La voz del estadio “5 de Septiembre” de Cienfuegos

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Tal vez así, de mención, el nombre Agustín González Figueredo no diga mucho, y menos su cargo: operador-musicalizador de audio. Pero con solo escuchar su voz, los más fervientes apasionados del béisbol lo asocian al estadio 5 de Septiembre, cuartel general de los Elefantes de Cienfuegos, al cual está vinculado desde su fundación, hace ya 40 años.

Llegó dos días después de la apertura, en calidad de ayudante y tres meses más tarde tomó el curso de narración deportiva que lo mantiene allí. Muchas cosas cambiaron en cuatro décadas, si bien el tiempo no parece transcurrir en su cabina, al micrófono: todo intacto, impecable.

“Para mí esto es como un museo y trato de mantenerlo, señala. Los aparatos tienen la misma edad del estadio y funcionan a la perfección. Hago lo posible por no moverlos y algunos no entienden mi ‘protección’, hasta me cuestionan por tomármelo como si fueran míos. Otros sí lo reconocen y se sorprenden al verlos trabajando todavía, sobre todo los periodistas de la radio y la televisión, cuando vienen a transmitir”.

Generaciones de peloteros le escucharon anunciar su nombre desde el altavoz y con ellos, miles -¿millones?- de aficionados. El conteo sería extenso, por ello prioriza a quienes le resultan imprescindibles.

“Tuve la posibilidad de crecer profesionalmente viendo a aquellos grandes de la talla de Antonio Muñoz, Héctor Olivera, Pedro José Rodríguez, Pedro Jova, Albertico Martínez, Víctor Mesa, Adiel Palma… Y un poco más cerca en el tiempo están esos Elefantes liderados por José Dariel Abreu, Yasiel Puig, Osvaldo Arias y Norberto González, entre otros”.

De estos últimos, recuerda una anécdota con especial “cariño”.

“Ocurrió en un choque entre Granma y Cienfuegos. Cuando aquello los Alazanes tenían a los Tres Villalobos (Céspedes, Despaigne y Samón), como les decían, por las aventuras. Entonces (Alfredo) Despaigne le pegó un jonrón a Randy Gutiérrez con las bases llenas y Digno Rodríguez me trae en una grabadora la canción del espacio televisivo y yo la amplifico. A la salida del juego, cuando fui a montar en la guagua de los Elefantes para irme, me dijeron que me fuera en la de Granma. Carlos Martí era su director en esa época y al verme me preguntó sorprendido y solo le dije: ‘Ay, profe, si usted supiera’”.

Su relación con el público es otro condimento a los años. Pareciera distante, hermético desde su cubo de cristal, mas nunca escapa al roce.

“La gente me saluda por la calle, algunos hasta me achacan los problemas del equipo, ¡cómo si yo fuera parte de la dirección! Otros me reclaman por equivocarme al presentar a los atletas y es verdad, uno se confunde: a veces cambian a un jugador y si no se vira, no le veo el número. Además, hay trajes oscuros y desde aquí no se distingue bien. Antes el entrenador notificaba la sustitución al anotador y este a mí, no había tantos problemas. Ahora el árbitro gesticula con la mano y ya. Y yo no conozco a todos los peloteros de Cuba”.

A no pocos inquieta la pregunta: ¿qué hace cuando no hay pelota?

“Participo en cuanto evento se me asigna, expresa. Ya no estoy tan activo como antes, pues el Inder no cuenta con el audio para todos sus certámenes. Años atrás, actué como locutor en eventos nacionales como ‘Capablanca in Memorian’, ciclismo, polo acuático, nado sincronizado, dos ‘Córdova Cardín’, el  canotaje de los Juegos Centroamericanos y del Caribe…”.

Inning tras inning, el reto para Agustín consiste en mantener la bola en juego.

“Son varios los problemas a sortear, no creas; para empezar, vivo a 20 km del estadio. En estos momentos trabajo de lunes a lunes, debido a la Provincial los fines de semana… y eso, sin contar las veces que he dormido en el estadio durante la Serie Nacional. Sin sacrificio no se logra nada y cuando se ama una profesión, ningún esfuerzo sobra”.

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Darilys Reyes Sánchez

Licenciada en Periodismo. Graduada en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas en 2009

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