La Aurora del pasado es la alborada del presente

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En este 2020 se cumplen 155 años de la aparición de la edición fundacional del semanario La Aurora (la primera publicación para los obreros en Cuba) que, aun en los tiempos convulsos en los que surgió, pudo visualizar con decoro desde sus páginas, las problemáticas del naciente proletariado cubano en el siglo XIX, teniendo a la literatura como su fiel aliada.

Dirigida por un binomio de poetas: Saturnino Martínez (de origen asturiano) y Manuel Sellén (cubano), logró mantenerse viva por tres años, durante los cuales, sus múltiples colaboradores dejaron plasmados los primeros indicios representativos en la evolución del colectivo productor en la Isla. En suma, recoge su periodo en ciernes hasta el momento de convertirse en una clase social como tal.

Esencialmente —y representa su rasgo más notable—, estimulaba los medios para elevar el nivel cultural, así como el mejoramiento socioeconómico de los sectores laborales, sobre todo la manufactura y los tabaqueros.

Las luces estaban dirigidas hacia la permanencia de la lectura en las tabaquerías, la creación de un centro de capacitación para la artesanía, el acceso a la biblioteca pública para los trabajadores, la divulgación de las obras literarias y los avances científicos del momento. En tanto, continuarían la batalla contra la vagancia y el fraude, la lucha por la emancipación de la mujer o colocar lupas en los aranceles impuestos al campesinado. Esos fueron los temas principales abordados, y por consiguiente los más importantes logros de La Aurora, en una época funesta de la historia nacional en materia de derechos humanos.

Indiscutible fue el desempeño de la literatura en sus páginas, donde quedaron las rúbricas de conocidos escritores cubanos de la segunda mitad del siglo XIX. Entre los nombres sobresalientes destacaron José Fornaris, Luis Victoriano Betancourt, Felipe Poey, Antonio Bachiller y Morales, y otros menos emblemáticos, que además de intelectuales, fungían como trabajadores en los talleres: José de Jesús Márquez (1837-1902) o Juan María Reyes (1830-1878), conocido este último como “el bienhechor de los pobres”.

De acuerdo con el historiador José A. Portuondo, son estas voces variopintas las que “dan el tono al semanario y determinan la perdurabilidad de su mensaje”. Creadores y activistas —aun sin ser revolucionarios—, pusieron sus talentos, con mayor o menor conciencia, al servicio de una clase incipiente, a todas luces explotada y carente de los derechos más elementales.

Quizás fue el habanero Joaquín Lorenzo Luaces (1826-1867) el ejemplo más destacado entre todos, quien a pesar de haber sido un escritor de gabinete, no evadió jamás la crítica a los dilemas de su contexto. Sobre todo con la pluma de sus cantos en favor del progreso científico-técnico y el activismo laboral en pro del trabajador tabacalero: En el batey se presentan/ los marquistas exigentes:/ y con el oro en la mano/ compran la cosecha en ciernes,/ por el precio miserable/ que a cosecha en flor conviene […].

Estos versos suyos pertenecientes a Marquistas y vegueros, dan cuenta de la escrupulosidad del artista, la pureza de la métrica, lenguaje y solidez estructural, aun cuando el tema en cuestión es hosco y esquivo al arte.

Pero es bajo estos preceptos que Luaces le canta al trabajo y a la naturaleza, sin olvidar el punzón simbólico que hinca en la sociedad colonial; en su atraso, en su despotismo imperante: ¡Piedad para tus hijos!/ ¡Los dardos de tu ira temerosa/ mire al tirano, en sus entrañas fijos!/ Que te sienta, que tiemble y palidezca;/ y en sus brazos opresos/ que la mórbida carne se entumezca;/ que se hiele la médula en sus huesos!/ […] Pronto, muy pronto, entre el clamor inmenso/ relucirán las teas./ La misma diestra que te ofrece incienso,/ armada se alzará. ¡Bendito seas!//

Con estas y otras creaciones, La Aurora abrió un capítulo importante en la historia del país, orientando y educando al destacamento proletario, mediante la publicación de materiales periodísticos, científicos, pero sobre todo literarios, a través de múltiples gestiones.

Luego de un siglo y medio, apreciamos aquella “aurora” como el germen que dio paso a una nueva alborada de publicaciones inclusivas y referenciales del sector, como Trabajadores, en 1970.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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