La profesora Cecilia Rosales y el Método Suzuki para violín

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 5 minutos, 21 segundos

Son varios los métodos de enseñanza aprendizaje aplicados a la música que se han creado en todo el mundo. Algunos se caracterizan por la búsqueda del desarrollo óptimo del niño, de manera holística y utilizan la música como modo o vehículo para lograrlo. Entre ellos se encuentra el método que propongo compartir con los lectores, creado por el pedagogo y violinista japonés Shinichi Suzuki, de quien asume su nombre.

Actualmente, en nuestro país, se está poniendo en práctica en Santiago de Cuba por varias profesoras que han logrado un alto nivel de preparación en el método, mediante distintos cursos de capacitación. Con una de ellas, Cecilia Dayana Rosales Prieto, tuve la oportunidad de conversar y le pedí que nos contara sus experiencias y dar a conocer a través de 5 de Septiembre sobre los resultados de su aplicación..

La maestra y violinista Cecilia Rosales es integrante de la Orquesta Sinfónica de Oriente y fundadora de la Orquesta de Cámara Esteban Salas; imparte la docencia en la especialidad de violín en la Escuela Vocacional de Arte José María Heredia de Santiago de Cuba y en el Conservatorio Esteban Salas; además obtuvo su licenciatura en Estudios Socioculturales; es investigadora y a la par colaboradora y fundadora del Proyecto Suzuki Santiago de Cuba Camaquito. A través de su testimonio quisiera mostrar en qué consiste el método Suzuki y qué ventajas tiene para la enseñanza.

(Cecilia): “En Santiago de Cuba tenemos a la profesora Jacqueline Jardines López que estudió el Método Suzuki para el violoncello en Lyon, Francia. Ella nos visitaba en la Escuela de Arte José María Heredia y hacía talleres con los niños de cello y de los otros instrumentos de cuerdas; practicaba piezas del repertorio y nos hablaba del método. Fue así como despertó la curiosidad, por conocer más al respecto, de la profesora Jana Marieta Perdigón (hoy directora del proyecto) y mío.Ambas, en vías de buscar alternativas pedagógicas para enriquecer el proceso de enseñanza aprendizaje, nos dimos cuenta de que el Método Suzuki o la Educación del Talento, como también se le conoce, tenía más profundidad de la que nosotras mismas imaginábamos.

“Un poco después, por el Sr. Egmont Rath, conocimos que la profesora suiza ESA Teacher Trainer for Violín, Agathe Jerie, venía a Camagüey en el año 2017. Logramos que este primer curso de Método Suzuki que se iba a dar en nuestro país, y que se coordinaba en Camagüey incluyera también ala Ciudad de Santiago de Cuba. Cuando nos abrimos a lo que era el método Suzuki, a través de lo que ella nos explicaba de cómo a los niños se les enseñaba la música de la misma forma que aprenden la lengua materna, nos dimos cuenta que es una manera diferente de enseñar.

“Muy pequeñitos, a partir de los 3 años, es que empiezan a adentrarse en el método Suzuki. El maestro Shinichi decía que ‘su enseñanza no era para crear grandes músicos, sino mejores personas a través de la música’. Nos encantó esa filosofía de educar, hacer crecer, potenciar muchas habilidades en los niños para que crezcan como seres humanos mejores. Eso nos impactó y pusimos todo nuestro empeño en aprender. Enseguida se dieron todas las ocasiones para que pudiéramos empezar a capacitarnos dentro del Método, gracias al apoyo de una ONG Suiza que se llama Camaquito, que funciona en Cuba hace varios años. Está muy relacionada con proyectos de Camagüey, por eso el nombre de Cama. Desde el primer momento tuvieron mucha disposición en apoyarnos en nuestro anhelo de trabajar el Método Suzuki en Cuba. Esta ONG colabora directamente con el desarrollo de los niños en varios proyectos culturales, artísticos y deportivos también.

“A través de ellos viajamos a Lima, en enero de 2018, donde se realiza todos los años el Festival Internacional de Música Suzuki. Esa fue la edición número 33. Allí la maestra Jana Marieta y yo pudimos capacitarnos. Conocimos a maestros de Suzuki de toda América Latina y nos dimos cuenta que el método era efectivo y tenía grandes logros en todos esos países. De regreso en Santiago, empezamos nuestro primer proyecto muy pequeñito, muy modesto, pero con muchos deseos de que los niños empezaran a tocar violín y pusimos los conocimientos adquiridos en esta función. En ese mismo año, septiembre de 2018, tenemos la posibilidad de que una gran maestra de Suzuki en Latinoamérica, Caroline Fraser (Escocia- Perú), estuviera en Cuba, invitada por nosotros desde el Festival de Lima. Y también la maestra brasileña de violín Renata Jordao vino a Cuba a impartir el Primer Curso de Filosofía Suzuki.

