La carretera: paisaje después de la batalla

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 20 segundos

La carretera (The Road), filme del australiano John Hillcoat según la novela homónima, Premio Pulitzer, escrita por Cormac McCarthy, discursa sobre un posible escenario futuro de desolación fruto de la hecatombe, donde un hombre y su hijo deambulan sobre los vestigios inhóspitos de ruinas postcataclísmicas.

Regia parábola —precisa, cortante, desgarradora y con un Viggo Mortenssen en absoluto estado de gracia interpretativa y una tan elocuente como certeramente fiel al espíritu del argumento fotografía de Javier Aguirresarobe— en torno al precio de la ambición humana y la capacidad -nunca más salvadora: se demuestra a lo largo del filme y especialmente al epílogo-, de amar incluso detrás del día después del (ese) mañana, la obra es, ante todo un notable drama sobre la naturaleza humana, por arriba de su filiación genérica a esta o aquella franja del fantastique (unos u otros la anexan a la ciencia-ficción, al catastrofismo o incluso al terror: al final por la interpretración de sus componentes deviene un summun convergente a la médula de géneros hoy día vistos con raseros más flexibles a la hora de asimilar sus heterogeneidades dada la difuminación de sus límites).

Análisis de introspección ontológica, de signo implícito, en comarcas de la pura distopía, filme sin concesiones, rara avis en la narrativa mainstream actual, vale por cuanto cuenta por cómo lo hace. Se le ha impugnado su extremo apego al libro, lo cual no puedo asentir ni desmentir, pues no lo leí, aunque tampoco es de creer que, dado el trazo de su letra, ello sea tan cuestionable para el filme. En su crítica en The New York Times, Father and son bond in gloomy aftermath of disaster, A. O. Scott suscribe que uno de los más destacados aspectos del filme radica en la manera en que los realizadores muestran el paisaje trágico en que puede quedar convertida una sociedad moderna por efecto del salvajismo ¿nuclear, medioambiental? Ronda otra interrogante en el aire al visionar el filme, sus imágenes de canibalismo, tribus, miedo, acechanza entre seres humanos, y es la mismo que Ballard dijo a la muerte de Kennedy, aunque entonces en plan de certeza indubitable mantenida luego de por vida: ¿el hombre es un animal?. Pero, parafraseando al escritor mexicano Juan Villoro al referirse a la obra del propio Ballard, La carretera logra distinguir, aun en medio del caos, el desconcertante resplandor de la belleza. 

Visitas: 88

Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *