La invitada o los amores contingentes

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A mí no me importa lo que la gente piensa de mí”, escribía la francesa Simone de Beauvoir (París, 1908-1986) mientras continuaba esbozando al personaje de Francisca, y quizás, entre leves sonrisas de orgullo y satisfacción; efectos deliciosos que se dan solo en aquellos que realmente aman a las criaturas de sus obras.

La invitada (L’invitée) (1943), novela escrita seis años antes de su extraordinario y polémico ensayo Le deuxième sexe (El segundo sexo), puede considerarse como el embrión del profuso pensamiento feminista y existencialista que alcanzaría la Beauvoir al final de su carrera intelectual.

Simone —novelista, ensayista, filósofa, dramaturga—, quien fuera también compañera en el amor de Jean Paul Sartre, otro gran —si no el mejor— pensador de la primera mitad del XX, logró apuntalar y poner en crisis desde la aparición de su enigmática Francisca, la idea de la “mujer” o más bien lo que las sociedades occidentales entienden por mujer, como un resultado cultural esbozado a partir de conceptos retrógrados y esquemáticos.

La influencia de Sartre en ella desde 1929 duró más de 50 años hasta la muerte del brillante pensador, brotando en su obra el empleo de los tópicos referidos a la libertad y la existencia del individuo de una manera rotunda, que la llevó a separarse de los códigos familiares imperantes, que aún prevalecen en las comunidades patriarcales del orbe.

En suma, la Francisca de Simone de Beauvoir se parece mucho a su autora, quien, de hecho, plasmó su vida en una decena de textos que van desde las memorias íntimas hasta extensos diarios de inmenso valor testimonial. Entre los más conocidos sobresalen La plenitud de la vida (1960), La fuerza de las cosas (1963), Una muerte muy dulce (1964) o La ceremonia del adiós (1981), todos con sabor a retrospectiva, reflexivos, seductores, pero a su vez tremendamente inquietantes como el caso de Une mort très douce.

Fue quizás su origen burgués y el regodeo con la intelectualidad europea que nacía al calor de los cambios radicales en el pensamiento ético y político del siglo XX, lo que favoreció en ella el rechazo tajante a llevar una vida de ataduras y estigmas.

Como consecuencia, nunca llegó a casarse con Sartre, siendo practicantes ambos del llamado “poliamor”; bofetada sin guantes en el rostro del matrimonio occidental.

“Finalmente, usted acepta una existencia mucho más lamentable que la suya, dijo. Y diez veces menos libre. En el fondo, es muy sencillo, usted tiene miedo de romper con sus pobres costumbres, miedo de la libertad. Javiera bajó la cabeza sin contestar”.

Así se despliegan los temas en La invitada desde la primera parte, donde casi todo gira en torno al atrevimiento, la duda ante la ruptura o los cambios de visión. Para Francisca supondrá una novedad, una atractiva novedad la reciente compañía de su amiga joven Javiera. Por eso la persuade, la insta a que abandone su vida frívola en Ruán y se vaya —aunque sea sin el permiso del tío— a vivir con ella junto a su compañero Pedro, en el entusiasta escenario parisino: “No se puede hablar de fidelidad y de infidelidad entre nosotros —atrajo a Francisca contra él—. Tú y yo somos uno solo; es verdad, sabes, no podrían definirnos al uno sin el otro”.

Los objetivos aquí parecerán muy claros a los lectores que ya conozcan la vastedad de su obra: conformar un trío amoroso exquisito entre las bambalinas del ambiente artístico francés, y exponer poco a poco sus recovecos, más las reacciones de sus criaturas. Pero ojo, sin usar nunca los designios del culebrón romántico nauseabundo. No; es la Beauvoir profunda, conocedora de las matrices literarias, a toda máquina entre juegos temporales, monólogos interiores, perspectivas y atrevidos personajes narradores.

Habrá que ver luego si los resultados en esta ficción de Simone, representan —en mayor o menor medida—, una parábola de lo que expresara el propio Sartre sobre la relación de ambos: “Entre nosotros se trata de un amor necesario, pero conviene que también conozcamos amores contingentes”.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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