José Jacinto Milanés: primer ingenio poético de Cuba

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¡Tórtola mía! Sin estar presa/ hecha a mi cama y hecha a mi mesa,/ a un beso ahora y otro después,/ ¿por qué te has ido? ¿Qué fuga es ésa,/ cimarronzuela de rojos pies?

De niña, al recitar de memoria esos versos de La fuga de la Tórtola, podía sentir el hondo lirismo de José Jacinto Milanés, poeta, dramaturgo y ensayista cubano, cuya corta existencia dejó, a la par de una huella imborrable en la lírica cubana, una aureola de leyenda en torno a su figura.

En el seno de una familia de escasa fortuna nació en Matanzas, el 16 de agosto de 1814, el niño que con el decurso del tiempo sería reconocido como el más loco y romántico de los poetas y dramaturgos de la Isla.

Primogénito de una prole numerosa, no tuvo José Jacinto amplias posibilidades de recibir una educación esmerada. Asistió a la escuela de Ambrosio José González y aprendió el latín con Francisco Guerra Betancourt, a quien sustituyó algunas veces en su cátedra. El resto de su educación corrió a golpe de perseverancia personal, y gracias a ello llegó a dominar a la perfección el italiano y el francés.

A temprana edad se inició en el conocimiento del teatro clásico español, cultivando una pasión que lo condujo a  escribir desde muy joven ensayos dramáticos. Poderoso estímulo literario fue para él su amistad con Domingo del Monte, en cuya casa en La Habana pasó varias temporadas, a partir de 1836. En ese contexto se relacionó con los escritores que frecuentaban la tertulia y pudo ampliar, a través de la biblioteca de Del Monte, su cultura clásica y moderna, y comenzar su período de mayor actividad literaria, que abarca de 1836 a 1843.

José Jacinto Milanés vivió 49 años, pero estos siete representaron los más fecundos en su quehacer literario, comprendido dentro del romanticismo de la literatura española. Publicó en el Aguinaldo Habanero (1837) su famoso poema La Madrugada y otras poesías. Aparecieron colaboraciones suyas en casi todas las revistas habaneras: El Plantel (1838), El Álbum (1838, 1839), La Cartera Cubana (1839), El Prisma (1846), Flores del Siglo (1846), El Artista (1848), Revista de la Habana (1853, 1856), Revista Universal (1860).

En Matanzas colaboró en La Aurora y El Yumurí. En 1838 se estrenó en La Habana, con éxito de crítica, su drama romántico El Conde Alarcos, con el cual se convirtió en uno de los pioneros del género en lengua española. Este estreno le provocó su primera crisis nerviosa, por motivo de la cual nunca accedió a ver la obra en escena.

Hacia noviembre de 1839 unas fiebres atacaron el delirante cerebro del vate matancero y lo mantuvieron inválido durante más de dos meses. En 1840 terminó la pieza Un poeta en la corte, censurada hasta 1846. Entre sus obras de teatro también se cuentan Por el puente o por el río, que no llegó a concluir, y Una intriga personal, extraviada definitivamente.

Reseñan los críticos que hasta 1837 se apreciaba en el matancero una lírica espontánea y una entrega apasionada a todo lo que amaba. Desde entonces, y hasta 1840, descubrirán en su obra la mano incitadora del intelectual adinerado Domingo del Monte, quien sugería temas en la poética del juglar, que lo llevaron a tratar asuntos sociales, reformadores y moralistas.

A ese momento corresponden sus composiciones El Mendigo, La madre impura, A una coqueta, El expósito, El hijo del rico, El ebrio, y otras entregas calificadas por varios especialistas de menor calidad artística, comparada con su poesía lírica.

El propio año de 1840 empezó a publicar sus cuadros de costumbres en verso, El mirón cubano, precedentes del teatro costumbrista. Por influencia de Del Monte obtuvo el cargo de secretario en la compañía del Ferrocarril de Matanzas a Sabanilla, empleo que hubo de abandonar en 1843, por motivos de salud. A partir de esa fecha permaneció recluido en su casa.

Por esa época José Jacinto rompió el compromiso de más de diez años con Dolores Rodríguez Valera, al enamorarse de su prima Isabel Ximeno. A esta ruptura y al desaire que sufrió por parte de la familia de su prima se atribuyen los primeros síntomas del desequilibrio mental que padeció hasta su muerte. Otros biógrafos, sin embargo, lo vinculan con factores hereditarios.

Costeado por sus admiradores y amigos, en mayo de 1846 el poeta emprendió, acompañado de su hermano Federico, un viaje a los Estados Unidos, Londres y París, con la esperanza de hallar para su mal una cura que jamás encontró. Regresaron en noviembre de 1849. Algo mejorado, escribió ya pocos versos, sin lograr igualar los de sus primeros tiempos, despojados del frescor y la naturalidad de sus composiciones iniciales.

En 1852 su extravío mental sufrió nuevas crisis que lo hicieron caer en un mutismo casi completo. Así vivió once años, hasta su muerte el 14 de noviembre de 1863.

Dotado de una gran capacidad pictórica y literaria, José Jacinto Milanés es considerado por muchos críticos el primer ingenio poético cubano, de sentimiento candoroso, en cuya obra se palpa el amor hacia la pureza y lo estrictamente cubano, un espíritu romántico, sutil, apasionado, que supo urdir con sus rimas la sensible y tierna naturaleza de un ardiente y desvariado orfebre de las palabras.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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