La mirada crítica de Vallejo en los ojos de Paco Yunque

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Pudiera resultar extraordinario para los que ya han leído la obra poética de César Vallejo echarle un ojo por vez primera a Paco Yunque, tal vez el más conocido y antologado relato del emblemático autor peruano. Obra póstuma además, que vio la luz mucho después —en 1951— que sus textos líricos. Es incluido con posterioridad en el libro César Vallejo. Novelas y cuentos completos (1967) y a partir de entonces, junto a El vencedor, El niño del carrizo y otras narraciones cortas, en antologías y obras recopilatorias no solo del Perú, sino de toda Latinoamérica.

Paco viene a ser el resultado de un momento en la vida de Vallejo, durante el cual le dedicó tiempo a la docencia, pero también un reflejo de la entrega y su apego hacia los infantes. Ligado a este recuerdo está el primer trabajo como maestro durante 1910 en los Andes Centrales, mientras ejercía allí de preceptor de los hijos del rico minero, hacendado y político Domingo Sotil.

Por eso no es fortuito apreciar aquí en primer plano, la denuncia de la injusticia y la iniquidad social, vertido al plano estudiantil de la ficción.

“Sonaron unos pasos de carrera en el patio, apareció en la puerta del salón, Humberto, el hijo del señor Dorian Grieve, un inglés, patrón de los Yunque, gerente de los ferrocarriles de la Peruvian Corporation y alcalde del pueblo”.

Así va presentando a los personajes del relato, en el cual predomina la clareza lingüística, dispuesta sobre todo para el entendimiento del público joven, pero donde no faltan varios recursos literarios que caracterizan la poesía y el gusto estético del creador de Los heraldos negros.

Humberto Grieve no solo es la contraparte del callado y temeroso Paco, quien fuera traído desde el campo no solo para que sirviera como “muchacho de juego” al otro, sino que encarna la semilla que se desarrolla al calor de la clase explotadora por excelencia. Vallejo la conoció muy bien durante aquella segunda década del siglo XX, en las diversas haciendas azucareras del Perú por las que pasó. Y en el otro extremo, todos esos peones descontentos por el inmisericorde yugo, sometidos a un régimen casi carcelario.

Se nota en el espacio del aula: hermética, casi militarizada, marcada por la presencia del profesor. “¿Quién era el profesor? ¿Por qué era tan serio y daba tanto miedo? Yunque seguía mirándolo. No era el profesor aquel como su papá ni se parecía al señor Grieve. Más bien era como esos otros señores que venían a la casa y hablaban con el patrón”. Pero además, es el hombre que —a fuerza de interés y vasallaje hacia una jerarquía social superior—, reparte la injusticia entre varios de sus alumnos.

El clímax del asunto se revela casi al término de la narración, cuando Humberto quiebra y roba la hoja con la respuesta del examen de Paco y resulta el elegido para figurar en el Cuadro de Honor del colegio. “¡Qué rico Grieve! ¡Qué buen ejercicio ha escrito! ¡Ese sí que era bueno! ¡Era el mejor alumno de todos! ¡Llegando tarde y todo! ¡Y pegándole a todos! ¡Pero ya lo estaban viendo! ¡Le había dado la mano al Director! ¡Humberto Grieve, el mejor alumno de todos los de primer año!”.

De tal modo, la voz del narrador, en uso frecuente de la anadiplosis y las exclamaciones, refuerza la que tal vez sea mejor imagen del cuento: el agasajo fulminante frente al colectivo y la contradicción moral del suceso invita al replanteo y análisis, ya no solo de los niños aquí, sino también de sus mayores.

“-¿A ti también te pega el niño Humberto?

-¿A mí? ¡Qué me va a pegar a mí! Le pego un puñetazo en el hocico y le echo sangre. ¡Vas a ver! ¡Como me haga alguna cosa! ¡Déjalo y verás!”. Así, con esas “palabras que le gustaba repetir, dale y dale hasta el cansancio y cada vez con mayor énfasis”, según el biógrafo Juan Espejo Asturrizaga en su César Vallejo: itinerario del hombre (1965), va culminando la pequeña obra maestra.

Por eso es indudable que al “joven de Trujillo” le corrían por las venas desde muy temprano, las maneras de hablar desde el niño y para el niño. En suma, no están ausentes en sus obras líricas de mayor calibre, y fieles ejemplos son determinados poemas de Trilce o en los ecuménicos versos de España, aparta de mí este cáliz. 

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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