Las incógnitas del 11 de Septiembre

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Hace hoy 18 años. Ocurrió en la mañana, sobre las 8:45. Ese día de 2001, el pánico cundió en los Estados Unidos y estremeció a las naciones de todo el orbe. Tenía lugar el peor episodio terrorista en la historia de aquel país. Ante el aturdimiento del mundo, se dio a conocer la versión oficial sobre los atentados en las Torres Gemelas y el Pentágono. Sin embargo, todavía persisten incógnitas, teorías paralelas, preguntas sin respuestas que dividen a la opinión pública mundial.

De las versiones extraoficiales la más difundida ha sido la del autoatentado. Esta apunta al gobierno encabezado por George Bush como responsable de planificar los ataques que sesgaron la vida de más de 2 mil 500 personas.Quienes apoyan esa hipótesis sostienen que la intención de Bush era legitimar su posterior intervención militar en zonas con grandes reservas de petróleo, como Iraq y Afganistán.

Otra incógnita radica en la extraña manera en que se derrumbaron las torres gemelas. No pocos analistas coinciden en afirmar que se trató de una demolición controlada. Mientras un informe del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de Estados Unidos concluía que las aeronaves que chocaron contra las torres dañaron sus columnas de soporte, lo que causó el derrumbe, una teoría alternativa sugiere que los aviones no ocasionaron la caída de estas.

Expertos no conformes con la versión oficial del gobierno resaltaron la rapidez del colapso de las torres. Según esta teoría,resultó muy extraño que tras apenas 56 minutos de incendio, la primera, y 102, la segunda, se vinieran abajo. Apoyan la declaración el hecho de haberse escuchado sonidos de explosiones segundos antes del derrumbe. ¿Se trataba de explosiones controladas? ¿Acaso el combustible y los diferentes compuestos de los edificios provocaron las explosiones y el posterior colapso?

Despierta sospechas también el avión estrellado contra el Pentágono. Tras los ataques, algunos analistas se preguntaban cómo un avión Boeing 757 pudo chocar contra un edificio prácticamente invulnerable como el Pentágono sin dejar rastros: en las fotos que se difundieron minutos después del impacto no se observaban charcos de combustibles, ni equipaje, ni cuerpos, ni restos del avión. Entonces, la explicación ofrecida por algunos teóricos fue que no se trataba de un avión comercial, sino de un misil o una pequeña aeronave.

Sin embargo, después de las investigaciones posteriores probaran que sí fue un avión comercial de la American Airlines el que chocó con la sede de Defensa de Estados Unidos, los teóricos se enfocaron en cuestionar la maniobra del piloto que estrelló la nave en el edificio, pues consideraban que estas eran muy complejas para que una persona sin instrucción de vuelo pudiera ejecutarlas. Por tanto, aseguraron que no fue un piloto de Al Qaeda sino del mismo Pentágono.

Las dudas continúan y casi dos décadas después todavía muchos se preguntan cómo fue que en las listas de pasajeros no figurara el nombre de ninguno de los 20 secuestradores que tomaron parte en los atentados, o por cuál extraña razón tampoco apareciera ningún nombre árabe en los listados. ¿Cómo justificar entonces el miedo y odio al árabe que se desató después? Además, ¿cómo consiguieron secuestrar las cabinas de los aviones? ¿llevaban armamento? ¿cómo lograron introducirlo en los aviones?

Por desgracia, estas dudas, como las del colapso de la torre 7 del World Trade Center, al parecer, no podrán despejarse nunca. Lo que sí sabemos es que los sucesos del 11-S marcaron un antes y un después en la historia de los Estados Unidos. Por un lado, enlutaron y sembraron el terror en una población no acostumbradaa los conflictos armados en sus predios. Por el otro, ofrecieron el pretexto que necesitaba el gobierno de ese país para un nuevo episodio de guerra, esta vez en Afganistán.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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