La paz no es negocio entre influyentes sectores colombianos
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La paz alcanzada entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016 ha sido algo negativo para influyentes sectores colombianos, quienes hacían negocios con la guerra interna, de acuerdo con analistas.
El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), resaltó en un artículo publicado en su página web que durante el conflicto armado interno colombiano la lucha contra los grupos insurgentes se ejecutó mediante “un importante incremento en el gasto militar”.
Gasto militar al alza
Si en 1990 el gasto militar representaba ya el 2.2 por ciento en relación con el Producto Interno Bruto (PIB), nueve años después, cuando inició el Plan Colombia (acuerdo suscrito durante las administraciones del presidente colombiano Andrés Pastrana y el estadounidense Bill Clinton y con el que Estados Unidos proporcionó financiamiento al país suramericano para la lucha antiinsurgencia) el gasto militar dobló su proporción.
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— Rodrigo Londoño (@TimoFARC) 25 de mayo de 2019
El organismo regional de análisis reveló que en este proceso empresas colombianas, estadounidenses e israelíes fueron las que más beneficio sacaron de las necesidades para enfrentar “el terrorismo”, entre ellas el propio Álvaro Uribe durante los ocho años de su mandato (2002-2010) con el “justificado” pretexto de combatir a los grupos guerrilleros.
El CELAG identificó que la empresa israelí-estadounidense Verint Systems suministró infraestructura de interceptación decisiva, utilizada por organismos de seguridad de Colombia desde 2005.
El tipo de armamento que más importó Colombia de Estados Unidos y de Israel, entre 2001 y 2016, fueron bombas guiadas, misiles Python, aviones Kfir, carros blindados Sand Cat, aviones Hércules, helicópteros, tanques y sistemas de geolocalización, según la base de datos del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI).
En 2016, tras el Acuerdo de La Habana, las importaciones de armamento disminuyeron hasta los 73.1 millones de dólares, luego que ese indicador alcanzara cotas máximas en 2014 (119.2 millones) y 2015 (81.1 millones).
Confrontación alimenta a sectores poderosos
Es en este contexto en que se da la carta que el líder del ahora partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), Rodrigo Londoño, Timochenko, le envió al exjefe negociador de las FARC, Iván Márquez, la semana pasada.
Márquez declaró que fue un error haber dejado las armas, ante lo cual Timochenko asevera que la FARC es un partido “para la paz y nunca seremos un partido para la guerra”.
Reafirma que era muy ingenuo creer que la construcción de paz sería fácil, y más en un país con tantos intereses. “Lo demás es la guerra infinita, la destrucción interminable de vidas en su mayoría del mismo pueblo, mientras el poder sigue intacto en manos de una clase que se alimenta de la confrontación”, señaló en referencia a quienes hacían negocio con la guerra.
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