Las bandas de concierto en la vida artística de Aleida Girón

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De Aleida Girón hablamos en la columna cuando se dio a conocer el disco Brisas, fonograma grabado por la Banda de Conciertos Municipal de Regla. En aquella ocasión no se abordó sobre la interesante vida artística y la trayectoria de su directora titular, excelente instrumentista, pedagoga, que ha ocupado importantes cargos de dirección. En estos momentos, que estamos cercanos al 8 de marzo, nada más justo que presentarles a una artista que mediante su carrera, es ejemplo de la valía de la mujer cubana dentro de nuestra cultura.

Tal vez uno de los momentos artísticos más conocidos de Aleida está relacionado a la década en que fue integrante, como saxofonista, de la prestigiosa agrupación femenina Anacaona; sin embargo, es una creadora incansable y posee varias aristas que ha sabido potenciar para ir en una espiral ascendente como ser humano y artista. Al seguir el camino recorrido por ella, se hace necesario hacer énfasis en su vínculo con un tipo de agrupación que forma parte de nuestra cultura, las bandas de concierto. Al transitar por varias de ellas en diferentes etapas de su trayectoria, siempre las retoma en un plano superior. Por eso mi primera pregunta estuvo dirigida hacia ese flanco.

¿Dónde y cómo llega Aleida Girón Matos a las bandas de concierto?

“Me uno al movimiento de las bandas de concierto desde que era alumna de la Escuela de Música en Bayamo. Estudiaba piano en el nivel elemental, pero conozco a un profesor de saxofón que me propone aprender, además, a tocar ese instrumento. Un año después me dice de entrar, como educando, a la Banda Municipal de Bayamo, porque iba a ser muy útil para complementar mi formación, mientras terminaba mi nivel elemental y me preparaba para hacer el pase de nivel en la ENA. Es en ese momento donde yo empecé a tocar en las bandas y desde entonces mi amor por este tipo de agrupación musical.

“Bayamo es una de las ciudades más fuertes con respecto a mantener la tradición de este tipo de formato. Recuerdo que el primer Festival Nacional de Bandas de Concierto en el que yo participé fue allí, junto a la Banda de Bayamo y tenía solo once añitos. Se presentaron la Banda Nacional de Conciertos; la Banda Militar de Santiago de Cuba, que hacía unos conciertos preciosos; la de Santa Clara, Holguín y Camagüey.

“Aquel encuentro fue maravilloso. Todavía yo no entendía bien el mundo de las bandas de concierto, pero estaba conociéndolo, vivenciando todo lo que sucedía. Escuchaba a los músicos hablar de la obra tal, del clarinetista aquel, de quienes tocaban excelentemente, de cómo hacía el picado un instrumentista determinado. Vi el corno, el fagot y el arpa por primera vez, porque la Banda Nacional llevó su arpista. Para mí la Banda de Bayamo fue la mayor escuela por todo lo que me ayudó a vivir y a conocer. Desde que empezó mi incursión y participación dentro de este movimiento, cada vez que me he incorporado a una banda no ha sido por la casualidad, ni búsqueda económica, sino siempre por amor.

“Después hago mi pase de nivel y voy para la ENA a estudiar saxofón. Allí me vinculo a la banda de la escuela, donde me incluyen en un momento determinado como parte de la asignatura Práctica de Conjunto. Cuando me gradúo, en 1980, comencé mi servicio social en Santa Clara. Mi objetivo fundamental era la Escuela Vocacional de Arte, donde trabajé por ocho años. Esa experiencia me sirvió para toda la vida. Me incorporé, además, como saxofonista, a la Banda Municipal de Conciertos de Santa Clara, hasta 1988. Es ahí que empieza mi haber profesional, por decirlo así, en la vida de las bandas”.

Es una mujer que ha asumido retos importantes, entre ellos el estar al frente de instituciones. ¿Qué significó para usted asumir la subdirección de música de la Escuela Vocacional de Arte Olga Alonso de Santa Clara?

