“La Paquita” y el plato principal de la mesa

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Cuentan que el arroz es considerado entre las plantas más antiguas usadas como alimento para la humanidad; y se encuentran referencias, incluso, de cómo Cristóbal Colón trajo algunas semillas a América en su segundo viaje. Pero para contar la historia del cereal en Cienfuegos, habrá que hablar, sin dudas, de Aguada de Pasajeros, el más occidental de los municipios de la provincia, situado al centro-sur de la Isla Grande.

Los aguadenses son especialistas en su siembra, cultivo y beneficio, pero también altos consumidores. De los años más duros del llamado Período Especial, recordamos cómo el precio del cereal resultó un medidor de la solvencia o no de la economía doméstica cubana cuando los antropólogos sociales decidan investigar. Tras la historia actual del grano nos aventuramos en un viaje hasta “La Paquita”, Unidad Empresarial de Base (UEB) donde se seca, molina y almacena el arroz para consumo nacional.

Liván Nodal Terry, director de La Paquita./ Foto: Juan Carlos Dorado.

Ubicada geográficamente en territorio matancero, cerca de Amarillas, la encontramos ya adentrándonos en la Ciénega de Zapata, por una carretera que mantiene una de sus vías ocupadas con grano para secado, vía que utilizan los cultivadores privados, quienes aprovechan el fuerte sol de la mañana y el mediodía para minimizar la humedad del grano que les queda excedente, tras cumplir los compromisos de entrega con la Empresa.

Unos silos enormes y el reflejo del sol en el metal nos anuncian que estamos en La Paquita. Liván Nodal Terry, director de la UEB ilustra a los lectores: “De 15 mil toneladas de arroz listo para el consumo se compone nuestro plan, el que pensamos cumplir para el mes de noviembre. A estas alturas del año, ya estamos al 101 por ciento de cumplimiento, a pesar de los daños ocasionados por la tormenta Alberto. Todo el grano que recibimos reúne las normas de calidad y se cumplen los compromisos de los campesinos pactados con la Empresa. Somos unos 150 trabajadores, con un salario promedio de 2 mil pesos y que recibieron un último pago de 4 mil 900 CUP. La atención al hombre aquí es prioridad, ellos no tienen horarios, comienzan bien temprano en la mañana y terminan ya de noche”.

Alieski Tamayo Labrada es el jefe de brigada del Molino: “Aquí no solo producimos arroz para el consumo, también salvado y cabecilla, subproductos que van a parar a las empresas porcinas para el alimento animal. Somos 30 trabajadores, 10 por cada turno. Tenemos materia prima para todo el año, pero, claro, eso depende del rendimiento en el campo, y hasta del clima, pero generalmente estamos beneficiando arroz sin interrupciones”.

Continuamos el recorrido por las instalaciones de “La Paquita”, en compañía de Liván Nodal Terry llegamos al área de almacenamiento o de productos terminados, allí conversamos con su responsable Iván Cordero: “Somos 24 trabajadores, estibadores en su mayoría, aquí se labora con mucho sentido de pertenencia y una buena atención al hombre para garantizar el éxito”.

En un aparte, Luis Heredia Miranda, estibador y fundador de la UEB comenta: “Esta planta la armamos hierro a hierro, la queremos como a nuestro hogar. Mire –dice indicando a un muchacho joven- este es mi hijo, trabajamos juntos y eso es un gran orgullo para mí, porque este oficio parece que será una herencia familiar”.

Continuamos nuestro periplo, los grandes silos nos hacen parecer pequeños, y el ruido y el polvillo del arroz nos mantiene como en una nebulosa, sin embargo, los hombres de “La Paquita” no parecen sentirlo y continúan laborando sin interrupciones. Llegamos al inicio, la tolva de recibo, por donde comienza el proceso, en un viaje en reversa. Allí, Amado Martínez Cañizares, el recibidor, muestra cómo la materia prima, recibida directamente de los productores, inicia el beneficio del grano, ese que recibimos en las bodegas, cada mes, a un precio subsidiado.

Y en verdad los hombres y mujeres de “La Paquita” resultan un colectivo indispensable en la economía cubana, en particular de la provincia de Cienfuegos, porque su producto final: arroz para el consumo, sustituye importaciones y le da un sabor criollo a ese componente indispensable en la mesa del cubano.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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