Irrespeto

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La primera vez que escuché un trap dentro de una tienda fue en otra provincia, el pasado mes de julio. En el mostrador de la “shopping” compraban tres mujeres y una niña, mientras aquello sonaba sin contemplaciones, apuñalando la dignidad del local y de quienes lo visitaban. Le pedí al dependiente “que quitara eso, por favor, pues había compañeras en el local”. Lo hizo, sin siquiera responderme una palabra, pues sabía que estaba en falta y si sus jefes conocían el incidente, probablemente fuera despedido. A fuer de sincero, me chocó casi tanto el irrespeto de la sucia grosería sonora en un sitio público como la falta de solidaridad de las mujeres a las cuales defendí. Ninguna me miró a los ojos siquiera; no hablemos ya de unas simples gracias.

Reconozco que en Cienfuegos no había apreciado la reedición del lamentable hecho en alguna de dichas tiendas (también mis desplazamientos a tales unidades se ha reducido considerablemente) hasta hace dos semanas, cuando en un local del giro amplificaban otro trap de producción nacional, de los más lancinantes por cierto. En el local hacían cola una pareja de mediana edad con su hija, un anciano y tres jóvenes. Para mayor inri, las vendedoras eran mujeres. La más joven de ellas, ante la inmutabilidad de las otras dos —mayores—, incluso tarareaba aquella asquerosidad ante los oídos de todos. Nadie dijo nada. Todo “normal”. Parecía que quien cantaba era Pablo Alborán. Ni una sola persona requirió a la joven vendedora y sus colegas mayores.

Como se apreciará, no identifico la unidad, puesto que el objetivo de este texto no es arremeter contra ese sitio puntual, sino poner en perspectiva un fenómeno que nos está atacando flancos que debían ser impenetrables. No solo una tienda, el espacio de agresión es muchísimo mayor. He escuchado la reproducción de estas afrentas sonoras en sitios realmente impensables.

Para explicarlo en palabras sencillas a quienes todavía no conocen lo que es el trap: es el mismo reguetón, solo que doscientas cincuenta veces más burdo, soez y humillante. No solo resulta un ataque cavernícola contra el sexo femenino, sino contra cualquier ser humano. Nuestra más reciente edición de Conceptos (trimestrario cultural de la editora 5 de Septiembre, a la venta ahora en estanquillos) le dedica una página, en fecha reciente salió publicada una extensa investigación en Juventud Rebelde; y otro medio capitalino de carácter digital resumía así sus daños, en texto publicado la semana anterior:

“Cuba sufre el azote de un virus no reconocido y con categoría de plaga (…). Se expande por el espacio como una arrolladora invasión y sin tramitar permisos burocráticos. Resuena en tu cabeza, en tu cerebro, te guste o te disguste. Barre con las sutiles restricciones del ser individual y con impunidad total. Y aunque en lo que se refiere al volumen de audio hay regulaciones legisladas a las que es posible apelar, el proceso (…) puede cimentar rencores entre personas. La mayoría de la gente (…) prefiere soportar a ganarse un enemigo. Otras veces la batalla es de uno contra la mayoría, así que se rinden antes de luchar. Hay que ver (u oír) lo que puede padecerse en una guagua. No solo a causa del violento y repetitivo bit del background, sino especialmente por la obscenidad de las líricas (si es que a semejantes textos se les puede honrar con ese nombre). Algo tan inconcebible como: Échame el pellejo pa’trá, pa que veas la peste a p… que tengo… (…)”. Los puntos suspensivos son míos; el texto, como en todo trap latino, es zoológicamente explícito.

Eso es lo que algunos de nuestros jóvenes de Cienfuegos —lamentablemente—, tienen que oír en el Malecón, en espacios de baile o amplificado de forma ambulante por toda la ciudad mediante las “bocinitas”. Se trata de una invasión sonora de intención monopólica marcada por personas que no tienen una pizca de conocimiento de la música; y en realidad nada les interesa esta. El objetivo es hacerse notar, impactar (y atentar, molestar e incordiar) sobre la base de una estridencia procaz a grado máximo, que además de burlarse de la mayoría de los valores del ser humano, degrada hasta a sus propios difusores.

Existe un universo maravilloso de música al alcance de todos, harto fácil de encontrar en la era digital. Ningún ser humano debe dejarse “llevar por la manada”, si eso va en contra de sus preceptos, gustos y espíritu.

