Llegó el Enalapril, o la historia de una reconvención

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 (I)

A través de las redes sociales el crítico santaclareño Roberto Ávalos enunció un incidente que ha dejado estupefactos a los públicos y creadores sureños: la obra premiada Llegó el Enalapril, de la cienfueguera Tania Madruga, no será publicada por la revista Signos debido a que cierto colectivo de su editorial la ha considerado un texto “vulgar” e inmerecido de asomar en sus páginas. Si el fundador del proyecto, Samuel Feijóo, estuviese entre nosotros no tengo la menor duda de que despediría a los fariseos del templo. Tal comentario y decisión no solo traiciona las pautas y tradición del arte ingenuo en la Isla, sino también la memoria y significancia que posee Signos para todos los cubanos.

El juicio es cuanto menos dudoso. Ya no basta con que cierta zona de la crítica valúe este arte popular como una expresión sin méritos, por el sencillo hecho de que sus cultores no se pronuncien al estilo académico y por la castidad misma de sus relatos visuales, sino también debemos aceptar que algunos “intelectuales” antojadizos y probablemente temerosos de las sutiles críticas que ofrece la obra (pudiéramos hasta imaginar algunas presiones de los patrocinadores de la revista) opten por omitir los valores de este tipo de fabulaciones que superan incluso las prácticas de la Escuela de Las Villas.

Si esta obra es “vulgar”, lo serían las apuestas de casi todos los creadores que cobijó Feijóo en los tiempos gloriosos del arte naif en el centro de la Isla y los del resto que recrea en sus pinturas el entorno privativo, colmando de gracia las realidades latentes, como suerte de cronistas que signan nuestra identidad haciendo uso de un lenguaje desprovisto de tecnicismos, focalizador del diario hacer, entusiasmado con aquellas cosas invisibles que evocan la cubanía con jocosidad y desenfado.

Llegó… es una simpática escena de estirpe costumbrista, que muestra a un grupo de clientes de una farmacia comunitaria en el momento en que se expende el medicamento: los revendedores, los muchos que no respetan las colas, los que anuncian una discapacidad para ser jerarquizados… Discursa con mucha franqueza sobre lo que hacemos mal. Si tomamos como horma la acepción de vulgaridad que ofrece la Real Academia de Signos, un audiovisual como Vivir del cuento sería espacio vulgarísimo; igualmente prosaicos, el Monje, Ortiz, Wayacón, los miembros del grupo Bayate… que han dedicado su obra a iluminar esas verdades invisibles (y a veces no tanto).

Fuimos parte del jurado del Salón de Arte Naif, junto a los villaclareños Susana Trueba, artista visual, y Roberto Ávalo, historiador y crítico de arte, y se estuvo a punto de ofrecerle una Mención a esta obra, justo por su comicidad y transparencia, así como determinadas soluciones gráficas, pero los premios eran muy reducidos y la calidad de la muestra muy anchurosa; no pudo ser. Nos contentó que el jurado de la revista (integrado por su propio director, Alejandro Batista López) reconociera a la Madruga y asegurase la publicación en Signos. Empero, al parecer ciertos influjos se produjeron y al momento de hacerlo “algo sucedió”, a descrédito de la artista.

¿Alguien se ha disculpado con la Madruga? Cuanto menos, creo que ese “comité censor” (que partió de los comentarios de una creadora de literatura para niños, improvisada crítico de arte) debe tener el coraje y la humildad de pronunciarse, de expresar las verdaderas razones para tanta severidad (obras menores han sido lanzadas por Signos, como artículos ligeros y colmados de inexactitudes históricas), sino también ilícitos.

Esperemos que la cordura prevalezca y se respeten las políticas culturales. Nunca es tarde para las enmiendas.

 (II)

Comunicaciones recientes con Ávalo y el director de la revista nos permitieron profundizar en los entornos del hecho: la impericia de algunos directivos de paso (que ya no están) y la retirada de colectivos con experiencia que tomaron otros rumbos salariales, entre otras razones innombrables.

Finalmente se produjo el acto de “justicia”, y el propio Batista concertó una cita para expresar su solidaridad con la Madruga y llegar a un buen acuerdo fuera del espacio de Signos. De modo que, en la edición Número 75 de la revista  Umbrales, todavía en proceso, la artista cienfueguera podrá compartir con los públicos su premiada obra, ahora a todo color.

El acontecimiento tan solo aguarda el paso de esta pandemia, que no se destruye precisamente con aquel inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina.

*Crítico de arte. Prepara el Doctorado en Ciencias sobre el Arte.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

2 Comentarios en “Llegó el Enalapril, o la historia de una reconvención

  • el 12 mayo, 2020 a las 9:07 pm
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    Yo estuve ese día en el evento y no aprecie ninguna vulgaridad ni en esta, ni en las tantas obras expuestas, ni aun, en las demas muestras que se inauguraron en diferentes lugares como parte de las actividades de la jornada de la grafica cienfuegera, es increible que en pleno siglo XXI se continue sensurando, por el simple placer de blasfemar; si no fueron capaces de interpretar un simple ciollismo, como entenderán entonces el día a día de los cubanos, tan cargados de escenas como estas y de las que se nutren tantos humoristas y artistas de la plastica. Si algunas mentes en Signos no fueron capaces de entender el criollismo propio del cubano, lo que debia de ser la propia existencia de esta revista de corte popular, entonces me tomó la atribución de pedir disculpas a la autora de la obra en nombre de la cultura popular.

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    • el 13 mayo, 2020 a las 5:04 pm
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      Agradezco el apoyo recibido hacia mi obra por parte de muchos colegas, amigos e incluso personas que no me conocen a través de las redes sociales. Es una pena que las personas que valoran arbitrariamente como vulgar esta pieza,primero : no conocen mi trabajo y segundo: no hayan tenido la valentía de hacérmelo llegar debidamente con argumentos sólidos. Esto deja mucho que desear de una revista, cuyo trabajo siempre he respetado mucho, porque cursé estudios superiores en Santa Clara y me mantuve al tanto de lo que acontecía en la plástica villaclareña, sobre todo en lo referente al arte popular y sus creadores,a los que respeto.
      Es bueno saber que a pesar de los criterios errados de unos pocos, todavía en esa hermana provincia hay críticos de Arte como Roberto Ávalos que prestigian nuestro quehacer popular. Mi justo agradecimiento también para Alejandro Batista y Joel por este premio y al crítico Jorge L. Urra por su apoyo incondicional.

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