La Batería Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua. El arte fortificado (II)

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A todas luces, los planos concebidos por Bruno Caballero y Elvira para la erección de la Batería Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, resultan dos obras que abandonan el paradigma notarial (formas de dominación basados en ordenamientos técnicos sin culminación gráfica, sino escrita), para emplazarse dentro de un modelo o paradigma de representación visual. Ambos asombran por la depuración de las líneas, los volúmenes y el color, los símbolos y trazos auxiliares; como buenos legatarios de la cartografía temática (de custodia militar).

El ingeniero esboza con belleza y singularidad dos versiones que focalizan el sistema defensivo de la bahía, acaso distinguidas por tres figuras que subyacen como símbolos dentro del relato visual, tal cual los ángeles; que en uno parecen sirenos emergidos de la mar y en el segundo naturales de los cielos, de igual manera seres inmateriales que sirven a los creyentes y ofrecen (por misiva divina) la dona de los buenos saberes o la iluminación, aunque el autor bien pudo acogerlos en calidad de fieles guardianes de sus proyectos.

Es curioso como esta versión de los ángeles-sirenos (Igual, no podemos negar la posibilidad de que sean sucedáneos de Tritón. ¿El mar no es un signo vital en esta obra cartográfica?) no concuerda con las descripciones que aparecen en los textos akkadios, ugaríticos o bíblicos (salvo que toman la apariencia de los hombres y son alados), por lo que pudiera ser una invención de Caballero y Elvira. Las entelequias son hermosas y develan un buen pulso y sensibilidad para la pintura.

Plano para la fortificación de la Bahía de Jagua (1729), de Bruno Caballero y Elvira. Biblioteca Nacional José Martí.

Otra figura de interés resulta (en la versión de los ángeles convencionales) la que alude al árbol de Jagua, que se muestra hiperbolizado si lo comparamos con las dimensiones que posee el resto de la vegetación, asumiendo una connotación que fijarán más tarde los futuros habitantes de la península, aunque de icono se transmutará en un símbolo regional.

El 14 de febrero de 1730 emite una carta a España en la que diserta sobre la situación de iglesias, conventos y el emplazamiento elegido para la Catedral de La Habana. Al año siguiente comparte una planta icnográfica de cierta ciudadela a levantar en la capital. Es posible que por esta década comenzase la cimentación de la futura batería Nuestra Señora de Los Ángeles de Jagua y tal vez parte de su entramado arquitectónico. Penosamente, el 25 de marzo de 1745 testa con urgencia a favor de sus dos hijos: Manuela Margarita (1626-1754) y Bruno José Vicente (1724-1771)(1) y muere a los 69 años de edad.(2)

El hábil Bruno pertenecía al cuerpo de técnicos –esencialmente conformado por los ingenieros militares y pilotos de la Armada- que ejecutan planos a escala y atenidos a los códigos homogenizados; fuentes que se ponían al servicio de la administración real a modo de estudio y prueba.

La pérdida de Caballero y Elvira permite a Tantet Dubruiller recibir los honores por la erección de la batería. El coronel francés nace en Orchies (Douai) y muy joven se coloca al servicio de la tropa borbona. En 1742 Felipe V le comisiona como Ingeniero en Jefe de la Plaza de La Habana para la edificación de una fortaleza que proteja de los “acosos piratas a la bahía sureña y sus vecinos”. Es por esta puerta que emerge, consumando sobre una roca la estructura cúbica, con dos niveles, garita abovedada y un puente levadizo; siguiendo el canon arquitectónico de Sebastián Le Pestre, el ingeniero galo que clamó por la empatía entre el sistema de fortificaciones y el paisaje, la topografía y las entidades geométricas.

Durante ese período contrae matrimonio con la aristócrata capitalina María Altagracia Armenteros y Guzmán y Pita de Figueroa (Iglesia de la Parroquial del Santo Cristo del Buen Viaje, 28 de septiembre de 1754), madre de sus muchos legatarios. Se suele citar con alguna frecuencia a su hija Carmen, quien fuera esposa del Conde de Zaldívar, el Coronel de Infantería de Milicias José Fernández de Zaldívar y Murguía, regidor del Ayuntamiento y Alcalde Ordinario de La Habana; aunque otros herederos llegaron a recibir títulos por su servicio a la corona.

La batería se levanta, justo, en terrenos de la hacienda Juraguá; propiedad de D. José de la Guardia. Empero, el poblamiento de la zona no se alcanza hasta medio siglo después. De manera que, en los tiempos preliminares se asentaron huestes oriundas de Valencia, Canarias y Mayorca, acaso inducidas por la metrópoli para colonizar (poblar) la región. (Continuará).

 


(1) Bruno y Leonarda Manuela tuvieron una hija en febrero de 1739, llamada María Josefa, pero muere en 1742.
(2) Catedral de La Habana.Defunciones, Libro 7, folio 12, No 21.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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