“El Método Suzuki nos ha ayudado mucho a cambiar nuestra perspectiva como docentes, adentrarnos en la música para crecer realmente”, expresó la profesora.

“Fue todo un éxito porque pudimos vincular a nuestros estudiantes del nivel medio y a nosotras nos reafirmó lo que ya conocíamos del método Suzuki. Sentó pautas para que el método se siguiera expandiendo. Luego, en 2019, volvemos a Lima, pero en esta ocasión con un grupo más grande de 4 maestras. Al regresar, en marzo, tuvimos una conferencia oficial con Camaquito donde presentamos la idea de un proyecto oficial para el método Suzuki y el Conservatorio Esteban Salas, donde trabajamos la profesora Marieta y yo, nos abre las puertas para hacerlo realidad.

“Toma como nombre Proyecto Suzuki Santiago de Cuba Camaquito y se funda el 25 de octubre de 2019. Funciona como un proyecto vocacional del Conservatorio Esteban Salas. Aúna a los niños desde 3 hasta 6 años, porque queremos que anteceda a la enseñanza artística. No funciona paralelo, por supuesto.

La máxima de Suzuki es crear mejores personas a través de la música, educarlos a través de ella. Se basa en una analogía de la enseñanza musical con el proceso de aprendizaje de la lengua materna y apunta a la formación y desarrollo de las capacidades de los niños planteando la sugerente cuestión de que el talento no es innato y que por lo tanto puede ser educado. Ha sido todo un sueño hecho realidad.

“Su finalidad de educar a través de la música, la obtienen mediante las herramientas que brinda para desarrollar valores; además implica una activa participación de los padres y familia en conjunto con el profesor. Un tema importante que nos apasiona es la relación de los padres, el maestro y el niño, lo que dentro del Método se le conoce como el Triángulo Suzuki.

“Nos ha reportado muchas alegrías y crecimiento pedagógico, cada día aprendemos más. Primero comenzamos con un violín de cartón, hecho a mano y después con violines reales. En el Método Suzuki, el pequeño tiene muchas posibilidades de desarrollarse a través del oído, porque empiezan sin leer música. La enseñanza de la lectura musical será posterior. Tenemos alumnos que luego de terminar la primera fase del proyecto, se decidieron por continuar el estudio de la música y se presentaron a las pruebas de ingreso para la Escuela de Arte. Vemos a los niños motivados y padres muy comprometidos, con muchos deseos de que aprendan la música, como te decía, no para que lleguen a ser grandes violinistas, sino que ven que la música contribuye a su desarrollo.

“El Método es muy positivo no solamente desde la parte pedagógica, sino que también hay un crecimiento en los niños de manera social y emocional, que le aporta mucho a su vida. La música debe ser algo para alegrar el alma, nunca debe ser incisiva e hiriente, como a veces pasa en algunos casos, sino para el crecimiento y la felicidad. Amén de la exigencia, muchas veces para que se logren algunas cosas el maestro debe ser empático y entender que estamos hablando de niños pequeños, sin ningún tipo de conocimientos. El Método Suzuki nos ha ayudado mucho a cambiar nuestra perspectiva como docentes, adentrarnos en la música para crecer realmente.

“El juego es lo más importante en esas edades, por eso emplear técnicas lúdicas y didácticas funciona muy bien. Ellos se divierten mientras están adquiriendo conocimientos. Una clase muy divertida, basada en el juego y en la alegría, les da confianza y deseos de volver. No hay nada que se imponga, tampoco exámenes para medir conocimientos.  Incluso, si hubiera una presentación, no se le pide al niño que toque la última pieza que está estudiando, sino una que tenga dominada para que avance seguro. Realmente es muy lindo todo los que hemos aprendido y vivenciamos a diario. Ha cambiado nuestra forma de ver la pedagogía. Nuestra meta de trabajo ahora es mostrar en Cuba los resultados que demuestran que el método sirve, aporta y que se pueden crear grandes personas a través de la música. Nuestro mundo necesita cada día contar con mejores seres humanos”.

Experiencias pedagógicas, como la que nos cuenta la maestra Cecilia son puestas en práctica por nuestros maestros que demuestran, a través de sus resultados, cuánto gana la formación del estudiante de música desde estas otras perspectivas. Agradezco a la maestra Cecilia por departir sus vivencias. Resta ahora inspirar a profesores de otros perfiles dentro de la enseñanza de la música de varias regiones del país, a que se interesen por el Método Suzuki y busquen a las maestras que lo han puesto en práctica en Cuba, para colegiar las bondades que ofrece.

Visitas: 20

Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *