Lizzete Pérez Castro, una artista mediatizada y desconocida

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Los tiempos exasperados que corren no han sido tapias para muchos de nuestros artistas visuales, que han tomado el confinamiento (parcial o integral) para trazarse muestras futuras, donde compartir las ansiedades latentes y los nuevos ruteros de sus poéticas y estéticas. Lizzete Pérez Castro (Santo Domingo, Villa Clara, 1977), titulada de la desaparecida Escuela de Arte Oscar Fernández Morera de Trinidad y actual responsable de la Academia de Artes Plásticas de Cienfuegos, es una de las escasas mujeres mediatizadas en la región; aunque no precisamente porque exista una henchida conciencia de sus valores creativos, ha tomado a bien esta posibilidad de coexistir más tiempo en casa para madurar en uno de los temas latentes de su fabulario durante las últimas dos décadas: la mujer como ciudadela simbólica de la realidad cubana.

En los años de la academia recordamos sus incursiones en relatos mediados por los signos primitivizantes y hasta la mirada cáustica que recuerda en mucho a su padre, el humorista Douglas Nelson Pérez; empero, ese hacer se fue afinando hacia un arte feminista y conceptualmente erigido, en el que se aprecia su interés no solo en focalizar a la mujer como sujeto trasluciente, sino también lo “femenil”, en el proceso y la materia expresiva del discurso.

LIZZETE PEREZ CASTRO ARTISTA DE LA SERIE MUJERES PERFECTAS
Lizzete Pérez Castro concibe la serie Mujeres perfectas.

Justamente, el uso de objetos que forman parte de la ritualidad casera (entiéndase los espacios donde la mujer asume las prejuiciadas ocupaciones de la familia), como los botones, delantales, bordados, componentes de maquillaje, lentejuelas, etc., se suman a la telúrica de sus pinturas para subrayar los núcleos ancestrales de los estereotipos y las frivolidades que signan al sujeto femenino. Probablemente este sea el recurso más ignorado por algunos “críticos”, que han asumido como kitsch lo que es una metáfora intencionada en la defensa de la igualdad de género. Inobjetablemente, hay en esos relatos una representación que evade la tradicional mirada masculina (perneada de sensualidad y erotismo, de violencias) para comunicar los entresijos de estas féminas que se niegan a ser manipuladas y defienden el derecho a expresarse con sus propias reglas. Ello se atempera un poco a aquella frase de John Berger cuando dice que “Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres se miran a sí mismas a través de cómo son miradas. Esto determina no solo la mayoría de las relaciones entre hombres y mujeres, sino también la relación de las mujeres consigo mismas”.

SERIE MUJERES PERFECTAS lizette pérez castro
De la serie Mujeres perfectas (detalle).

Lizzete asume este reto de ofrecer una perspectiva desde dentro excluyendo las diatribas radicales, para asentar sus reflexiones en los implícitos cotidianos, como ocurre con la serie más reciente que prepara para la segunda mitad del año bajo el intitulado de Mujeres perfectas, donde utiliza como soporte el delantal, por caso, en la voluntad de recrear los estados psicosociales de la mujer a través de un dibujo pleno, desprovisto de academicismos, en el cual predomina el color y la gracia.

Esperemos que dentro de poco se reabran nuestras galerías y que los públicos puedan disfrutar de esta creadora en las últimas semanas muy mediatizada, pero profundamente desconocida.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

5 Comentarios en “Lizzete Pérez Castro, una artista mediatizada y desconocida

  • el 6 abril, 2021 a las 9:48 pm
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    Muchas gracias por su tiempo y por su atención. El feminismo era un proceso apremiante y lo sigue siendo. Una de sus ganancias fue entender que no puede existir una querella insalvable respecto al hombre porque esa posición no conduce a nada, como usted comenta. Pero, por muy profundas y especializadas que se encuentren las teorías feministas (LGBTIQ, la teoría fílmica feminista, etc), siento que se olvidan ciertas zonas del ser mujer y esas son las zonas que defiende Lizzette, al menos en La espera, Suspensión… como es el caso de su delicadeza, su sensualidad, el amor a los hijos, etc. que al fin y al cabo son cualidades masculinas. No obstante, dado que la masculinidad también es una construcción social, las teorías feministas realizadas por hombres pueden estar condicionadas por dicha construcción. La razón de ese cierto ¨rechazo¨ a las teorías realizadas por hombres sobre el feminismo está en que generalmente se escriben desde sus históricas posiciones de poder o condicionadas por su sensibilidad. La cuestión principal reside en validar aquellas que deconstruyen la feminidad de manera correcta y abren áreas de estudio al enfoque feminista o a la lucha de las mujeres. Ello no implica prescindir de las teorías pues sin ellas no hay criterios que expliquen los fenómenos. La cuestión está en ajustar las teorías a los contextos o crear teorías ajustadas a los contextos.
    Por otro lado, la lindura puede ser un paradigma de belleza, pues hay tantos criterios de qué es lo bello como seres humanos existen. La lindura también puede ser una manifestación de lo irónico y frívolo como en el kitsch de Byron Werner y Georganne Deen. Ahora, el kitsch también puede ser un paradigma de belleza. Ello lo prueba la diversidad de objetos plásticos (flores, magnetos de refrigerador, falsas perlas en los aretes, falsos diamantes como adornos en las uñas, objetos de foami, etc) y el arsenal metálico (acero quirúrgico, imitaciones de oro y plata, etc), con los cuales adornamos nuestra vida cotidiana.
    Estaremos de acuerdo en que la relación con la tríada lindura-kitsch-belleza procede de la interacción con lo popular. El kitsch es popular: que los artistas norteamericanos de los 70 y los cubanos de los 80 lo hayan instituido como tendencia artística forma parte de las estrategias artísticas postmodernas en EU y de la modernización estética del arte cubano de aquella época, es otra cosa. Para que los paradigmas de belleza se hayan instituido, primero tuvieron que ser legitimados y socializados (lo que implica necesariamente una participación popular), a través de la visualidad (José Luis Brea, en Estética, Historia del Arte y Estudios Visuales). Al fin y al cabo, lo popular está más cercano del hombre de a pie que las manifestaciones de la alta cultura o de las Bellas Artes–selectiva y enclaustrada en su circuito-. En este sentido, lo popular representa valores comunes a todos los hombres. Es la mujer popular, la mujer de la vida cotidiana, la mujer del pueblo (en el sentido etnográfico), la que encarna los valores universales de la feminidad tradicional, y es esa la que aparece en la obra de Lizzette. Sería preciso entonces destronar el concepto de belleza y kitsch del podio académico y de las Bellas Artes pues lo popular, en su sentido amplio, también lo posee.

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  • el 3 abril, 2021 a las 3:01 pm
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    Gracias Elianet por tu inteligente observación.
    Creo que coincidimos en que el feminismo ha sido un proceso torcido por cierta mirada machista (incluso hembrista) que lo asume como una arremetida frontal en contra del falocentrismo. Esa lucha de Lizzete por erigir una poética entre tanto discurso «varonil», tratando de recrear el mundo singularísimo de la mujer y la femineidad, constata esa voluntad por ganar un lugar entre los públicos del arte. El feminismo debe ser una batalla de mujeres y hombres en la querella por esa equidad. Requiere de cierta complicidad entre unas y otros. Debemos evitar los estereotipos y teorías pretenciosas (a veces impostadas por las propias academias) que intentan explicarse esta dimensión del quehacer de las féminas enfrentado a unos y otros. Igual ocurre que algunas voces femeninas, sobre todo entre las teóricas, se niegan a ser preciadas por los hombres y muestren recelosas, considerando que toda interpretación venida de los hombres es legataria de la retórica masculina, como si un hombre no pudiera comprender y valuar a los discursos féminas y empatizar con ellas. ¿Por qué abundan más los textos concebidos por mujeres sobre el tema?. Aquí también hay manifestaciones de prejuicio en los cotejos editoriales.
    Igual, no debemos confundir la lindura con la belleza en ciertas formas de expresión. La primera, raigalmente popular, se reduce a lo externo y es facundia como el Kitchs; la segunda es poliédrica si se utiliza como un códico en las narrativas visuales, como eficazmente se consumara en los discursos visuales de la década de los 80 en Cuba.

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  • el 31 marzo, 2021 a las 4:43 pm
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    No todo discurso femenino en las artes plásticas tiene el objetivo de encarnar un frente de lucha por la igualdad de género. Quedan muchas zonas de silencio en el ser mujer donde no necesariamente se ondea la bandera de la emancipación y el empoderamiento. De considerar así toda representación femenina, podría incurrirse en la radicalidad feminista de los años 80 que, al prescindir de los hombres y olvidar las maneras tradicionales de ser mujer, también se vuelve excluyente. Aplicar el concepto de kitsch al universo femenino recreado en la obra de la artista, precisa desentrañar ambos conceptos. Para ello, leer la obra de mujeres escrita por mujeres evitaría la reproducción del discurso masculino sobre ellas que no ha dejado de violentarla e incomprenderla. Mientras, no es necesario estudiar a Gillo Dorfles, Ludwing Giesz, Inmanuel Kant, Clement Greenberg, Umberto Eco o Abraham Moles para apreciar la tendencia kitsch en el discurso de Lizzette Pérez Castro, posición de algunos críticos que entienden el remanente del kitsch en la mujer, a pesar de las tantas feminidades existentes.

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    • el 3 abril, 2021 a las 2:56 pm
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      Todavía me motiva tu observación Ilianet
      1-Es cierto que no todo discurso femenino tiene por objeto encarnar un frente de lucha por la igualdad de género. En el caso de Lizzete le motiva, como ella mismo ha expresado, lograr un lugar como mujer creadora y al mismo tiempo validar que los temas más ingentes de las féminas puedan ser tenidos en cuenta entre tanta poética masculina. No es fortuito que, aunque se gradúan un alto porciento de muchachas en las academias, muy pocas alcanzan el éxito. ¿Son las mujeres menos talentosas que los hombres?. Pensamos igual. De modo que, el feminismo no se expresa del mismo modo. El batallar de Lizzete se mueve dentro de un perfil cultural e indirectamente social.
      2-La batalla de Lizzete procura el empoderamiento dentro de la creación artistica (que es un estamento de la liberación social), no sólo por los temas, sino también por los discursos y relatos, frecuentemente rechazados en los eventos competitivos sino se ajustan a las retóricas masculinas en las focalizaciones diegéticas.
      3-Me temo que el feminismo no es solo igualdad de posibilidades laborales, de derechos sociales y un largo excétera, sino también equidad en las formas de expresión, gestión y consumo cultural. Los campos de batallas son plurales, aunque algunos “teóricos feministas” pretendan tener la verdad por haber leído algunos clásicos.
      4-Tampoco hay que temerle al kitchs, que es parte de nuestra vida cotidiana. Si tener una conciencia de qué es lo deleznable en él y cuando lo usamos para andar o para salir. Asimismo, no confundir un código cultural popular bien utilizado en textos visuales con la estética del mal gusto.

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  • el 30 marzo, 2021 a las 11:01 am
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    Hija de gato… No podía ser de otra manera. Impresionado por tu extraordinario parecido a Carmen: eres el vivo retrato de tu mamá. Felicitaciones Lizzete.

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