La barbarie de la colonización española

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Cuando el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, exigió el perdón oficial del actual reino, antes imperio español, por el exterminio a los pueblos originarios provocado por la colonización en su país, la respuesta de Madrid fue airada y petulante, soberbia y definitiva. No obró a semejanza de Canadá, que en 2018 pidió perdón por rechazar a judíos que huían de los nazis; o de Japón, nación la cual había hecho lo propio siete años atrás, por su maltrato a prisioneros en la II Guerra Mundial.

No, en la península ibérica obraron como Obama cuando viajó a las ciudades japonesas sepultadas por las bombas atómicas. No ya disculpas; ni siquiera un acto de constricción. En la vieja metrópoli europea actuaron como siempre en estos casos u otros relacionados con sus antiguas propiedades coloniales de América Latina: como el Borbón franquista Juan Carlos, con Hugo Chávez; como el vapuleado Pedro Sánchez, con Nicolás Maduro, a quien le extendió un “ultimátum” que clasifica entre lo más asqueroso e idiota verificado en la política mundial de este siglo.

No hay perdón que valga, porque eso sucedió hace mucho tiempo”, gritaron en La Moncloa ante el reclamo de AMLO. La prensa corporativa (eso cabía esperar, pues la española es una de las más reaccionarias de Europa) e intelectualidad tampoco adoptó posturas críticas, sujetas al raciocinio y a la real necesidad de, al menos, ofrecer ese perdón que ya no puede hacer nada por aquella aniquilación humana, pero sí posee su carga moral. Demasiados creadores “de vanguardia” guardaron doloroso silencio y algunos escritores, pavos reales como Arturo Pérez-Reverte, lanzaron, más que vitriolo castizo en frasco sin disolución, improperios absurdos contra el político mexicano.

Y sí, es muy lícito pedir perdón; pero no solo a México, sino al continente todo.La colonización española, mal que les duela a muchos revisionistas históricos, figuró entre las más sangrientas de la historia. No es obra de una “inventada Leyenda Negra”.

Lo recoge la historia, con puras matemáticas, que nunca mienten. En los cien años posteriores al “descubrimiento” de América fueron exterminados cerca de 56 millones de indígenas. Solo en Cuba, liquidaron a tres millones en algo más de tres décadas: un ritmo frenético de muerte, indicador incuestionable de la barbarie.

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Un ensayo científico difundido el pasado año en una publicación especializada (Earth System Impacts of the European Arrival and Great DyingAfter 1492, bajo la rúbrica de los investigadores Alexander Koch, Chris Brierley, Mark M.Maslin y SimonL.Lewis en Quaternary Science Reviews. Volume 207) va mucho más allá y vincula el proceso de colonización con el inicio de las transformaciones del clima mundial.

Las 119 estimaciones de población analizadas por el grupo de científicos encabezados por Alexander Kock indicaron que antes de 1492 vivían en el Nuevo Continente aproximadamente 60,5 millones de personas, con una utilización agrícola y forestal de 1,04 hectáreas per cápita.

Las epidemias y las acciones violentas desencadenadas después de la llegada de los europeos provocaron la muerte, en solo una centuria, de aproximadamente el 90 por ciento de la población nativa; es decir, unos 55,8 millones de personas.

Los cálculos utilizados en el referido estudio arrojan que el dramático descenso de la población en América después del inicio de la colonización europea provocó el abandono masivo de tierras de cultivo.

Buena parte de dichas superficies cultivadasque se abandonaron fueron ocupadas de forma espontánea por vegetación silvestre. El crecimiento de grandes cantidades de árboles en estas zonas supuso la absorción de parte del carbono de la atmósfera. En concreto, los autores argumentan que este proceso de abandono de cultivos y crecimiento de árboles supuso una disminución de 3,5 partes por millón de dióxido de carbono en la atmósfera. La retroalimentación de este proceso en el conjunto del planeta habría llevado a una disminución de 5 ppm de dióxido de carbono.

O sea, buena parte del descenso de la concentración de gases de efecto invernadero registrado entre los años 1500 y 1600 podría explicarse por la acción indirecta de la colonización europea de América, sostienen los científicos.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

5 Comentarios en “La barbarie de la colonización española

  • el 8 enero, 2020 a las 12:10 pm
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    Yo también estaba equivocado, pues fui uno de los que creyó descabellada la petición de Obrador al gobierno de España. Pero ahora, luego de leer este trabajo reflexivo, recapacité y estoy muy de acuerdo con el periodista.
    Decía Azorín que “la justicia no es más que una cuestión de sensibilidad”: ¡qué poco sensibles se mostraron estos políticos e intelectuales españoles de hoy! En definitiva, ellos son los herederos de aquellos oprobios cometidos en el pasado, y un simple gesto habría bastado.

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    • el 23 septiembre, 2020 a las 5:02 am
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      No somos los descendientes de los conquistadores pues nuestros antepasados se quedaron en Europa, los conquistadores que fueron a América son los antepasados de los americanos

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  • el 2 enero, 2020 a las 12:21 pm
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    La historia siempre tiene sus matices, resulta archiconocido la realización de brutales sacrificios humanos que los aztecas hacian a sus dioses, muestra inequívoca de barbarie, por otro lado la cultura Maya desapareció ante el desastre ecológico por el pésimo manejo de los intensos cultivos sobre-explotados por sus populosas ciudades, en fin la historia y la razón nunca es de un solo lado, como dijo Capoamor “…todo es según del color del cristal con que se mira”. . Gracias x publicar.

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    • el 2 enero, 2020 a las 4:07 pm
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      Singular su bocanada de relativismo y desenfoque de un texto que no habla de los mayas, ni de los aztecas, ni de Tenochtitlan, ni de Moctezuma o de los amores de Cortés. Quizá si estuviera reseñando el filme Apocalypto o la serie Hernán. Las verdades históricas no son del cristal con que se miren. Existen y punto. Equiparar a la conquista española con las prácticas precolombinas es como decir que Hitler fue menos malo porque no tomó Berna y se hizo el de la vista gorda con parte de Escandinavia.

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