Jabitas piñatas

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Él estaba sentado en el descanso de una casa. Sus manos sostenían el bastón, mientras la mirada buscaba donde posarse, para luego enviar la señal a la lengua y hablar; a veces, la gente siente rotunda necesidad de aportar ideas a quienes van a ritmo de jicotea o de liebre, de gigante o de hormiga.

Pasé por su lado a alta velocidad, en ese insoportable duelo que suelo sostener contra el reloj.

– No entendí lo que escribiste la semana pasada —dijo a secas, y frené como si el accidente fuera inminente, imperativo y con pronóstico de demoler cada uno de mis huesos. Después de diez años en una Redacción, poco importan los portazos en las oficinas, las caras serias, las atribuciones de otros en un intento de comprar el alma, las vejaciones, el desdén con que suenan las sílabas en algunas bocas…, todo resbala, menos el público.

– Lo leí como tres veces. ¿Para quién escribiste eso? —replicó, y me hizo voltear, olvidar el duelo “relojístico”, la mantequilla que se derretía en el interior del bolso, el cordón del tenis que amenazaba con zafarse antes de llegar a la esquina, la cita con el director, la cafetera que acababa de colar en casa de la amiga.

– Era sobre los libros —dije, tan enana como Meñique.

– Tú no me conoces, pero yo sí. Te busco entre las páginas, olfateo tus escritos. ¿Qué te pasa? Aprieta más. Habla de las jabitas piñatas, es un buen tema —recalcó, y en su mirada había una chispa encendida, como si fuera el viejo pez que de tanto hablar enmudece a la querida presa.

Imaginé la taza de café servida en casa de la amiga, las hojas de las agendas penetradas por la invasión de una mantequilla derretida y las letras bailando entre tanta flexibilidad. Imaginé mi día en un caos terrible, mas solo tuve deseos de pedir un lado en el descanso de aquella casa antigua.

– ¿Usted habla de la cantidad de piruetas que uno debe hacerles a las dependientas para obtener jabas en las tiendas en divisa?

– No.

– ¿De lo inestable que está su venta en los mercados de la red minorista de Comercio?

– No.

– ¿De los malabares que hace la gente con los productos congelados  o bolsas de yogurt en las manos porque en las tiendas casi no tienen para dar?

– No.

– ¿De la venta ilegal de jabas en las afueras de los establecimientos estatales sin que estos puedan incluirlas en sus servicios?

– No.

– ¡Me doy por vencida! —dije, y hasta doblé la cartera en dos partes, di por suspendida la visita a casa de la amiga, y ni pensé en los cordones de los tenis.

– Las jabas piñatas son las que colgamos cargadas de basura en los postes de la electricidad o en la matas que supuestamente adornan la acera. Hay muchachos que las desfondan, pero además, la gente no respeta los horarios, las cuelgan sin mirar que afean la ciudad.

Cienfuegos nunca ha sido una aldea, siempre hemos tratado de tenerla impecable. Ya esa cultura se ha perdido. Lo mismo sacan un saco con escombro, tiran seis metros cúbicos de arena en la misma acera, hacen volar toneladas de papeles o adornan las jardineras con las latas de refrescos y pomos plásticos. Todo parece ser un gran sinsentido, porque uno siempre suponía que el desarrollo, las nuevas tecnologías y la educación para todos, traería mayor cultura ciudadana, pero noto que en eso involucionamos. ¡Acuérdate, jabitas piñatas, a ver si la gente cambia…!

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

2 Comentarios en “Jabitas piñatas

  • el 25 mayo, 2018 a las 11:36 am
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    Muy buen articulo este, la inconsciencia humana ya no tiene límite y eso está afectando la belleza de nuestra ciudad pero ahora, una reflexión, si las personas somos inconscientes de lo que hacemos, alguien le tiene que poner el “cascabel al gato” y tomar medidas que lleven a estas personas a tomarlas, recuerdo en mi juventud a todo lo largo del paseo del prado habían inspectores si nada más te acercabas a una jardinera te multaban, hay veces que debemos tomar el toro por los cuernos y ser un poquito drásticos para como diría un buen cubano: entrar a las personas por el aro o en cintura, últimamente en la ciudad se han tomado varias medidas para mejorar la limpieza de la ciudad, medidas que realmente lo que se ha hecho es votar el sofá (para seguir con los dichos cubanos) porque realmente lo que hacen estas medidas es afectar a la población como por ejemplo la de los papeles de las pizzas, creo que si se retomara lo de los inspectores públicos las personas se educarían un poquito, y más que educarse, entrar en conciencia que dentro de ese mismo espacio que ensuciamos, que afeamos, que rompemos, que maltratamos… también convivimos, juegan nuestros hijos, pasean nuestros abuelos, visitan otras personas y que no es más que nuestra propia imagen la que queda en tela de juicio, ojalá estas pequeñas cosas sirvan para contribuir a que nuestra ciudad continúe siendo una PERLA

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  • el 25 mayo, 2018 a las 7:37 am
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    Un buen articulo para ver si tomamos conciencia, la limpieza en nuestras ciudades para algunos es una cosa q’ nos les importa en vez es importante tanto para nosotros q’ para visitantes, es lo primero q’ observan en sus viajes, limpieza es educacion, soy de Santa Clara pero estuve anos en Cienfuegos de verdad se caracterizaba por su limpieza y belleza ,son anos q’ no la visito, siento lastima por la llamada Perla del Sur.

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