La novela y el cuento no mueren nunca; tampoco la poesía… resucitan

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“Es tan bello oír violines y no pelotazos sobre la pared”; una frase suelta que bien habría podido ser su himno. Pero eso se supo después, cuando la conversación se hizo fluida y la personalidad de Beatriz García Huidobro, narradora y editora chilena, comenzó a flotar en medio de los talleres creativos de la Escuela de Arte Benny Moré de Cienfuegos.

Allá en Chile los niños prefieren los balones de fútbol”, prosigue como si lo dijese para sí misma, como si se reclamase el tiempo pasado sin que algo diferente cayera sobre sus manos. “Ustedes son privilegiados, no siempre se tiene una institución para el desarrollo de los talentos en los niños. іOh! es bello el sonido de los violines…, ¿me querías preguntar algo, verdad?”.

Es su primera vez como jurado del Premio Casa de las Américas, además de ello se estrena en la categoría de Cuento, una de las de más concursantes… ¿cómo ha sido la experiencia?

“Ya había visitado La Habana. ¿Quién no quiere venir a Cuba? Eso es un deseo universal y de todo chileno. Tiene que ver mucho con la Revolución; de cierta manera también coincidió con la nuestra del año ‘70 que fue posterior y completamente distinta, pero de todos modos tuvimos una mirada permanente sobre cómo evolucionaba este país… En Chile pasó distinto, una revolución a lo chileno que no terminó como lo esperábamos.

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Volviendo al Casa te digo que la narrativa siempre ha tenido un terreno amplio; es como la forma más natural de expresarse, de contar lo que estas pensando, claro, eso luego se procesa literariamente y no se queda solo en la anécdota. Uno al leer descubre quién tiene la sensibilidad, la poética; descubre al que está experimentando y va por buen camino y al escritor maduro. Ya tengo seleccionados como seis libros y ahora viene la parte intensa, de volver a analizar y ver las sutilezas. Me ha encantado la literatura cubana que me tocó, he quedado impresionada”, resalta, y mientras conversa la sonrisa no falta, tampoco la gestualidad suave de sus manos blancas.

García Huidobro es autora de varias novelas, entre ellas, Hasta ya no ir, Nadar a oscuras, Misterio en Los Piñones y Café turco, también ha declarado un amor profundo hacia Samuel Beckett y confiesa que le gustan los textos que llevan cierta carga de sufrimiento… Ella se perdía por los pasillos para ir a donde hubiera libros, se sentía un personaje o una novelista desde que llevaba uniforme escolar.

Padura, uno de los escritores más importante de Cuba, dijo que necesitaba vivir aquí para escribir. Él no ha sido el único que enfatiza sobre esa idea. ¿Cree usted que es así o suena demasiado categórico al afirmarlo?

“Si vas a escribir sobre lo contingente de tu país, necesariamente debes vivirlo. No obstante, si es de los recuerdos de su infancia o de la juventud puedes estar en otro ambiente foráneo. Por ejemplo, José Donoso, que vivió siempre fuera no dejó morir a Chile en su obra, pero narraba un Chile del pasado, de su infancia”.

En el caso suyo ¿qué necesita para estar cómoda en su escritorio y darle riendas sueltas a la historia…?

Uno como mujer roba tiempo de otras cosas para sentarse a escribir. Cuando tenía los niños chicos debía preocuparme de la casa, del trabajo… uno siempre encuentra el momento y lo aprovecha, ese es un comportamiento muy femenino de sobrevivencia. Nosotras no necesitamos literalmente instalarnos en un escritorio durante cinco horas, porque mucho antes sabes que no dispones de ese tiempo. Recuerdo una época en que corría y mientras lo hacía iba tejiendo los conflictos de mis personajes”.

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La mujer escritora chilena es un referente internacional, varios nombres se han colado entre las audiencias y premios internacionales…

La mujer escritora chilena tiene mucha presencia en nuestro país, más allá de Isabel Allende que es muy connotada. En la actualidad creamos el colectivo autoras chilenas llamado auch!, el cual está integrado por cerca de 100 participantes. El grupo reflexiona acerca de la desaventajada posición de la mujer en el campo literario. Dentro del canon de lo que se considera buena literatura, se ha mantenido una mirada y una valoración masculina que potencia la escritura de los hombres. Es una invitación a leer a las mujeres y sus diversos modos de hacer literatura para una real y significativa transformación social desde una mirada feminista, o sea, crítica, situada, política”.

El impacto de las nuevas tecnologías pudiera arrinconar el hábito de la lectura…

En un punto sí nos aleja, pero al mismo tiempo te hace estar leyendo siempre algún texto. La gente está en una cadencia que no para, y eso puede dejarte vacíos, y al descubrir eso, vuelves a los clásicos, a la poesía…

La literatura de pronto se enciende y visualizas ciertos focos importantes, al mismo tiempo hay tanta inmediatez en las comunicaciones y las personas solo quieren leer textos breves, no hay tiempo para leer de largo aliento, para sumergirse en una novela…, pero igual te digo que la novela y el cuento no mueren nunca, tampoco la poesía…, resucitan”.

Su madre había decidido que iba a ser pintora. Y ella pintaba, por supuesto. Pintaba y pintaba, pero cada vez que podía se escapaba a leer… allí estaban entre sus manos Chéjov, Dostoievski, Gogol y Beckett. Ella quiso bailar, pero no aprendió. Un día estaba en una playa y de repente comenzó a poner palabras y frases en una agenda de hojas blancas y se dejó llevar… hasta siempre.

Muestrario de algunos de los libros de la intelectual chilena. /Captura de pantalla
Muestrario de algunos de los libros de la intelectual chilena. /Captura de pantalla

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

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