La burocracia del amor

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Dice la historia, tal vez no tan verídica como muchos piensan, que a San Valentín lo ejecutaron el 14 de febrero porque se opuso a las prohibiciones del emperador Claudio II, con respecto al cristianismo, y continuó casando a los enamorados.

Actualmente, esta fecha se asocia en Cuba, y en muchos otros lugares, al amor y la amistad. Pese a ello, detrás de toda la simbología del romance, en tiempos de mercantilización, existen magnates frotándose las manos mientras los consumidores manejan carritos de supermercado, compran tantos bombones y flores como ningún ser humano pudiera imaginar y disparan las ventas en las tiendas de regalos. Por no hablar del abarrotamiento en restaurantes, donde las parejas tienen que marcar turno con varias jornadas de antelación.

No por gusto innumerables productos audiovisuales, díganse películas o series televisivas, se empeñan en seguir difundiendo estas prácticas “amorosas”, como mismo promueven la Navidad, Halloween, Acción de Gracias, entre otras. Los enamorados cubanos tampoco están exentos de esta situación.

En ocasiones, un detalle y una cena en casa valen más que cualquier obsequio. No obstante, y es una tendencia en ascenso, las salidas de los isleños a comer fuera comienzan a sobresaturar los negocios de manera tal que, prácticamente, se pasa más tiempo en la cola que en cualquier otra actividad mucho más a tono con la celebración. Incluso, se da el caso de personas que han llegado a la mesa del establecimiento en la madrugada del quince. Por no hablar de la subvaloración del detallito: un papel o un presente muy sencillo, que poco a poco se ha ido arraigando en nuestra sociedad.

A tantos años de los casamientos ilegales del obispo —o médico, según las diferentes versiones—, tal vez sea necesario definir quien es el verdadero protagonista de esta película. ¿Será el día? ¿Será la caja de bombones y el ramo de flores? ¿Será el homenaje al pobre San Valentín? “Lo cierto es que la misma fecha ha sido utilizada de tres formas diferentes según las épocas y, además, son tres los candidatos a patrón de los enamorados. Tres ‘San Valentines'”, asegura Cubadebate. ¿O será esa palabrita de la que tanto rehúyen los jóvenes y que tiene infinitas maneras de expresarse?

Además del amor a la pareja, existe el amor a nuestros sueños, a nuestras metas, ese que nos hace cambiar la baraja del destino; el amor a la familia, a los amigos; el amor, madre, a la patria… Y, finalmente,—como tal vez diría Saramago— el Amor, con mayúscula, ese que rige sobre el universo y comprende a los pequeños amores, con minúscula, y los dirige para que coexistan en perfecta armonía.

Estas fechas, sumadas a tantas otras que conmemoran los novios, a veces son tan importantes como la relación en sí. Para nada deberían abolirse; sin embargo, podemos impedir que se conviertan en camisas de fuerza. De lo contrario, terminaremos por burocratizar irremediablemente el sentimiento que nos une.

Albert Camus, Premio Nobel de Literatura, sentenció: “No ser amados es una simple desventura; la verdadera desgracia es no amar”. Porque estas cuatro letras se manifiestan libremente, de nada vale que intentemos confinarlas, enmarcarlas, incluso, mercantilizarlas e institucionalizarlas.

*Estudiante de Periodismo.

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Miguel Ángel Castiñeira García

Estudiante de Periodismo de la UCLV

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