Lázaro García: “El verdadero arte seguirá iluminando la espiritualidad”

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Lázaro García, la personalidad artística viva de mayor peso cultural en Cienfuegos (también de las de mayor sencillez y modestia) no encuentra en sus 70 años de vida y 55 de trayectoria artística excusa para recesar en su fecunda labor, aunque el trovador tuviera todas las justificaciones del mundo para sentarse en su sillón a contemplar las olas, tras legar a su país canciones inmarcesibles y una obra general sustentada en la calidad, el compromiso, la ética y la sensibilidad. En la perdurabilidad.

Editó en 2017 un disco con el guitarrista Chuchi Saura titulado Como si fuese ayer y acaba de grabar otro con la intérprete cienfueguera Ingrid Rodríguez, con doce de los temas del cantautor, acompañados ambos de la Orquesta Concierto Sur y de otros músicos invitados. Además, muy pronto será homenajeado, mediante un fonograma integral de su obra.

En breve, podrá apreciarse el documental Navegando por el mar de mis canciones, dedicado a Lázaro por el realizador Damián Pérez Téllez. La alegría es múltiple para él, porque también se espera, por estos días, un donativo tecnológico de avanzada que elevará la calidad y eficiencia de las grabaciones del Estudio Eusebio Delfín, parte importante de su vida desde 1996.

5 DE SEPTIEMBRE: Su poética se vertebra en un pilar fundamental: el amor, visto en la dimensión romántica, de pareja, claro; pero además, y sobre todo, en tanto modo de asumir la existencia, pues esa obra toda es un gran canto de amor a la vida, los seres humanos, la sociedad, la ética, su país, su historia, sus héroes… ¿Cree que en la actualidad, y en el mañana, seguirá siendo posible cantarle a esos temas¿ ¿Qué opina de esos postulados que vaticinan una canción futura que abjurará del amor, en tanto “asunto de otros tiempos”, y del axioma mercantil a favor de que “al público hay que darle lo que pida”?

LÁZARO GARCÍA: “El amor es el nutriente de mi vida desde que nací. Pobres y amorosos eran mis padres, mis hermanos mayores y el entorno del humilde barrio donde pasé mis primeros años. Musicalmente también lo es, ya que, sobre todo los domingos, se reunían en la casa poetas campesinos que eran muy amigos de la familia. Esas canturías casi todas versaban sobre temas románticos, patrióticos, lugares y ciudades de Cuba donde se enfatizaba las bellezas de sus paisajes, la exaltación de sus héroes, su historia y la amistad. Resulta curioso que esas décimas cantadas eran acunadas por tonadas que atendían a los temas a tratar de acuerdo con tonos mayores y menores, que con un tejido melódico específico acentuaban tristezas, alegrías, solemnidades… Con esos condimentos crecí y me alegra que haya sido así, pues dijo el Apóstol…”solo el amor engendra melodías”.

“La espiritualidad es consustancial al ser humano civilizado. Eso nos diferencia de los animales. Hoy en el mundo, no solo en Cuba, se ha disparado un modelo de vida tan material y consumista, que nos puede asustar a nosotros, los que soñamos con un universo más racional. Me molesta, por supuesto, que eso esté sucediendo, pero por ley del desarrollo humano y por convicción propia no debe ni puede tener una perspectiva duradera; así que el buen juicio en términos culturales, sociales y económicos tendrá que prevalecer. La otra opción sería un holocausto de la vida en manos de los dueños de las guerras, quienes son los mismos que imponen ese egoísta modelo. No soy sociólogo ni mucho menos, pero en nuestro caso, en Cuba, a mi juicio existe una situación particular: la precocidad de la juventud y su inserción en la vida cultural y recreativa en edades casi infantiles se acomoda más al instinto que a la inteligencia. No hay madurez ni experiencia de vida para apreciar el arte al asomo de sus primeros pasos al mundo exterior. Por otra parte, las desigualdades salariales sacuden el espectro social. Por tanto, a algunas ofertas culturales y recreativas asisten, en buena parte, las personas que más posibilidades económicas poseen y que, desgraciadamente, son las menos cultas. Y en todas las empresas recreativas, tanto estatales como particulares, la exigencia de su rentabilidad y ganancia obliga a hacer “fácilmente” atractivas sus ofertas y de ahí que se produzca esa “cultura de ping pong” de que yo te doy “lo que a ti te gusta” y viceversa. A todo esto se añaden las alternativas tecnológicas de las redes sociales, “paquetes semanales”, discotecas, parlantes ambulatorias, telefonía móvil, tabletas, etc.,  que o riñen o pueden superar al intento de trazar políticas musicales más coherentes y enriquecedoras en nuestros medios de difusión. Así que hay que lidiar con un panorama bastante complejo en todo el entramado social de nuestro país.

“No obstante, las verdaderas obras artísticas y literarias seguirán iluminando la espiritualidad de los hombres. Aun cuando las presiones del mercado sigan obligando a hacer concesiones a algunos creadores, el canto y la poesía más raigal continuarán reinando en el alma de los que aman, construyen y sueñan”.

¿Cuál representa a su juicio el mecanismo más eficiente para instruir musicalmente, o al menos entregarle herramientas de apreciación estética a las nuevas generaciones para que puedan detectar y degustar la verdadera música¿ ¿Qué favorecería y qué atentaría hoy día contra ello en Cuba?

-“Lo primero es el hogar, la familia. ¿Qué se escucha? ¿Cuál es el nivel del entorno familiar; no solo de instrucción académica, también cultural, sus preferencias estéticas… ¿A dónde llevamos a nuestros niños cuando disfrutamos de algún espectáculo? Lo segundo es la escuela, la calidad de las actividades musicales que se realizan o se reciben en sus programas destinados a estos efectos; si los profesores están preparados integralmente para inducir el interés por la historia, el arte y la cultura. A mi juicio, estos primeros años de vida son decisivos en una orientación edificante para enfrentar y entender la vida futura, porque una vez en los niveles medios de educación, los padres y abuelos sentimos que se nos aflojan las riendas de nuestras manos y debemos apostar a que los elementos formativos de sus primeros años forjen su carácter, su ética y su vocación artística o profesional.

“Basado en mi experiencia familiar, a mis hijos traté de fomentarles el gusto por la música y la lectura, sin forzarlos a nada que no esté en su vocación, claro. Mi hija Maureen canta muy bien, y lo hace de manera profesional; a mi hijo Gilberto le gusta la poesía y toca la guitarra, aunque trabaja en otras esferas laborales. Mis nietos, por influencia familiar, tienen muy buen oído musical. Uno de ellos, Brendita, cursa el nivel medio de violín con muy buenos resultados…, pero lo que te quiero expresar es que el mejor antídoto para este bombardeo sonoro de mediocridad es sembrar conscientemente en ellos la utilidad y la belleza de lo bueno, que sepan discernir entre la mala música, la banalidad y la pobreza poética y el arte que nos complace y enriquece, sin dogmas ni sectarismos,  para poder disfrutar cada etapa de la vida como nutrientes fecundos de una madurez más plena y edificante”.

Le pido eche de momento a un lado su natural modestia para responder: ¿Cuál es el sentimiento (s) que experimenta usted a los 55 años de vida artística y setenta de existencia, tras acrisolar una obra referencial, constituir un emblema de artista consecuente y comprometido, ser uno de los paradigmas nacionales de un movimiento esencial de nuestra música como la Nueva Trova y representar un orgullo de esta ciudad?

-“Confieso que es una etapa de recuento, aunque sigamos haciendo cosas. Si bien pienso que mi obra autoral pudo ser más y mejor, no puedo negar que me siento feliz con aportar algo de mi labor creativa a mi ciudad y por supuesto a mi país. También pienso que el regalo de nacer y vivir tiene sentido cuando de las huellas heredadas por el amor y el talento humanos que nos precedieron uno también deja modestas señales de sus pasos a la meta anhelada, y pocas veces conseguida, de los sueños y la felicidad del hombre”.

¿De esa vida de creación y esfuerzo, de entrega y pasión, qué más le placería recordar hoy día; qué no le agradaría remembrar?

-“Hay tantos buenos recuerdos que no sé por dónde empezar, así que voy a intentarlo cronológicamente: cuando canté en una radio en la habana (Cadena Azul) una décima campesina; después cuando por primera vez a los 11 años  pude acompañarme a guitarra una canción; en otra oportunidad que gané un concurso infantil en Cienfuegos (1960); mi paso por el feeling como guitarrista acompañante en los años ´67 y ´68; la experiencia artística en espectáculos con el grupo Los Jaguares durante más de seis años; mi encuentro con los grandes trovadores -que hoy cuento como hermanos- en Manzanillo, en1973; el cantarle a mis compañeros combatientes en Angola en 1976; los diferentes premios en eventos y en el concurso Adolfo Guzmán en los años de la década del ´80; las muchas medallas y reconocimientos de organismos y organizaciones sociales de mi país. Aunque uno no trabaja para conseguir esas metas, no dejan de ser halagadoras y estimulantes. Te cuento de un momento muy feliz, al azar, cuando en una ocasión caminaba con Tere (Teresita Chepe, su finada compañera) y nuestro hijo por La Habana: sentí la música de una canción mía en lo alto de un andamio, donde un albañil la cantaba y tarareaba realizando su faena. Sentí en mi corazón que se abría esa flor gozosa de la íntima vanidad que todos llevamos dentro, en fin….

“Mi profesión, además de dar placer, también lo recibe, porque en realidad creemos y disfrutamos lo que hacemos. La creación es un trabajo paciente y solitario que fácilmente se remunera con la aceptación y el cariño de tu pueblo. ¿Momentos tristes y difíciles?, claro que muchos. Quién ha saboreado momentos gratos y agradables en la vida es porque también ha bebido tristezas y desengaños. Esto marca la diferencia y el valor que damos a nuestras alegrías”.

-¿Qué otras cualidades, amén del talento, debe poseer un creador que lo conviertan en no solo un buen artista sino también en una buena persona, como lo es usted?

-“Claro que el talento es indispensable, y hay que desarrollarlo, pero es importantísimo orientarlo hacia las causas más nobles, de manera que se identifique con el pueblo hacia el cual se encamine tu obra creativa. Esa fama de buena persona que tengo para muchos siento que es una sumatoria de la lucha con mis errores, falsos conceptos y otros sentimientos miserables que adquirimos en el transcurso de nuestras vidas. La cuestión está en vencer esos demonios de egoísmo, de envidia, de ambición desmedida que de alguna forma llevamos dentro, cultivando la sensibilidad y la solidaridad humanas con la premisa del amor y la conciencia clara del legado que dejas a tus hijos para un mundo mejor en el mañana”.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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