Like sin muñecas o las manías de mamá

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En una misma mañana Elena terminó su perfil de Facebook y con ello se abrió paso en el mundo, no como se hacía antes, anclados a las lecturas de Julio Verne o en el plural intercambio de revistas “de afuera”, sino sentada en un butacón de su casa con un celular en la mano. Después de una semana ya casi llegaba a los 180 amigos virtuales, a pesar de sus 9 años.

– ¿Por qué te gusta Facebook? ¿Están tus amigos de la escuela? ¿Te has leído El Principito?

– Mi mamá siempre está conectada y yo aprendí. No están todos mis amigos, pero si las madres de mis amigos que es igual, ellas ponen las fotos y veo lo que hacen… ¿El Principito es un cantante?, dice Elena y sigue con los ojos puestos en el ciberespacio.

Cuando Mark Zuckerberg  creó esta red social, una política bien definida acompañaba la noticia que pronto recorrió el mundo en menos de 80 días: como mínimo 14 años para ingresar en ella y tenían los mecanismos para denunciar a quienes infrinjan tal normativa. Sin embargo, el tiempo relajó todo y hoy un simple bosquejo saca a la luz pública la cantidad de cuentas que, con fechas de nacimiento falseadas, son administradas por menores de edad, bajo el asesoramiento y júbilo de los progenitores, un fenómeno que ya se asienta en la sociedad cubana.

Actualmente, la edad media de inicio en Internet se establece a los siete años. A partir de entonces los niños empiezan una carrera ciberespacial que no termina, porque cuando estás “escapa’o” en  Facebook, Whatsapp, YouTube, Instagram, Twitter, Snapchat, o Pinterest llega un colega y te dice tranquilamente: “ ¿Ya estás en Telegram?” Y ahí vuelves a la parte de regístrate…, como si el elevador hacia el ciberespacio no tuviera límites ni techo que lo cubra.

Primero se imita el patrón familiar o de los maestros o de los amigos; luego, pasan más tiempo conectados en redes sociales tratando de interactuar con los seguidores que, comiendo, durmiendo, jugando o estudiando… Respecto a la información compartida por los menores está el nombre de su escuela y, al crecer aportan más datos a la historia social, incluido número de teléfono y el nombre de su ciudad.

El problema no se llama tecnología, eso se ha demostrado científicamente, sino el uso que hacemos de ella y cuán preparados estamos para hacerlo. En una red social hay contenidos inapropiados para los niños y jóvenes. Muchas veces, en el afán de imitar a los “populares”, se manifiestan y posan en fotos que terminan por pisotear la infancia, sin contar que resultan blanco atractivo para fenómenos como el grooming (práctica a través de la cual un adulto se gana la confianza de un menor con un propósito sexual), el sexting (intercambio de fotografías o vídeos con contenido erótico) o el ciberbullying (ciberacoso), en todos los casos, con una fuerte carga de daños psicológicos.

Por ello resulta cuestionable cuando un padre propicia estos medios digitales y luego vira la espalda para ver tranquilamente su novela de turno o tomarse un tiempo con la pareja. Mientras,otros adultos cuelgan en  sus propias cuentas de Facebook o Whatsapp fotos y videos de sus hijos, primos, sobrinos en posiciones inadecuadas o en ropa de baño, exponiéndolos a miradas universales.

El hecho de que te regalen un Like, no significa que del lado de allá hay un mar de amigos, aunque Facebook los muestre y llame así. Además, deberá tomarse en cuenta que cuando se publica una imagen, se pierde el control sobre su difusión y duración en el ciberespacio.

– El Principito es un libro, cuenta la historia de un niño que viaja…

– Mi mamá dice que ella también viaja con Facebook. Ayer vimos el cumpleaños del cantante de Gente de Zona, están afuera… ¿Cómo te llamas tú? Dime y seremos amigas, dice Elena y pone el cursor en la lupita, justo donde se buscan a los conocidos y desconocidos.

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

Un Comentario en “Like sin muñecas o las manías de mamá

  • el 10 septiembre, 2019 a las 7:48 am
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    Lo importante no es alejar a los niños de la tecnología, es saber cómo proporcionarla para que la usen en bien del conocimiento y su socialización, porque usándola como formato, también nos acerca a los clásicos de la Literatura, por solo poner un ejemplo. Las redes sociales no son para los niños, y los padres que lo permiten están, casi, que incurriendo en un delito que a la postre pagarán caro, ellos y la sociedad, buen trabajo

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