La voz universal del HASTA SIEMPRE
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La vida brota de las piedras, porque de una roca surgió el inca que creó el sol, la luna y las estrellas.
Viracocho, que así se llamaba el primitivo, se fue a la capital del imperio; en el camino unos enemigos trataron de asesinarlo, entonces él y sus hombres se transformaron en piedras para esperar el momento de volver a levantarse.
A partir de ahí, en Bolivia, las piedras se convirtieron en símbolo de la continuidad. Por eso aparecen exactamente entre Valle Grande y La Higuera, sitio de la caída del Che y sus hombres, en el mismo lugar del antepasado guerrero.
Muchos años después del combate de “El Yuro”, los investigadores cubanos Addys Cupull y Froilán González centraron su atención en ese mito, hurgaron en la sabiduría popular y lo destacan en sus análisis.
Tal vez fueron profecías del destino o coincidencias de la geografía con la memoria poética de los habitantes del histórico lugar.
Pero la mezcla de ficción con el símbolo real deviene perfecta alegoría a la perpetuidad del ejemplo.
La valentía del comandante Guevara trascendió la eternidad. Quizás el latinoamericanismo centralizó su visión en la mísera existencia del continente y lo hizo cambiar el maletín de médico por la mochila guerrillera.
Así el “Granma” nos trajo al multifacético argentino y nos cabe el honor de haberlo hecho comandante.
De aquí partió hacia otras tierras, lo reclamaban las pampas y cordilleras, el sufrimiento del indio, la depauperación que aún divaga por chozas y favelas suramericanas.
Las piedras de La Higuera son un mausoleo al paradigma, el lenguaje imperecedero, la voz universal del HASTA SIEMPRE.
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