Incultura vial de negativas repercusiones

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La calle, en términos asfálticos, traduce la misma agitación social que vive parte del ciudadano común, expresada en una indisciplina de vastas proporciones, tendente a afectar la dinámica misma del sencillo acto de caminar en medio de cualquiera de nuestras avenidas.

Ya hasta circular a dos pies por una acera resulta diferente a 25 años atrás. El desasosiego se traduce en erráticos trayectos que contravienen sentidos de ruta, en esa inquietud de moscardón presa de tantos transeúntes que asemejan a hormigas sin antenas aprovisionándose ante el advenimiento de – acaso- un posible hongo atómico.

Tal desazón peatonal induce a roces físicos no intencionales; gente que no mira hacia el lado… En fin, para engrosar el listado endógeno de falencias, se nos ha olvidado hasta cómo debemos andar.

Algunas personas no respetan al transeúnte que viene en línea recta y se le atraviesan de forma transversal sin mínimo respeto; determinadas mujeres no alzan su sombrilla al interceptar con otros ciudadanos, con el inherente peligro para el otro, incluida su visión; cual fue el caso de un joven tocado en su ojo izquierdo por una de las esquinas punzantes de dichos parasoles en plena calle San Carlos la semana anterior.

Los autos y motocicletas son lavados, mecanizados o exhibidos arriba de las aceras, donde jugadores de dominó -consustancial botella de ron debajo de la mesa-, impiden el paso. Ciertos peatones se abalanzan delante de vehículos, con la vista en línea recta, ¿acaso convencidos de una presunta obligación del auto a frenar¿ Es algo que nunca he podido descifrar bien y, en realidad, mis suposiciones al respecto pasarían por delirantes. O no.

Aquellas imágenes del tiempo cero del período especial -imperecederas para la pupila de la memoria-, de ómnibus desbordados de viajeros, cuyos chóferes estaban obligados a continuar conduciendo con las puertas abiertas, a ratos parecen retornar cuando alguna ruta demora su recorrido, hay calor o simplemente al tripulante de cualquier tipo de guagua (no tiene que ser de transporte urbano) se le olvida cerrarlas.

Aunque los camiones de carga deben depositar su mercancía en los centros comerciales después de las seis de la tarde, en verdad lo hacen a cualquier hora. Como la mayor parte de las bodegas se encuentran en las esquinas, al ubicarse allí, perjudican la visibilidad. Igual lo hacen carretones a la venta de productos agrícolas; o hasta árboles o arbustos que no deben estar en dichas intersecciones, pero no obstante continúan sin ser cortados.

Los coches adelantan en La Calzada sin percatarse de que por la senda rápida vienen autos o motos, lo cual de hecho ha ocasionado accidentes. No pocos carros estacionan en el espacio prohibido de cien metros antes de los semáforos.

Jovencitos motorizados compiten en sus bólidos, ebrios, de noche, en diversas carreteras; sin tener en cuenta el tremendo peligro en que incurren y el posible daño a provocar. Todas las anteriores figuras están penalizadas en los artículos de la Ley 109 y se combaten por las fuerzas de Tránsito. No obstante, el fenómeno va más allá, al conectarse con la causa misma de otros males de la sociedad cubana contemporánea, los cuales hallan su origen en lagunas formativas en los hogares, falta de educación y conciencia, valores cívicos. De manera que esa revolución estética muy preconizada por el autor en sus materiales debe venir aparejada de otras muchas revoluciones vinculadas, entre tantos campos, al de marras; pues nuestra cultura vial igual resulta harto escasa.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

7 Comentarios en “Incultura vial de negativas repercusiones

  • el 2 marzo, 2017 a las 8:58 am
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    Tomi, de acuerdo con la imperiosa necesidad de ser más enérgicos desde el punto de vista de la disciplina y los entes encargados de aplicarla. Se hace en todas partes del mundo, no solo existen ordenanzas (aquí también las hay, solo que son violadas a veces de forma impune); sino además órganos reguladores y figuras en la calle que aplican la multa ipso facto. Es una asignatura pendiente nuestra, no solo en este punto. Gracias por su comentario, saludos del autor.

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  • el 1 marzo, 2017 a las 1:02 pm
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    En mi opinion; Hay que aplicar la dsiciplina, primeramente para los conductores llamace de transporte automotor o los cocheros. tambien para los peatones, pero esta en manos de la policia de transito que debe solucionar este problea como que las multas sean mayor tanto para conductores como para peatones, lo otro por que no destaca un policia en esos puntos grabes, la parte de los cocheros si los animales estan con proteccion para que no echen la porqueria en la calle,los impectores de comunales que no trabajan que hagan su function, en cuanto alas calles y la ciudad estoy de acuerdo con lo planteado y tambien digo se va tener que cambiar el nombre, de pesla, por otro por que tritemente de perla como ya lo han dicho solo el recuerdo,

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  • el 1 marzo, 2017 a las 10:39 am
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    Basta solo con estar 5 minutos en la esquina Prado y Santa Cruz para percatarse de la incultura “semaforiana” que presentan los cienfuegueros: si el semáforo adquiriera rasgos humanos, se pondría las manos en los ojos (en las luces) para no ver las idioteces que se cometen a diario.
    Y de frenazos, claxons y contaminación sonora no voy hablar…

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  • el 1 marzo, 2017 a las 10:16 am
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    Ale, el tema coches es un asunto con muchas connotaciones y hasta tanto no se cuente con un sistema de transporte que garantice el desplazamiento poblacional, estos seguirán jugando su papel, sin dejar de reconocer el daño que en diversos órdenes ocasionan. Gracias por su comentario, saludos del autor.

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  • el 1 marzo, 2017 a las 9:36 am
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    El tema coches, andan por la calle que parecen los dueños, hacen y desasen y el que venga detrás que espere, pero quien va a quitarlos, cuando son un mal necesario, que además de los contras que tiene ese medio de transporte diría que se mueve diario mas del 80% de las personas, entonces hay que tenerlos ahí, el estado de las calles en cfgos es pésimo, baches patrimonios de la humanidad, la verdad que no solo en esta parte, Cienfuegos ha decaído un mundo en los últimos años, ya no es la chancleta de lo que era en sus tiempos donde se vivía orgulloso de ser de la perla y donde todo el visitante que llegaba se veía impresionado por su belleza y limpieza ya solo nos queda vivir del recuerdo de lo que fue…

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  • el 1 marzo, 2017 a las 7:10 am
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    100fuegos, junto con el equino sus heces y orín, de tal que atravesar una calle me remonta a las descripciones balzacianas del hedor en Paris y las urbes provinciales francesas. Un futuro posible para acaso paliar el fenómeno estribaría en las Diana y sobre eso espere próximo comentario del firmante del texto. Saludos del autor.

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  • el 28 febrero, 2017 a las 3:43 pm
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    ¿Hasta cuándo vamos a tener caballos en nuestra ciudad? No parece una urbe del siglo XXI, los desperdicios de esos animales están por todas partes, hasta en las casas, y además, las calles de Cienfuegos se encuentran todas en mal estado, no existe alguna que no tenga un bache o le falte el asfalto. Da pena decir que esta es la Perla del Sur.

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