La primera portuaria en Cienfuegos y el derecho conquistado de la mujer cubana

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*Por Ángel Bermúdez Pupo.

Pocos la llaman por su nombre completo. Los muchos que la quieren, los cercanos a ella, la conocen como Carmucha.

Me recibió como siempre, feliz de encontrarse con amigos. Abundante en sonrisas y recuerdos. “Sí, yo fui la primera mujer que trabajó en el Puerto de Cienfuegos”, me dice, y hay notas de orgullo en su voz. Durante casi una hora conversamos en su casa.

Su historia personal tiene el más importante punto de giro en los días en que la Revolución cubana estrenaba oportunidades para todos.

“Yo tenía 16 años cuando triunfó la Revolución y en aquel momento, cursaba estudios en la Escuela Profesional de Comercio de Cienfuegos. En mi aula, era la delegada de la Asociación de Alumnos”.

En 1959, la Escuela Profesional de Comercio ocupaba el inmueble que hoy acoge la práctica de varias especialidades deportivas, el conocido Frontón de Cienfuegos.

“Recuerdo, continúa Carmucha, que era mucho el activismo revolucionario. Participamos en innumerables actividades de choque: la limpieza de los parques, de las estatuas, en la campaña de alfabetización, por solo mencionar algunas”.

Sin embargo, afirma categórica que la creación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), abrió las puertas a la definitiva participación social de las cubanas.

“Cuando comienza el proceso para la constitución de la FMC, mi mamá y yo llenamos las planillas desde el primer momento. Nosotras pertenecíamos a la parte de Punta Gorda.

“Había muchas con una formación política y la disposición a integrar la FMC, porque sabíamos la importancia social y el peso que podíamos llegar a tener en todo el proceso revolucionario, en el desarrollo de la sociedad; además esa participación social es también un derecho, y ya algunas lo enfocábamos desde esa perspectiva. Otras compañeras no lo veían de ese modo. Eran víctimas de los patrones sociales, del machismo de la época.

“Cuando se constituye la Federación, una de las primeras misiones fue visitar casa por casa las zonas de campo, explicando a las campesinas la importancia, la necesidad, la oportunidad que representaba para nosotras pertenecer a la FMC.

“Fueron momentos difíciles. Recuerde que yo tenía menos de 20 años. Las mujeres nos recibían bien, pero algunas tenían miedo por los esposos. Aquí el machismo era muy fuerte y los hombres no querían que ellas trabajaran ni estudiaran. Querían tenerlas en las casas y sabían que la FMC iba a acabar con eso.

“En más de una ocasión tuvimos enfrentamientos con los esposos, siempre fueron de palabra, claro, aunque a veces, fueron situaciones muy desagradables.

“La creación de la FMC fue una revolución para las  cubanas: una revolución dentro de la propia Revolución que ya estaba en marcha, liderada por Fidel.

Significó que se escuchara nuestra voz porque también teníamos mucho que aportar, y eso supo verlo nuestra líder Vilma Espín, quien siempre contó con el apoyo del Comandante en Jefe Fidel Castro.

“Un ejemplo fue la creación de los círculos infantiles. Primero debimos buscar a quienes luego serían las directoras, las auxiliares de estos centros. Se creó, en La Habana, la escuela para preparar a este personal.

“Pero también se buscaron mujeres para las escuelas de corte y costura; abrimos aulas de superación aquí en Cienfuegos. Y así las cienfuegueras cienfueguera comenzaron a incorporarse activamente a la sociedad”.

De acuerdo con los archivos históricos, en Cienfuegos la sede de la FMC radicó, inicialmente, en la primera planta del edificio que hoy ocupa el Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología.

Pocos la llaman por su nombre completo. Los muchos que la quieren, los cercanos a ella, la conocen como Carmucha./Foto: Ángel Bermúdez

Como integrante activa de la organización, Carmucha recuerda los días de Girón. La tristeza por los caídos, la alegría tras la victoria. Muestra con orgullo la bandera cubana utilizada para cubrir el ataúd de un mártir matancero y que, pasado el tiempo, sin esperarlo, regresó a sus manos.

Evoca cómo las esposas y madres acudieron a los centros de trabajo para ocupar los puestos de esposos e hijos que estaban en la primera línea de combate. Fue el aporte de las mujeres para que no se detuvieran las producciones.

Fue después de esa etapa, triste y gloriosa a la vez, cuando la historia de Carmucha comenzó a entrelazarse con la de espigones y muelles en un ambiente que, hasta su llegada, solo pertenecía a los hombres.

“Ya a finales de 1962 y principios de 1963, termino mis estudios y a otra compañera, Olga Padrón, y a mí nos asignan para que nos incorporemos a trabajar a una compañía carbonera ubicada en Reina. La compañía Emilio Navarro Otaola había sido nacionalizada y se especializaba en la venta de carbón y de arena, además, tenía embarcaciones que prestaban diversos servicios en la bahía.

“Luego de unos meses, se decidió integrar esa compañía a la Empresa Consignataria y Terminales Mambisas, y yo pasé a trabajar en las oficinas.

“Allí, también constituimos el comité de base de la UJC, el núcleo del Partido Comunista de Cuba y la sección sindical. En las oficinas trabajábamos ocho mujeres en los departamentos de Economía y Personal.

“Comenzamos entonces, a participar en trabajos voluntarios como apoyo a las operaciones en los muelles. En un primer momento, llevábamos agua y merienda a los trabajadores; posteriormente, nos encargaron tareas de mayor envergadura, como la limpieza de bodegas. Fuimos las primeras mujeres en bajar a la bodega de un mercante.

“Todo aquello fue despertando mi interés. ¡David,enséñame a tarjar! Porque yo veo que las mujeres pueden encargarse de llevar las tarjas. Así le dije.

En aquel momento, David Palacios era su compañero de comité de base de la UJC. Aún hoy, Palacios trabaja en el Puerto de Cienfuegos.

“Él estuvo de acuerdo y me enseñó mucho acerca de las operaciones, los tipos de cargas…

“Ahí aprendí y me quedé como la tarjadora de esa brigada, que era extra a los turnos del puerto. De manera que eso lo hacía en el horario de la noche, los sábados, los domingos, porque continué cumpliendo mis funciones en oficina.

“Ya entre los años 1972 y 1973 comienzan las mujeres a ocupar puestos de trabajo en los que antes solo se desempeñaban hombres. Desde la FMC se estimulaba y preparaba a las féminas para que se incorporaran a sectores como el puerto, la construcción, las fábricas…

“Entonces, la dirección del Puerto de Cienfuegos abrió una escuela, ubicada en la Calle de Argüelles, para entrenar y formar a las mujeres en distintas especialidades como la tarja, la clasificación, entre otras.

“Yo me mantuve mucho tiempo como tarjadora; dediqué en total 50 años de mi vida al Puerto de Cienfuegos y ya jubilada, continúo como miembro activa de la Federación.

La FMC contribuyó a que se rompieran esquemas sociales, prejuicios; a que se reconociera a la mujer, junto al hombre, como pilar del modelo social vigente en Cuba.

Como María del Carmen Ferrer Casteñedo, Carmucha, cientos de miles de féminas de esa, y de generaciones posteriores, hasta hoy, conquistaron el sitio que por derecho les corresponde en la sociedad.

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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