Nadie puede doblegar a la colectividad. No se puede seguir conviviendo con lo erróneo, porque cuando lo viciado se convierte en “natural”, pueden suceder cosas terribles. No podemos seguir callados cuando otros burlan nuestros derechos. Y los centros del Estado deben jugar su papel, siempre.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

19 Comentarios en “Irrespeto

  • el 4 abril, 2018 a las 12:25 pm
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    La situación es terrible.
    Si en algo tiene razón el usuario Diego es que el Estado cubano no puede suprimir, censurar completamente a este “género musical”, pues me parece que ya es muy tarde para hacerlo.
    Suprimirlo supondría un retroceso aun mayor, pues a lo largo de la historia se ha comprobado que la censura ayuda a aumentar los niveles de audiencia y a buscar entre los oyentes un por qué de esas situación.
    No, la respuesta correcta creo que está en mostrar como dice el periodista, ese “mundo musical maravilloso” que existe tanto aquí como en el resto del planeta. Crear plataformas informativas al respecto; poner a los graduados de música a trabajar con los públicos, o como se hacen en los países desarrolados: las bandas de música clásica contemporáneas ofreciendo gratis su trabajo en metros, terminales, parques y otros sitios…
    Por desgracia la cosa es mucho más compleja de l que parece; si el público cubano pierde su sensibilidad, no tiene educación ni gustos estéticos definidos, a las claras jamás podrá sentirse intersado o gustarle ese mundo maravilloso de la música que nos rodea. No habrá nunca una búsqueda, ni la más mínima indagación ni nada por el estilo. El trap latino o como quieran llamarlo, habrá ganado la batalla.

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  • el 20 enero, 2018 a las 5:54 pm
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    La mayoría de los que ponen esta musica,no solo en su casa sino en cualquier lado donde se les da la oportunidad,no leen periódicos ni ven el noticiero,porque el trap entre otros géneros denigrantes está dirigido a los jóvenes y a personas con bajo nivel de cultura,que sí existen en este país muy a pesar el esfuerzo que realiza la Revolución.

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    • el 21 enero, 2018 a las 3:48 pm
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      Sí, es muy cierto, lector; aunque también lo escuchan jóvenes con formación en nuestro sistema académico. El rechazo a este fenómeno ha de ganarse, creo, desde el plano individual de la persona que, al cultivarse, por inducción de este reniega. Ahora, de camino a ello existen, además de la falta de voluntad personal, disímiles escollos, influencias, interferencias y un medio circundante hostil a validar otro tipo de música quizá porque esta sea la que mejor le funcione para proyectar su sentido de la existencia, o sinsentido de acuerdo a quién y cómo se aprecie. Gracias por su comentario. Saludos.

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  • el 6 enero, 2018 a las 12:25 pm
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    Y que de malo tiene el Trap?.Ahora los culpables son los que hacen esa musica ,para nada los culpables son las personas con falta de educacion de esta y otras ciudades .En ninguna tienda o establecimiento publico que no sea una discoteca tiene q haber musica de ningun tipo ni la mejor musica .Pero que tiene de malo el trap yo lo oigo soy mujer y es super pegagoso y no me considero para nada una persona irrespetable o con falta de educacion no tiene que ver una cosa con la otra.

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    • el 21 enero, 2018 a las 3:44 pm
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      Habana, supongo usted lo confunde con el rap. Saludos, buen domingo.

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  • el 3 enero, 2018 a las 5:57 pm
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    A veces me pregunto ¿Cómo es posible que haya mujeres que tarareen esta ¨música¨con toda la carga de obscenidades que tienen o que estén de acuerdo en filmar videos en los cuales son tremendamente degradadas? No se desanime, continúe escribiendo, pienso que en algún momento los directivos de Estado leerán el periódico. Hay que ser optimista ¿verdad? Buen artículo, mi saludo para usted.

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    • el 4 enero, 2018 a las 8:53 am
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      A la larga, Toledo, no es un problema de época como dicen en la calle de manera simplista; es una cuestión de sensibilidad, apreciación estética, cultura, instrucción, educación. Y es un gran contrasentido que en un país donde tanto se haya luchado por todo lo anterior, algunas personas contribuyan a eso, en vez de educar a los muchachos. En el texto se habla de una tienda, donde siguen poniéndolos sin importarle un bledo el periódico, pero el asunto va mucho más allá y alcanza radios tan comprometidos como las escuelas. Es un tema difícil, complejo, pero si quienes deben ayudar entorpecen, el asunto se complica más todavía. Gracias por su comentario. Saludos.

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  • el 26 diciembre, 2017 a las 8:06 am
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    que no permitan entonces las palabras obsenas a las mujeres en la musica, que no aprueben ese tipo de letra en las mismas. solo asi se podra enmendar lo que ya esta hecho , por que verdaderamente es una falta devrespeto a la mujer.

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    • el 28 diciembre, 2017 a las 10:19 am
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      De cierto lo es, Idairis. Saludos y gracias por su comentario.

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  • el 25 diciembre, 2017 a las 3:59 pm
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    Es cierto todo eso, yo soy joven, tengo 18 años y estudio Medicina, y el solo hecho de que hasta en las universidades permiten esa música…Ya no es solo algo de consciencia, sino que se va de las manos, pues es demasiada la cantidad de personas que lo escuchan. Yo me pregunto si las mujeres que escuchan a los Bad Bunny, Ozuna, o sabrá Dios qué otros “traperos”, pueden exigir respeto de cualquier hombre(creo que ni a ellas mismas se lo pueden exigir) Ojalá y el buen gusto y el sentido de la cultura y la belleza no se vean más manchados por semejantes vulgaridades

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    • el 28 diciembre, 2017 a las 10:20 am
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      Yo me hago la misma pregunta, Richard. Saludos del autor. Gracias por su comentario.

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  • el 22 diciembre, 2017 a las 9:43 am
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    Las leyes existen, es más, con solo aplicar el sentido común, nadie puede salir diciendo malas palabras a toda voz en público sin ser multado o juszgado, ahí esta el asunto. Las autoridades tienen que ponerse para eso, Hace mas daño un altavoz a todo volumen en un espacio público con estas obcenidades que alguien vendiendo limones en la esquina, saludos.

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    • el 28 diciembre, 2017 a las 10:20 am
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      Caña, no solo hace más daño, hace cien mil veces más daño. Saludos y gracias por su comentario.

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  • el 17 diciembre, 2017 a las 8:36 pm
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    No creo que alguien tenga que decidir qué se pone o no, o quién oye qué o no… por supuesto que en el ámbito personal, o quizás en una fiesta “privada”, aunque bueno, ya cuando suben la música se convierte en masiva… en locales públicos, estatales debe estar regulado este tipo de cosas, supongo, que no soy un factotum jurídico ni nada parecido. Lo que si veo alarmante es la tendencia que a veces tiene el estado de querer regular ciertas conductas y gustos en detrimento de los ciudadanos, si bien se muestran permisibles ante vulgaridad, desvío de recursos, ilegalidades de todo tipo, etcétera… no es inteligente prohibir algo, sería promocionarlo, hacerlo más atractivo ante los ojos de quienes lo consumen. Qué hacer? Promover otras cosas, pero ser inteligentes no impositivos o esquemáticos, hacerlo atractivo, “light”, en fin, cero metatranca.

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    • el 28 diciembre, 2017 a las 10:22 am
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      Dieguito, ¿tú has escuchado el trap¿ Haz la tarea y luego rebobina, porque de hacerlo no te posicionaras de esa manera. Saludos, Julio.

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  • el 17 diciembre, 2017 a las 1:49 pm
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    Esto es una epidemia con grandes expansiones territoriales, no solo en Cuba, también en el extranjero, son tantos que muchos son bien conocidos por el público que va a sus actuaciones, que no son gratis tampoco, esa música dejará de escucharse por sí sola, ocurrirá por sí solo, ya pasarán de moda como pasan canciones, peliculas etc… Ahora, al cabo de los años, varias grandes artistas, o actrices, han salido a acusar a sus jefes de acoso sexual, pero ya pasaron unos cuantos años, ¿verdad? y terminaros sus actuaciones y ganaron buena plata con aquellos que ahora acusan, entonces ¿que hacemos para enderezar estas cosas que hoy están ocurriendo en el mundo? Así que, SUSANA, ya veremos qué pasa.

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    • el 17 diciembre, 2017 a las 3:31 pm
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      ue esta ahora: lo ha dicho como nadie. Amén. Saludos y gracias del autor.

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  • el 16 diciembre, 2017 a las 5:15 pm
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    ¿Pero quién le pone freno a eso, periodista? ¿quién decide SI o No? ¿Hay leyes para impedir tales desafueros? ¿Se cumplen en caso de que existieran?

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    • el 28 diciembre, 2017 a las 10:27 am
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      Bueno, Susana. A los pocos días de publicarse el reportaje, versión impresa, en otras de nuestras unidades estatales de este tipo, de las más grandes por cierto, ponían a todo volumen otra de estas “canciones”, gráfica hasta lo inimaginable. Yo creo que ni siquiera leen el periódico. Así que si en nuestros centros del Estado no cumplen con lo establecido, qué le vamos a pedir a los muchachitos de las bocinitas. Dispensa el pesimismo. Saludos del autor y gracias por su comentario.

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