La inmortalidad del Comandante

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Marca el calendario, hoy, otro 25 de noviembre. Son tres años ya desde la partida física de un hombre singular; y su singularidad está, precisamente, en trascender todos los espacios de la memoria y los afectos porque Fidel, así de sencillo, es inmortal.

Se me antoja niño, soñando posibles profesiones, queriendo ser como el Che, amando entrañablemente a esta Cuba nuestra tan imperfecta como hermosa.

O mejor lo veo médico dedicado lo mismo en la vastedad de la llanura o en lo angosto de las montañas de cualquier parte de Cuba; o multiplicado en el ejército de batas blancas que han irradiado salud, alegría y vida en numerosos países del planeta. No hay dudas, Fidel —nuestro y del mundo es uno de esos heraldos de la vida, a los que conminó a compartir lo que tenemos.

No es fácil abarcar todas las dimensiones del Líder eterno de la Revolución cubana, inmortal desde la amplitud y claridad de su pensamiento; pero tampoco resulta imposible asir esa inmortalidad a estos tiempos nuestros en los cuales sus múltiples alertas sobre el destino de la humanidad están más vigentes que nunca, cuando vemos que mientras la Amazonía muere ante los ojos indolentes del gobierno brasileño, en Cuba, por ejemplo, se lleva adelante la Tarea Vida como el programa del Estado para enfrentar el cambio climático y concienciarnos a todos sobre cuán dañino puede ser nuestro actuar si no somos responsables.

Pero, por sobre todo, la inmortalidad de Fidel está en su capacidad de análisis, de esclarecer, convocar y convencer. La historia recoge diversos momentos en que esa capacidad sobresale, sin dudas. Y ahí está el desembarco del yate Granma, el encuentro en Cinco Palmas, cuando afirmó que con siete fusiles era suficiente para ganar la guerra; toda la gesta de la Sierra Maestra hasta el triunfo revolucionario mismo; y después no cesaron los retos, pero esa capacidad preclara tampoco disminuyó ni un ápice.

Muchas son las realizaciones dentro y fuera de Cuba que tienen el sello de Fidel. Pasará el tiempo, pero lejos de sumar años a su muerte añadiremos vitalidad a su capacidad de trascender.

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Quizás, nadie como su inseparable compañero de luchas, su hermano Raúl, para resumir esa notable trascendencia: “La permanente enseñanza de Fidel es que sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación y no renuncia a sus justos y nobles principios”.

Tales palabras que recuerdan lo expresado por el General de Ejército y entonces Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el acto político en homenaje póstumo a Fidel, en la Plaza Mayor General Antonio Maceo Grajales, de Santiago de Cuba, el 3 de diciembre de 2016, son una muestra elocuente de que aún está y estará muy vivo entre nosotros.

Este 25 de noviembre marca en el calendario el tercer año de no tenerlo solo de manera física, porque él está en cada obra que se abre para una mejor calidad de vida, él está porque sencillamente Fidel es un país; es éste, nuestro país.

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Tay Beatriz Toscano Jerez

Periodista.

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