Lázaro Rivero Alarcón, “El Fino”, reconocido bajista de jazz en Cuba

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 45 segundos

La primera vez que lo vi en escena fue en Santa Clara, a mediados de los años 90, como invitado por el Dúo femenino santaclareño Evocación. Las expectativas eran altas; ya Lázaro Rivero había ganado renombre como intérprete del contrabajo y del bajo eléctrico. Esa noche, junto a las voces de Mayelín Pérez y Vionaika Martínez, las dos integrantes de este destacado formato, y Rachid López, excelente guitarrista, hicieron una velada inolvidable. Años más tarde lo escucharía junto a Vionaika en la interpretación de un tema de la trova tradicional cubana, un solo de voz y contrabajo, con un nivel estético e interpretativo maravilloso. Otra interpretación impecable. Tuve la suerte de estar en el auditorio cuando tocó en la sala de conciertos del Instituto Superior de Arte, junto al maestro Chucho Valdés y el cuarteto del cual formaba parte, un momento perdurable. Con Chucho, en 2010, obtuvo el Premio Grammy al mejor álbum de Latin Jazz. Su interpretación del contrabajo, el baby bass y el bajo, es catalogado como de un alto nivel.

Me cuenta que quiso ser contrabajista desde el primer momento, pero no tenía entonces el tamaño requerido. Para poder acceder al instrumento, debía pararse encima de una caja de refrescos que su profesor, Tomás Moré, le ponía. El mismo maestro es quien le orienta continuar sus estudios de música con otro instrumento: el clarinete. Sería alumno entonces de Rafael Abreu y Juan Carlos Ledón. De esta forma realiza los estudios correspondientes al nivel elemental. Desde entonces adquiere el apodo de “El Fino”, primeramente por su biotipo, muy delgado; luego por su excelente oído y por manera de ser. Obtiene una beca en la Escuela Nacional de Arte (ENA), en La Habana, donde permanece unos años; pero decide regresar a Santa Clara y matricular en la Escuela Provincial de Instructores de Arte (EPIA). Allí comenzó a prepararse en percusión con Raúl Torres, quien ya hoy no está físicamente entre nosotros, y con los maestros Juan Carlos Rojas, “El Peje” y Tomás Ramos, “El Panga”. Sería a través de la asignatura Práctica de Conjunto, que retomaría nuevamente el contrabajo y ya definiría su carrera con este instrumento.

Lázaro Rivero, EL Fino, junto a Chucho Valdés, n el Lincon Center NY, con The Afrocuban Messenger.

Desde sus vivencias cuenta que: “En Manicaragua yo tenía un tío que fue quien me puso el contrabajo en las manos y me enseñó un poco de guitarra. Me dijo: ‘si tocas la guitarra puedes tocar el bajo perfectamente, lo único es que el bajo da las notas sueltas’. Así fui poco a poco integrando varios grupos de aficionados y adquiriendo un poco de habilidad en el instrumento. Me pasaba todo el tiempo escuchando música y tratando de analizar lo que otros hacían.

Lázaro Rivero El fino, en el bajo, YPeruchín en el piano.

Siendo aún estudiante de la EPIA, me uno al grupo Rumba Ónix, dirigido por Alejandro Sánchez, hoy Alejandro y sus Ónix. Entro por Molejón, un músico cienfueguero que vivía allá. Hasta ese momento yo había estado tocando en el Septeto de Santa Clara. Después de graduarme en el ’87, me voy a Manicaragua como instructor de arte. Ahí trabajo casualmente con varios aficionados que conocía, e incluso con mi tío, mi padre y mi abuelo, que también tenía su grupo, un septeto tradicional. Estando en la Casa de la Cultura, entro en el grupo Teatro Escambray como actor-músico, o sea, teníamos un grupo musical y actuábamos dentro de alguna que otra obra de teatro. Así estuve hasta los años ‘90, ‘92 aproximadamente.

En 1994 vuelvo a formar parte del grupo de Alejandro y sus Ónix, donde se me otorga el primer nivel como bajista. Ese mismo año integro la Orquesta Aliamén, agrupación con que realizo varias giras internacionales. En 1997 voy para La Habana a trabajar con Orlando Valle, “Maraca”. Mi estreno con esa agrupación fue el 17 de diciembre de ese mismo año, en el Teatro La Caridad, de Santa Clara, precisamente el día de mi cumpleaños. Hice varias giras internacionales con él. Y ya en el 2000 comienzo con Chucho Valdés, hasta el 2012. A partir de ahí trabajé con Peruchín, otro excelente tecladista, y así, fui haciendo mi vida como músico independiente hasta la fecha, como integrante de varios proyectosˮ.

“El Fino” es un contrabajista de excelencia que colabora como arreglista con varios solistas y agrupaciones, tanto nacionales como internacionales. Es muy respetado y querido por todo el gremio, reconocimiento que se ha ganado por su talento y perseverancia. Actualmente podemos verlo junto al guitarrista Emilio Martiní, y Natural Trío; también con Emilio Vega y Paso al Frente. Regalando siempre momentos inolvidables a través de la música.

Lázaro Rivero, Premio Grammy obetnido junto a Chucho Valdés en 2010, por Mejor Album de Latin Jazz.

Visitas: 43

Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *