La nebulosa de la cola, otra entrada al desorden

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Hace unos días conversé con el director provincial de Salud sobre las complejidades del entramado social para canalizar y resolver problemas, una suerte de armazón, a veces recuelo de subjetividades muy difíciles de traspasar para vencer escollos.

A tal diversidad nos enfrentamos hoy en el panorama cubano, ante la crisis de desabastecimiento de la actual coyuntura, generadora del fenómeno de las colas, los coleros y una necesidad imperiosa de paliar su efecto desestabilizador.

Aún con las fuerzas del Estado volcadas a las calles, irregularidades acechan de forma inexplicable, y cuento: tienda El Progreso Cubano, sábado 8 de agosto, doce del día; el joven portero lanza la frase paralizadora “No podemos seguir vendiendo, no hay menudo”.

Rompió el éxtasis de unas diez o doce personas, quienes nos sentíamos dichosas de coincidir nuestro paso por allí, con el surtido de café de varios precios.

Lo más curioso es que del grupo, casi todos levantamos tarjetas magnéticas, esperanzados en burlar el obstáculo, pero la cara atónita del joven no esgrimió palabras.

A los pocos minutos, las puertas de cristal de la tienda de marras dejaban ver el espectáculo y de inmediato, los rumores de la cola daban en la diana: “La muchacha del nasobuco verde es de las fuerzas del orden vestida de civil y las cogió”.

Justo en la registradora, dos ciudadanas portaban inmensas cajas; hubo discusiones momentáneas, enfrentamiento y al poco rato, las susodichas salían volcando su malhumor a la cola: “Vieron, era caramelos lo que queríamos”.

Lo cierto es que de pronto todo se arregló, tras la acción la cola fluyó, todo apareció y al fin pudimos traspasar el umbral de aquella puerta, que aún con la novedosa tecnología de escáner de carné de identidad, solo unos instantes antes devenía muralla.

Y testifico que apareció todo, porque probé a pagar mis dos correspondientes paquetes de café por diferentes vías, uno por el pos y otro en efectivo y pudo ser, había pasado la nebulosa.

Tal término lo acuña la Real Academia de la Lengua Española (RAE.com) como “Otra entrada”; semánticamente entraña algo difuso y caracteriza situaciones como la antes escrita, cuando una nube de incertidumbre nos envuelve y entorpece llevar a feliz término el sacrificio de la cola.

Cuando la nube pasó, corroboré lo afirmado en el diálogo mencionado en la entrada del comentario; es imprescindible cortar por lo sano, coartar la dificultad en el lugar donde nace, en su raíz.

Todos los afanes son perfectibles, queda mucho por hacer, pero ejemplos como el que hoy trato demuestran que ni la tecnología, ni las campañas comunicacionales son suficientes, si no se abre el pecho a lo mal hecho in situ, allí, donde pueden pulular trucos y falsías.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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