“Todo en la vida que es nuevo, es un reto; principalmente cuando no estás preparada para enfrentarlo. A nosotros nadie nos enseña a dirigir una escuela, ni a ser subdirector de una especialidad. Fueron cosas que me llevaron a un necesario proceso de aprendizaje, por diversas situaciones que enfrenté. Tuve, en primer lugar, la disposición, y eso fue importante. Hasta cierto punto me sentía comprometida y traté de asumirlo y jugar ese rol desde 1985 hasta 1988. Realmente un gran reto, pero se logró potenciar la especialidad, porque la escuela crecía como ahora, que está mucho más grande. Ese momento demandaba de un incremento de trabajadores, alumnos y matrícula, que hacía cada vez más difícil la organización.

“Sabes que los artistas tenemos características específicas a la hora de la enseñanza y también en cuanto a nosotros mismos como creadores. En una escuela de música el profesor también es artista y necesita velar por su desarrollo como intérprete o compositor, en dependencia de sus propias demandas de expresión creativa a través de la música. Tenía en mis manos a artistas valiosos, a muy buenos músicos; pero necesitaba que fueran también excelentes profesores. Además, debía lograr que nuestros niños estuvieran muy bien formados para poder obtener los mejores resultados. Eso después se ha visto a través de los años.

“Fue una gran enseñanza. Aprendí a reconocer en los músicos y en los niños, cuánto se puede lograr. También qué se puede alcanzar y hasta dónde puede llegar este músico, o ese compañero que tengo al lado mío. Diariamente en mi trabajo me pregunto, ¿a dónde quiere llegar?, ¿cómo puede hacerlo?, y todo eso lo aprendí siendo directora y profesora de la escuela de arte.

“De Santa Clara regreso a Bayamo, mi ciudad natal, en 1988. Todos los músicos que estaban en el movimiento de bandas allí, me conocían desde pequeña. Reencuentro a Carlos Ramiro Puig Premion; me dice que tengo mi plaza en la Banda de Bayamo y me incorporé nuevamente.

“Después decidí ir para La Habana y me presenté a la prueba de oposición de la Banda Nacional de Conciertos. La hice en saxofón barítono, porque era la única plaza que estaba disponible. Nunca se me olvida que, entre todos los que nos presentamos, yo era la única mujer y fui quien obtuvo la plaza. La Banda Nacional es un sueño para un músico de este país relacionado al movimiento. Estuve allí alrededor de cinco años, de 1989 hasta 1993. Tuve que interrumpirlo cuando decidí incorporarme a la orquesta femenina Anacaona. Desde el punto de vista del tiempo y de las actividades, no era compatible una agrupación con la otra. Anacaona siempre estaba cumpliendo compromisos de trabajo fuera de La Habana y del país. Las bandas tienen sus horarios y programación bien estrictos. Después, al paso de los años, regresé nuevamente al movimiento de bandas; pero en ese momento comenzó otra etapa, esta vez como directora”.

Antes de abordar esta etapa como directora, quisiera que me hablara de su experiencia con Anacaona, agrupación femenina insigne de la música cubana.

“Fue una gran sorpresa para mí. Yo estaba en la Banda Nacional en ese momento y la saxofonista que tocaba el alto en Anacaona sale de la orquesta. Ellas pensaron en mí, ya conocía a Dorita desde la época que estudiaba también saxofón en ‘Amadeo’ y yo en la ENA. La Banda Nacional ensayaba muy cerca de su local, donde aún vive Dorita, la casa central y tronco de la familia. Me localizaron y me pusieron a prueba alrededor de un mes. Después me contrataron y empecé a hacer la vida de una Anacaona más. Estuve con ellas diez años.

“No era la primera vez que hacía música popular, ya había incursionado cuando fui integrante de Rumba Ónix en Santa Clara. Anacaona es una orquesta que traía una tradición de muchos años, que debutó el 17 de febrero de 1932, había todo un historial. Pero la nueva generación se estaba imponiendo y tenía que abrirse caminos y puertas. Yo entré en el año 1993, y a la orquesta todavía le costaba trabajo superar el machismo. La mujer- músico ya no era mal vista desde lo moral, había ganado respeto y demostraba cada día su capacidad. Sin embargo, no era valorada musicalmente al mismo nivel de los hombres.

