La Batería Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua. El arte fortificado (IV, final)

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Fue posiblemente la capilla de la “fortaleza de Jagua” el primer sitio donde se recrearon figuras con pulsos estéticos; ante la urgencia de un espacio para el fervor cristiano y la solicitud de amparo.

Al fondo de este recinto velado (en la parte superior del muro), que tan solo se identifica a través de un dintel al relieve, donde aparecen las tres grandes letras tributando al rey de los judíos y una cruz de Calatrava, aún puede apreciarse la pintura mural más antigua encontrada en la región; según los expertos creada hacia 1830.(1)

Se trata de una manta sujetada por lazos, en cuya parte superior se ubican docenas de criaturas costaneras dibujadas de manera arcaica. En la adyacente quedaron ubicadas orlas y otros motivos geométricos con perfil decorativo y alguna variedad de colores apastelados. El artesano que dibujó estas escenas marinas no conserva una línea perceptible y cautela en la composición (enormemente simétrica); el encargo procuraba mejor un sentido de la utilidad que de efecto lúcido.

Detalles de la pintura mural ubicada en la capilla. Museo de la Fortaleza de Jagua. /Fotos: Archivo del autor

Para refrendar su apego a la ensenada se explaya en la fauna marítima y, a sabiendas de que la iluminación del local es deficiente, indaga cromas intensas, de manera que la escasa luz que entre al salón vibre en los entresijos de las formas semi abstractas, zoomórficas y cortinajes a medio sugerir.

En este sitio se emplazó el rústico altar; entiéndase una mesa para situar el objeto de la advocación, la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, que fuera importada de Barcelona por José Castilla Cabeza de Vaca, la patrona en lo adelante de aquel sitio olvidado por los dioses.(2) Será precisamente el esposo de Doña Leonor de Cárdenas el inspirador del primer ingenio azucarero que heredan (75 años más tarde) el habanero Agustín de Santa Cruz y Castilla y la sureña Antonia Guerrero de Santa Cruz; levantado en 1843: Nuestra Señora de la Candelaria.

La figura desaparece a razón del vandalismo y el sentimiento antirreligioso que pulula durante la década de 1970 en la Isla. Cuenta el arqueólogo trinitario Franklin Santander que algunos niños de la localidad destrozaron el icono y no se pudo recuperar. A inicios de 2015, tras un serio restablecimiento de la fortaleza, se colocó en el altar una reproducción del artista local Félix Sandy Cabello Rodríguez, quien tomó como referente algunas fotos antiquísimas de la figura mística.

Réplica de Nuestra Señora de los Ángeles, escultura que fuera importada de Barcelona. /Foto: Archivo del autor

El suceso (tras 40 años de su desaparición) se produjo ante la comunidad de pescadores y visitantes foráneos, con la presencia del artista de las artes visuales y la museóloga y programadora del recinto patrimonial, Reina Rodríguez, quien manifiesta en la inauguración que “un metro y 30 centímetros de alto y unos 60 de ancho mide la virgen, construida con yeso y como si fuera hecha por una persona de la época antigua de la fundación”. (Ojeda, 2015).

En verdad, la pátina, textura y expresividad no coinciden con el estilo de la primera mitad del XIX, y hasta percibimos cierta rusticidad en la hechura que roza lo burdamente artesanal. No obstante, la idea de recrear el espacio del altar es amena para los visitantes de la fortaleza.

La figura y obra del ingeniero Joseph Tantete Dubruiller inspiró la creación de una escuela de oficios para la restauración en Cienfuegos, fundada el 29 de septiembre de 2008, adjunta a la Oficina del Conservador de la Ciudad.

El centro se ubica provisionalmente en el Palacio de la Noceda, hasta que termina su reparación, y luego se traslada a un edificio cercano e inaugura el 15 de noviembre de 2012. Su primer director fue el Licenciado Pedro Alexis Aguiar Fundora, y desde entonces, contempla talleres de carpintería, yeso, albañilería, herrería, jardinería y vidrio.

En 2014 la “Joseph Tantete Dubruiller” recibe una Mención Especial en la Categoría de Restauración, que otorga la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC), por la “significativa recuperación de su inmueble” y alcanza a titular hasta la fecha más de 200 jóvenes destinados a la preservación del patrimonio local.

La escuela es la quinta de su linaje en funciones, conjuntamente con la de la capital, Trinidad, Camagüey y Santiago de Cuba. A inicios de 2016, durante el mandato de María Elena Almeida San Juan, moderniza sus talleres gracias a la colaboración de varios proyectos internacionales, como el grupo suizo Weitnauer, la empresa francesa Sadev 94 y las compañías españolas Gonio y Ferretería Unceta.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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