Juana, la agricultura familiar y el sí se puede

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Juana Basilia Pérez Álvarez habló alto y claro, de modo que todos la escucharan bien. “Tengo setenta y cuatro años, y la edad no es impedimenta para mantener mi patio lleno de hortalizas, frutales, plantas condimentosas y medicinales, y hasta viandas, sin que falten los animales de corral”.

La asociada a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Sergio González López, del municipio cienfueguero de Aguada de Pasajeros, aprovechó la asamblea de compromisos para incrementar la producción de alimentos entre los cooperativistas, e instarlos a incorporarse al programa de la agricultura familiar.

La propuesta de la usufrutuaria de la finca María Dolores fue secundada por la mayoría de los presentes. Incluso, de la propia reunión campesina surgió la disposición de convertir al consejo popular Real Campiña en el primero de la provincia en alcanzar la condición de Referencia en el movimiento de patios y parcelas productivos, de conjunto con los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).

No hay dudas de que la iniciativa tendrá en Juana uno los más fervientes promotores, tanto por su entusiasmo y vitalidad, como por los conocimientos agrícolas, pues, “le conozco los secretos a la tierra desde los siete años, cuando comencé con una guataquita hecha por mi padre. Él me peleaba por la inclinación al campo, pero ese era mi gusto y satisfacción”, comenta con orgullo.

Recuerda Juana que a pesar de los rezongos del viejo, ella persistía en su afán por ayudarlo en la la labranza. “Por su insistencia de que fuera para la casa le ripostaba, ‘papá, una yerbita cortada por mí, e’ una menos para ti…y  hasta de narigonera de la yunta de bueyes le servía para lograr surcos derechos, porque, vea usted, antes, toda la agricultura se hacía con esos animales”.

Si bien la vida y la sociedad en que vivió después le dio la oportunidad de estudiar, sus raíces campesinas estuvieron ahí. La Revolución le entregó a la familia un pedazo de tierra. Verdad es que la edad no le permite ahora someterse a los rigores del campo, pero en su lugar se ha dedicado “en cuerpo y alma”, como le gusta decir, a mantener su patio bien sembrado para el autoconsumo de los suyos y compartir con los demás.

Solo estoy esperando la menguante de agosto, la mejor etapa de plantar, para completar las cepas de plátanos que faltan para los 70 montones en el mismo lugar donde mata a mata logré, con mis propias manos, una arboleda de mango, aguacate, marañón, tamarindo, guanábana, guayaba y hasta un pequeño cafetalito”.

Y como para reafirmar su tesis de que cada pedacito de tierra es últil, exclama, ¡Por eso apruebo con las dos manos en alto la idea de convertir a Real Campiña en un gran patio productivo; invito a mis coterráneos a visitar mi casay escuchar mis modestos consejos, porque conmigo pueden contar para ese gran movimiento de la agricultura familiar, no digo yo sí se puede!

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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