Aleida (esquina derecha vestida de azul) junto a Anacaona. /Foto: Archivo de la autora

“Creo que sobre todo Georgia Aguirre González, nuestra directora, y Maruchy (María Eugenia Guerrero), nuestra representante, tuvieron que batallar mucho para que nos programaran en las nuevas casas de la música que se estaban abriendo, y locales para la música popular. Costaba trabajo que nos incluyeran y nos tuvieran presente; pero con la calidad, el nivel de ensayo y de propuestas que teníamos desde el punto de vista del repertorio, Anacaona se fue imponiendo y demostró su valía.

“Incluso, junto al renacimiento de Anacaona, comenzó a crecer el movimiento de formatos integrados por mujeres. Recuerdo que, a finales de los años 90, se hizo un disco en La Tropical con varias agrupaciones femeninas de nuestro país, que se llamó Cien Lindas Cubanas. Estuvo bajo la dirección musical de José Luis Cortés, “El Tosco” y la producción de Cary Diez y Gloria Ochoa. Se debía al incremento de orquestas que surgieron, no se puede negar, a partir de Anacaona. Entre ellas se encontraban Son Damas, Canela, Fuego Latino, Las Mulatas del Son, Las Chicas del Sol, Ricachá, Soneras Son, Las Chicas del Sabor, Ellas Son y muchas otras. A partir de ahí se amplió totalmente la gama de orquestas conformadas por mujeres.

“Anacaona fue para mí una gran experiencia. Gané en general como persona y como músico, tanto en imagen, proyección escénica, nivel cultural y educacional. Conocí muchos países en varios continentes con diferentes culturas, que también me nutrieron. Compartí con grandes músicos en los escenarios, como El Gran Combo de Puerto Rico, José Alberto el Canario, Cesárea Évora; conocimos a Celia Cruz en persona, interactuamos con el grupo Niche. Era la etapa de los grandes del momento en la música salsa. Realmente todo eso influyó, me hizo crecer como artista y como ser humano”.

Y después asumió otro gran reto, que ha sido como directora de bandas.¿Cómo llega a usted este nuevo camino dentro de la música?

“Esteban Quesada, el Padre de las Bandas, me pregunta si yo quería comenzar a dirigir. Y me encantó la idea. A los dos o tres meses, sale de licencia de maternidad la directora titular de la Banda Municipal de Habana del Este. Cuando llego allí me doy cuenta que no todos los instrumentistas eran alumnos de la escuela de banda. Había músicos que estaban contratados, haciendo su segundo vínculo y eran integrantes de la Banda Nacional, de diferentes bandas municipales, incluso de la Orquesta de la Ópera. Enseguida supe que no me iba a enfrentar a muchachos que tenía que ayudar a aprender, como yo pensaba; sino que iba a dirigir músicos que habían estado bajo la batuta de directores reconocidos.

“Asumí el compromiso de empezar una buena preparación, superarme, estudiar, investigar, para poder estar a la altura, al mismo plano de los más avanzados, a la vez que necesitaba desarrollar al resto hasta lo más alto que se pudiera. Comencé a buscar y seleccionar repertorio. Tenía músicos graduados de diferentes niveles de enseñanza en las escuelas de música; y otros que se habían formado en las bandas. Necesitaba elegir un programa que estuviera de acuerdo con los más preparados y elevara el nivel de los otros, pero que al mismo tiempo pudieran vencerlo, tocarlo dignamente e interpretarlo con la calidad que debía tener una banda municipal.

“Eddy Romero Moreno, en aquel momento director de la Banda Municipal de Regla, me motivó mucho. Siempre tengo que agradecerle, ya no está con nosotros. Nunca se me olvida que desde que nos conocimos en la primera reunión de directores en la empresa a la que asistí, me ayudó en todo. Él vivía en Habana del Este y a cada rato iba a ver mis ensayos. Un día me dice que era su deseo, a su retiro, dejarme al frente de la agrupación.

