La última sesión del X Congreso…

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Tras cinco años, regresa al Palacio de las Convenciones de La Habana el debate entre profesionales de un gremio con alto protagonismo en la vida política y social del país.

Debate iniciado no al traspasar los delegados el umbral del importante centro capitalino de reuniones, sino en cada medio de la prensa en el país, cuando la convocatoria al X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba comenzó a mover la opinión de reporteros, corresponsales, camarógrafos, editores, diseñadores y colegas de las más diversas especialidades.

Un largo camino ha recorrido desde entonces la organización gremial para llegar hasta este 13 de julio de 2018, fecha en el calendario que indica no ya el inicio, sino el fin de un proceso donde revisar lo hecho, y marcar en rojo lo pendiente se torna hilo conductor.

Lamentablemente y por cuestiones obvias de mi edad, aún no era periodista cuando aquel Congreso de 1999 marcó pautas en la prensa cubana, en un contexto donde adaptarse a las nuevas tecnologías y emplearlas eficazmente en el ejercicio de la profesión, fue tarea de orden.

Por cierto, quienes protagonizaron esa etapa, el difícil tránsito de la máquina de escribir al ordenador, merecen en mi opinión el mayor de los reconocimientos, pues las rutinas productivas de la prensa cubana cambiaron completamente, y para bien.

Y al evocar entre colegas cónclaves más recientes, resalta igualmente el realizado en otro escenario no menos complejo: el de 2008, tras solo dos años de la proclama firmada por nuestro Líder Eterno, cuando supimos que seguiría acompañándonos, ya no al frente del país.

Pero este 2018 también enmarca otro Congreso con no pocos desafíos sobre el tapete, enfocados en primer orden en una naciente Política de Comunicación del Estado y el Gobierno cubanos, que debe convertirse, como dijera recientemente en Cienfuegos el decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Raúl Garcés Corra: “en un documento vivo”.

También en el tintero permanece el producir contenidos atractivos, repensar rutinas productivas y concretar modelos de gestión acordes al contexto económico circundante, que oxigenen el entorno profesional y material de nuestro sistema de medios públicos.

Tema nunca obsoleto, si de discusión entre periodistas se trata, es el aún no resuelto secretismo o lo que es igual: obstáculos de todo tipo para acceder a la información por parte de no pocas fuentes.

En contra del flagelo se han pronunciado los máximos líderes del país, y recordemos las palabras del primer secretario del Partido Comunista de Cuba, el General del Ejercito Raúl Castro, cuando en discurso pronunciado en el Parlamento durante el 2010, afirmaba: “Y soy un defensor de la lucha contra el secretismo, porque detrás de esa adornada alfombra es donde se ocultan las fallas que tenemos, y los interesados en que sea así y siga así”.

Y con la conquista de la información veraz y oportuna entronca otra necesidad latente, impregnada más de una vez en las relatorías de los debates de la UPEC: concatenar las agendas pública y mediática, aunque suene esto último un tanto a redundancia (como bien advierte un colega), pues medios y pueblo derivamos de igual tronco.

Con tales inquietudes llega la prensa nacional a esta, su décima cita. También — sin ánimos triunfalistas, pero tampoco escépticos— con tangibles cambios en contenidos de planas y materiales radiales y televisivos, acordes al llamado hecho por la dirección del país, de transformarnos, priorizar el diálogo, la participación ciudadana en nuestros medios, los temas que preocupan a la gente.

Mucho queda por hacer en tales empeños, pero sería injusto y desacertado desconocer el camino recorrido por un gremio que cuenta hoy con valiosos profesionales, a lo largo y ancho de este país.

Fidel Castro, junto a periodistas destacados, algunos de ellos galardonados con el Premio Nacional de Periodismo José Martí./Fotos: Estudios Revolución

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Un Comentario en “La última sesión del X Congreso…

  • el 13 julio, 2018 a las 10:00 am
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    De congreso a congreso, qué cambios se perciben en la prensa cubana, en nuestros medios de comunicación… Más allá de algunos casos aislados y de algunos retoques estéticos en determinados espacios, ¿acaso se ha cambiado esa visión oficial, de comunicados y de reuniones de sindicatos, organismos estatales y demás, en periódicos, programas televisivos y radiales? Hasta ahora los periodistas han tenido que esperar a que las sucesos sedimenten para entonces hablar de los mismos, incluso, muchas veces medidas desacertadas que se han tomado, y que luego tuvieron que ser reestructuradas, han sido tardíamente analizadas y fustigadas por los profesionales del sector. No creo que esto sea debido a la falta de competencias laborales o intelectuales, porque existen muy buenos periodistas en Cuba, no sólo en la capital, no, muchas veces nos olvidamos de que existen astros del periodismo en provincias y municipios que nada deben envidiar a los rutilantes capitalinos. Más allá del tema salario, que es ya un cliché en cada Congreso, pues la verdad casi que toma entre los periodistas un matiz simbólico y viene siendo la antítesis de lo que plantean los funcionarios que participan en estos debates al respecto del valor que se otorga al trabajo de los periodistas, el principal problema que creo existe en esta profesión es la dependencia del ramo a decisores que en ocasiones priorizan objetivos que a corto plazo resultan necesarios, pero que a largo plazo echan tierra a la credibilidad del periodismo cubano. Existen muchos jóvenes graduados, pero se continúan generando los mismos contenidos, salvo algunas excepciones. Por ello muchas veces los cubanos prefieren informarse a través de contenidos que le llegan vía Paquete o Internet. En este sentido quiero felicitar a toda la redacción de 5 de septiembre por intentar siempre escribir de forma atractiva de temas polémicos y de gran impacto social haciéndolo de forma desprejuiciada, siempre ateniéndose claro a la ideología que nuestro sistema político ostenta. Ojalá muchos medios de prensa en Cuba entendieran que los dinosaurios se extinguieron porque no pudieron aclimatarse a los cambios que su entorno les impuso, y pensándose indestructibles solo quedaron de ellos fósiles que hoy se estudian y guardan en museos.

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