Inducción en la cocina e ingenio

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Apenas se informó sobre la venta de cocinas de inducción en seis municipios de Cienfuegos, las reacciones de la gente demoraron muchísimo menos que la agotadora cola para adquirir el bendito módulo. Por un lado, expresiones de optimismo ante la “buena” noticia; por otro, recelos, insatisfacciones, críticas…

La lentitud en la venta de los nuevos equipos de cocción generó polémica, pues no se consigue entender cómo un programa orientado a reemplazar el empleo de las hornillas eléctricas —resucitadas a cada rato en los talleres—, resulta en extremo moroso, ajeno a los dolores de cabeza que en casa provocan el chipotazo de algún cablecito o la rotura constante de la resistencia.

En esta ocasión se expendieron en la provincia 8 mil 600 cocinas, de las 17 mil 600 comprometidas en el año, pues las 9 mil restantes serán distribuidas luego en el municipio cabecera y Cumanayagua. Lo trascendente del hecho radica en la imposición de una oferta que, aun necesaria, representa solo el 14 por ciento de cuanto demanda la población, de acuerdo con los estimados del Grupo Empresarial de Comercio.

Dicho desajuste vuelve inexplicable la reducción (en casi un 65 por ciento) del importe destinado a la compra de piezas de repuesto, pese a que la mayor parte de los ciudadanos depende del arreglo de su hornillita para rebasar el día a día. No le resto crédito a las posibilidades económicas del país, pero es cierto que habitualmente actúan como excusa perfecta para justificar algo que no procede bien.

Por otro lado, el caos devino consecuencia inevitable del escaso suministro. Aun cuando se extendió la red de venta, la medida no bastó para contener los disturbios que acontecieron en Aguada, donde los clientes “explotaron” en la cola con el propósito de alcanzar uno de los 130 módulos despachados en el mercado industrial Casa Neno. Según reportó la radio local, hasta la Policía tuvo que intervenir en el triste espectáculo.

Sin embargo, la raíz del problema no implica la indisciplina en sí. Primero, pasa por la oferta de cantidades ínfimas de cocinas, conociendo su alta demanda. Quizás sea conveniente pensar en mecanismos de distribución que no favorezcan situaciones alejadas del comportamiento civilizado de nuestro pueblo.

Algo claro debemos tener, la irritación no fue por gusto. Evidenció también la falta de opciones ante la dilatada espera del gas liberado, prometido para 2015 y sin asomo a la altura de 2016. A propósito del tema, alguien cuestionaba en las redes sociales cómo era posible que en Cienfuegos no se comercializara el aludido combustible doméstico, al considerar la existencia de la Refinería de Petróleo. Sin dudas, una pregunta interesante para la que persiste la misma respuesta imposible: dos cuotas anuales de gas.

Igual llamó la atención la invariabilidad del menaje que compone el equipo de inducción, para muchos incompleto dada la ausencia de la olla de presión, al tiempo que se inquirió sobre las alternativas del Estado con aquellas personas imposibilitadas de utilizar ese tipo de tecnología por cuestiones de salud. Tales dudas se apeñuscaron junto a los renovados esfuerzos por obtener la “cocinilla”, mientras una pariente mía insistía en hacer la comida en su Frankenstein: la armazón de la hornilla eléctrica con la resistencia de la olla arrocera. Ingenio… ¡demasiado ingenio!

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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