“Así entré a la Banda de Regla, de la mano de Eddy. Esa banda sonaba muy bien, igual que la de Guanabacoa. Al principio me invitaba a los conciertos y me dejaba dirigir una o dos obras, las que él entendía. Cuando fallece Eddy, me quedé como directora titular de la Banda de Regla. Pasé a formar parte del proyecto de bandas desde el año 2013. Mi trabajo es de tiempo y dedicación. Hay que investigar, buscar, escuchar, esclarecer dudas, analizar repertorio, oír consejos y tratar de lograr una buena comunicación con los músicos que diriges; eso es muy importante para obtener buenos resultados.

“Al enfermar el director de la Banda Municipal de Diez de Octubre y como vivo cerca, la empresa me pidió que la atendiera. Estoy trabajando con ella, como directora suplente desde 2021, a partir de la experiencia que ahora tengo. Siempre te encuentras con diferencias tanto humanas como musicales y de eso se aprende. Estamos muy enfrascados en colectivo, en obtener buenos resultados”.

Las bandas tienen un alto valor para la cultura cubana y se sigue velando por su salvaguarda en toda la Isla. En las manos de sus directores estáen gran medida mantenerlas vivas.

“Puig, padre, cuando se hizo el repertorio de bandas del país, aportó mucho dentro del mismo. Su hijo, Carlos Puig Batle, ha seguido los pasos de su padre y es el director actual. Cada vez que he ido a Bayamo y he tenido la posibilidad, visito la Banda Municipal de Conciertos. Ha crecido también musicalmente; la última vez me quedé impresionada por la cantidad de músicos jóvenes graduados de la escuela de nivel medio, con un talento, una formación y un nivel extraordinario. Hay instrumentistas con mucha disposición y deseos de tocar; me quedé enamorada de la banda. Fíjate que le dije a Carlitos que si alguna vez pudiera ir tocaría, pero también me gustaría dirigir, montar una obra con la banda. Quedó abierta la posibilidad, no pierdo la esperanza de compartir un concierto con Carlitos. La Banda de Bayamo es mi vida, me gustaría volver en las condiciones que sea, pero si dirijo una obra, me va a encantar”.

En Cuba existe una tradición muy arraigada; las bandas fueron en su momento la manera de acercar al pueblo a la cultura internacional y a la música nuestra llevada a un plano de concierto. ¿Cómo aborda usted el repertorio?

“Claro, el papel fundamental de las bandas es ese, nutrir culturalmente a su medio, a su radio, desde todos los puntos de vista. Por eso la banda abarca un repertorio universal. Siempre tiene un orden, pasando por varios estilos, que empieza con un pasodoble, tradición que nosotros obtuvimos de España, y a partir de ahí podemos tocar todo el repertorio internacional, que puede ser tanto clásico, moderno, como muy contemporáneo, y llegar a la música cubana, que comprende desde un bolero, una canción trovadoresca, hasta un tema bailable. Nosotros hoy en día, en la banda de Regla, tocamos música de Los Van Van.

“Me gustan mucho las bandas, porque en ellas puedes recrear todas las sonoridades. Ir desde el sonido de una charanga, con la flauta, a una orquesta jazz band, con su cuerda de metales y saxofones; también pasar por los conjuntos, con sus trompetas. Puedes emprender todo tipo de música, incluso la sinfónica también, con sus oboes, cornos y clarinetes. Te digo sinceramente, yo podré hacer cualquier cosa, pero nunca dejaría la banda; a no ser como lo hice en momentos esenciales, pero siempre voy a tener un retorno a ellas, porque siento que son mi raíz. Quizás porque fue donde primero toqué. Si naces en Cuba, tus raíces son cubanas; yo nací como músico en una banda y mis raíces en la música son en una banda de concierto. Esa es la explicación. Como directora quiero llevarla a los momentos actuales, a la sonoridad que tiene hoy en día el movimiento bandístico en el mundo”.

Las bandas de concierto son agrupaciones que han acompañado a nuestro pueblo por siglos, dando cultura y acercando a cada municipio grandes obras del pentagrama musical de todos los tiempos. Es formidable que tengamos directoras como Aleida Girón Matos, que con tanta entrega mantiene una tradición, a la vez que forma a nuevas generaciones para que puedan continuar y que no se pierda el valor y la importancia de estas instituciones dentro del patrimonio cultural cubano.

Aleida Girón como directora de la Banda Municipal de Diez de Octubre. /Foto: Archivo de la autora

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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