La rebelión del Partido Independiente de Color en 1912

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Al conmemorar el 20 de mayo el aniversario 110 de la rebelión armada encabezada por Evaristo Estenoz, Pedro Ivonet y otros líderes del Partido Independiente de Color (PIC), primer partido cubano constituido sobre criterios de identificación racial, resulta insoslayable hacer referencia inicialmente a la masacre de cientos de personas de piel negra o mestiza que tomaron las armas en la mano para reclamar la justicia social y el pleno ejercicio de la democracia establecidos en la Constitución de la República, instaurada en 1902 bajo la tutela y control político del gobierno imperialista norteamericano.

Las cifras de las personas no blancas asesinadas, principalmente en la zona oriental de Cuba, nunca podrán conocerse con certeza debido a la censura establecida por los militares y funcionarios públicos del presidente José Miguel Gómez y otros personeros de la llamada “clientela política villareña”, respaldada por los poderosos capitalistas de origen hispano cubano de los Castaño, Falla Gutiérrez, Torriente-Cacicedo, Escarza y Acea-Requera-Monasterios, entre otros. Los testimonios de los miles de alzados y sospechosos sometidos a prisión hablan de números escalofriantes de asesinados, incluidos los líderes Estenoz e Ivonet.

En la región cienfueguera el alzamiento del PIC tuvo significativo respaldo en varios lugares. En Santa Isabel de las Lajas el prestigioso ex coronel del Ejército libertador, Simón Armenteros, encabezó el pronunciamiento armado como forma de presión para derogar la Enmienda Morúa. De inmediato, su grupo cortó las líneas telegráficas e incendió un puente ferroviario en las cercanías del poblado antes de avanzar hacia la zona del demolido ingenio Manacas, en los límites con la jurisdicción de Santa Clara.

En el poblado de Ariza, enclavado entre los centrales Manuelita, Dos Hermanos, Carolina y Portugalete, otro grupo no menos numeroso secundó al ex oficial del Ejército Libertador, Felipe Acea. A este, trataron de unírsele infructuosamente algunos de los miembros del grupo de conspiradores de Abreus aglutinados en torno al veterano mambí Esteban Owens. Por otra parte, en las llanuras surcadas por los ríos Damují, Alcalde Mayor y Hanábana, en el eje Rodas-Yaguaramas-Aguada de Pasajeros, el complotado Ricardo Curbelo trató de aglutinar a los desafectos.

La represión del jefe policial Antonio Martí en la ciudad portuaria de Cienfuegos y en otros pueblos, llevó a las cárceles a numerosos miembros del PIC, incluidos algunos abiertamente opuestos a la vía armada.

Por cierto, prominentes vecinos cienfuegueros “no blancos”, que se catalogaban a sí mismos de “pacíficos”, como Martín Reinoso y otros miembros del Centro de Veteranos y la Sociedad Minerva, anunciaron su intención de combatir a los alzados. La rápida movilización de las fuerzas de la Guardia Rural, bajo la jefatura del general Higinio Esquerra, persona de gran arraigo entre los grupos de hombres catalogados racialmente como negros, impidió el establecimiento de una efectiva coordinación entre los grupos alzados en el territorio cienfueguero. Tampoco Simón Armenteros, Felipe Acea y otros rebeldes de generaciones más jóvenes opuestos a la marginación racial y social que sufrían, pudieron contactar con el numeroso grupo de alzados encabezados por Abelardo Pacheco, en Sagua la Grande. Los líderes cienfuegueros del alzamiento no lograron la unidad de sus fuerzas y se mantuvieron eludiendo la persecución.

La necesidad de solucionar el conflicto armado de manera rápida para evitar la intervención militar norteamericana, llevó a los sectores enfrentados en Cienfuegos a negociar. Las redes políticas y sociales favorecieron el inicio de negociaciones de líderes conservadores y liberales con los jefes rebeldes. El 21 de junio, Felipe Acea depuso las armas ante el alcalde de Cienfuegos Ceferino Méndez y el general Higinio Esquerra. Poco después, Simón Armenteros hacía lo mismo ante el gobernador provincial Manuel Villalón.

El fracaso del pronunciamiento armado llevó a las cárceles a numerosos miembros del Partido Independiente de Color en la región cienfueguera, y mantuvo inalterable las condiciones de marginalización social y racial de los considerados por el color de la piel negros y mestizos del territorio.

Develar el silencio sobre estos sangrientos acontecimientos resulta ineludible para conocer la historia de la lucha contra el racismo y la discriminación racial en Cuba durante la República.

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Orlando García Martínez

Escritor, historiador y presidente de la filial cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

Un Comentario en “La rebelión del Partido Independiente de Color en 1912

  • el 24 agosto, 2023 a las 1:56 pm
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    Debiera estudiarse con profundidad en las escuelas cubanas

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