Los 20 años de una academia

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En muchas culturas el 20 es un número que representa la perfección humana. Los mayas, por caso, lo asociaban al astro sol. La Academia de Artes Plásticas de la Escuela de Arte Benny Moré arriba a esta cifra lejos de llegar a sus límites, pero irradiando no poca luz al panorama de las expresiones visuales en la ciudad de Sèvres que, a propósito, durante este año encomia su bicentenario.

La institución tuvo como predecesoras a la Academia Municipal de Bellas Artes de Cienfuegos (1934), rectorada por Blanca González Simo, y la oportuna Rolando Escardó (1963), el proyecto de Mateo Torriente y Samuel Feijóo, y luego de perentorios debates (post periodo especial) logra erigirse en 1999, con un grupo de estudiantes que habían arribado a la mayoría de edad, un claustro de profesores tenidos entre la vanguardia creativa de la provincia (Rafael Cáceres, Elías Acosta, Néstor Vega, Juan García etc.) y encauzada por una antigua y entusiasta pupila de Torriente Bécquer, María Luisa Mas.

Esta primera generación signa la presencia de la institución en los habituales salones de la ciudad y otras justas nacionales. Su más connotado suceso fue, inobjetablemente, el Premio Nacional Académica de 2000 logrado por Nadiemí López Quintana, quien poco después se titula del Instituto Superior de Arte.

Carlos Varens, uno de los estudiantes fundadores de la academia en 1999.
Carlos Varens, uno de los estudiantes fundadores de la academia en 1999.

En temprana fecha Carlos Varens ilustra el libro de teatro para niños El sitio de los vetustos (2001) y Tamayo demuestra su liderazgo en eventos convocados por la AHS, el Salón de Arte erótico de La Habana y otros emplazados en la demarcación. No se podía aspirar a más, en aquella época romántica y rebosada por incontables proyectos, como Punto, la Sociedad Gráfica de Cienfuegos, el grupo David del Humor II, el grupo Tarea al Sur de arte naif, etc. Entonces la perseverancia de la escuela se trasluce en los vínculos entre los educandos y los expositores que durante la primera mitad de la década de 1990 se habían forjado en las escuelas nacionales de arte.

La segunda graduación lleva a alturas insuperables el impacto de la academia sureña, en particular con la obra de un casi adolescente de origen campesino, Gustavo Pérez, quien obtuvo todos los corolarios posibles en desafíos como los salones 5 de Septiembre, de Caricatura y Humor Gráfico, el Visuarte Internacional y Salón Nacional de Premiados en 2005, entre otros muchos. Justo, Gustavo alcanza a titularse de la Universidad de las Artes y se mantiene por muchos años en esta institución como profesor de escultura.

Este colectivo crea también una efímera agrupación llamada Los Shadalupis, que produjo un par de atractivas muestras y se disgrega por razones audibles; entre otras, los estudios de restauración y conservación en el ISA de varios de sus miembros, entre los que destacan las féminas Yeni Alma y Dagne Ojeda; más recientemente, los pedagogos José Ernesto Saborido, Yeiler Ramos y Abel Rodríguez, gestores del último restablecimiento de las obras de Camilo Salaya y Toro en el Teatro Tomás Terry (2019).

Proyecto de Intervención pública de Gustavo Pérez (2005)
Proyecto de Intervención pública de Gustavo Pérez (2005)

De modo que, desde los años inaugurales la academia conforta las potencialidades que posee Cienfuegos para la creación visual y, a raíz de los cambios en la armazón económica cubana, las ingentes fuentes de ingreso favorables a la isla. Empero, aún hay varias condicionantes a solventar para que acontezca otro ascenso: la modificación de los programas de ciertas asignaturas, especialmente de las teóricas, y procesos de carácter formativo (lo cual infiere un diálogo con los especialistas de la capital), el fortalecimiento de los lazos con las instituciones afines de la región (piénsese en una mayor presencia en los eventos o justas del Consejo Provincial y Nacional de las Artes Plásticas, la UNEAC, la AHS, etc.) y la tenencia de un sitio propio (endógeno) para mostrar sistemáticamente las producciones de los estudiantes y profesores, en tanto modo de estimular a unos y otros, por solo citar algunas inminentes.

En estos momentos, para fortuna nuestra, la escuela posee un claustro de educadores jóvenes y con experticias científicas que escasamente poseen otras entidades homólogas; lo cual prefigura el gran impulso que pudiera ocurrir si se proyecta de manera intencionada, como estamos confiados sucederá.

Que no quepan dudas, la Academia de Artes Plásticas de la Escuela de Arte Benny Moré, es un orgullo nuestro y, por ende, debemos preservarla y enriquecerla para el futuro de nuestros artistas, las 16 generaciones que emergieron de ella y las otras muchas que están por aparecer. Congratulaciones anticipadas a la entidad y los fundadores. Que estos 20 años, a celebrar en septiembre próximo, sean un buen peldaño para mejores épocas.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Un Comentario en “Los 20 años de una academia

  • el 12 junio, 2019 a las 9:06 am
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    Gracias Urra por recordarnos en nuestra celebracion y tenernos en cuenta…ya son 20 formando generaciones de artistas y constribuyendo al desarrollo de las artes visuales en nuestra provincia,”honor a quien honor merece”.

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