas, pero la de marras lo prendó.
El editor de Los caminos hundidos, Ariel López Home, considera, bien, que el volumen “(…) guarda una extraña y maravillosa combinación de virtudes para nosotros, y algunos de los peores defectos para nuestros tiempos: rabia, decepción, memoria y esperanza”.
Esta bocanada limpia de poesía se encuentra a la venta en todas las librerías de la provincia; oportunidad a no desdeñar por parte de los lectores.
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