Lente crepuscular

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Desde su particular atalaya en la azotea de una casa colonial de la cienfueguerísima calle de Santa Isabel, y mientras al final de las tardes trataba de ponerle trampas al hastío de los días de encierro decretados por la pandemia, Jany descubrió en los atardeceres de su ciudad “lo más sublime para el alma divertir”. Una pócima perfecta contra el tedio y un crecimiento espiritual.

El obturador de gatillo y el lente como cañón. Cuando vino a ver había emprendido una cacería de crepúsculos que ya no puede parar, cuenta mientras muestra las piezas en el morral de Cuba Sunsets, el espacio que encontró en las redes (Instagram, Facebook, Youtube) para compartir el embrujo de las últimas pinceladas con que el sol retoca cada día.

Arsenio, el esposo, complementa el proyecto familiar de las capturas crepusculares. Él filma los videos y pilota la moto Minsk a cuyo lomo arriban ahora hasta sus peculiares cotos de caza, luego que la situación sanitaria les permitió alejarse de la azotea aledaña al derruido hotel Ciervo de Oro y enfocar la despedida solar desde parajes como el Muelle Real, paisaje insignia de la ciudad náutica, el Malecón, La Punta de Castaño, la Doble Vía o mucho más allá, en Pasacaballos, donde la bahía se besa con el Caribe azulísimo.

A Jany Enseñat, informática de este propio medio de prensa, el hobby de la fotografía la atrapó hace tres lustros, y antes del amor a primera vista con los atardeceres, tuvo sus romances con el paisaje y las escenas callejeras.

Como todo en esta vida, la cotidiana fotografía de ocasos depara sorpresas por doquier. Un día horrible, tapado por el manto grisáceo de las nubes bajas, puede regalar en su epílogo unos segundos de sol que alcanzan ribetes de espectáculo ante el lente avispado de la Nikkon semipro.

En términos cromáticos la puesta del sol asemeja un arcoíris, solo que transcurre a 24 por segundo y la paleta celestial en tres pestañazos pasa de los tonos amarillo-rojizos a los rosados-violeta hasta pintar la retina de azul-anochecer.

Pero aún faltan los momentos de máxima belleza, los quince minutos que suceden a la zambullida del astro en los dominios del horizonte.

Dice Jany que solo cambiaría una vez a las despedidas del rey de la luz y sería por una alborada que inaugure el día sobre las aguas mansísimas de la laguna de Guanaroca. Otra de las escenografías con que la madre naturaleza premió a Cienfuegos.

Y está segura de que sus 133 seguidores le van a agradecer el madrugón.

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

Un Comentario en “Lente crepuscular

  • el 16 enero, 2022 a las 8:57 am
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    Los atardeceres de Cienfuegos son patrimonio de la humanidad, y Jany nuestra perpetuadora de ellos, en imágenes, una nota fresca entre el maremagnum de noticias de epidemia, gracias Cholo, Jany, y al CINCO, por compartir

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