How are you, Fidel!?

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Si no estuviera convencida de que el amor filial no siempre proviene de compartir el código genético, ni siquiera del espacio físico, de un hogar común, la historia de finales del pasado, de este y de los siglos por venir, me persuadiría con un irrefutable testimonio.

Las similitudes entre Fidel y Chávez no parecen tener explicación. La distancia geográfica y generacional, creencias religiosas, sus orígenes y formación, debieron marcar la diferencia, pero contra toda hermenéutica común, los asemejan.

Hasta hace poco ignoraba que una marca común de nacimiento los une.

Al aproximarme a la lectura de Mi primera vida, según conozco la última entrevista personal concedida por Chávez, impresa por la editorial Vadell hermanos en 2013, y aún no publicada en Cuba, Ignacio Ramonet, apunta una curiosa coincidencia.

Ambos nacieron bajo Leo, signo del horóscopo occidental, Chávez el 28 de julio, el 13 de agosto Fidel, (también Simón Bolívar, el 24 de julio), y ambos bajo el signo del Caballo, según el zodiaco chino.

No creo que ninguno de los dos líderes tomara en serio semejantes profecías astrológicas, pero “el ingenio, el carácter vivaz, la alegría y el magnetismo que combinado con el amor los lleva a pensar en nuevas ideas, su afán por ayudar a cualquiera y querer que todo salga adelante, incluidos ellos mismos, la perseverancia”, son atributos de “los caballos”, que inequívocamente compartieron.

Y pareciera pueril casualidad si no fuera porque la erudición del Doctor en Semiología, profesor y director del diario francés Le monde Diplomatique en español, jamás dejaría escapar un signo. Desde la introducción que titula Cien horas con Chávez, parodia el homónimo de su extensa conversación con Fidel entre 2003 y 2005.

En el dialogo con el sagaz periodista que Chávez inició con un recorrido por la historia de su natal Sabaneta de Barinas, “el escenario de mis circunstancias”, trasluce otra analogía: ambos caudillos son profundos conocedores de la historia de su país, y leales a los legados de Bolívar y Martí.

Ramonet nos sugiere nexos entre los líderes a partir el primer capítulo: La historia me absorberá, recuento del contexto latinoamericano que circunda el nacimiento de Chávez en 1954, hechos que fraguaron su conciencia, y entre los cuales concede especial importancia a que Fidel ya hubiese asaltado el Moncada, un año antes de que él viniera al mundo.

Y es que el Comandante en Jefe había “intuido” a Chávez, persuadido de que solo nace un gran hombre cada siglo, “cuando la crisis llega, los líderes surgen; Y así surgió Chávez, cuando la terrible situación social y humana en Venezuela y América Latina determinaron que el momento de luchar por la segunda y verdadera independencia había llegado”.

Por eso el 13 de diciembre de 1994, contra todo protocolo, lo espera en el aeropuerto, aun cuando no era el presidente de Venezuela. “No merezco este honor, este recibimiento; ojalá que algún día lo merezca”, confesó Chávez al mundo, durante una posterior conferencia en la Universidad de La Habana.

“Fidel descubrió en Chávez a un diamante que alcanzaría las cotas más altas en el discurso político, revolucionario e internacionalista”, advertiría con su agudeza para interpretar el tiempo, Eusebio Leal.

Desde entonces los encuentros se hicieron cercanos, mayor la comunión de ideas, casi genética la simbiosis: “Fidel es para mí un padre más allá de la dimensión humana, y yo soy su hijo profundo”.

El progenitor que aquel 11 de abril de 2002 intervino en el curso de la historia para rescatarlo del “golpe” de la derecha, convencerle de no renunciar y dar a conocer al mundo en voz de su hija María Gabriela la primicia que todo reportero hubiese soñado: “Mi padre está vivo… se lo llevaron de noche no se sabe a dónde, pero Chávez está vivo y no renunció…”. Una estrategia concebida para movilizar a los venezolanos que bajaron de los cerros para reclamar a su presidente y traerlo de vuelta a Miraflores.

Hechos a imagen y semejanza: lectores ávidos, comunicadores innatos, brillantes oradores, omniscientes en su vocación pedagógica desandando naciones.

Fidel en discursos que ponían a prueba el intelecto y el tiempo, Chávez, en maratónicas jornadas dominicales del “Alo Presidente”, que iniciaba con un guiño de complicidad: ¡How are you, Fidel!

Devoción mutua por la Patria chica y la Grande confirman el signo que rige sus cartas astrales: Dirección: el Sur. Elemento: el Fuego.

Liderazgo natural, carisma, los igualan; equiparan en su dedicación incansable a los humildes. Hugo Rafael cita a Gramsci: “No hay que ir al pueblo, hay que ser el pueblo. Fidel afirma que la obra dignificadora de la Revolución sólo fue posible ‘con amor’, que ‘sólo con amor se paga'”, completaría Chávez.

El hijo: “Revolución es un eterno revisar”. El padre: “Revolución es cambiar todo lo que deba ser cambiado”.

Rebeldes que guardaron cárcel fecunda, Yare e Isla del Pinos. Ambos demonizados, saboteados, blancos de furibundas campañas de propaganda mediática.

Amantes del béisbol, ganadores natos, capaces de serias bromas como aquella en que Fidel disfrazó a probados peloteros cubanos, para vencer al equipo chavista en un tope amistoso.

En la enfermedad y la desagracia, compañeros inseparables.

Par inmortalizado por el mismo cantor: Chávez, desde el 5 de marzo de 2013: “Nadie piense que se ha ido, fue un momentico a la misa…”. Fidel , desde este 25 de noviembre: “Ni la muerte cree que se apoderó de ti…”.

Los dos Comandantes amados, aclamados, clonados en las multitudes para conjurar la muerte. El venezolano: “Yo ya no soy yo, soy un pueblo”. El cubano habitando en un “Yo soy Fidel”, grito del pueblo que con sabiduría suscribiera las hazañas de Fidel como obras de El Caballo.

Los agradecidos que lo acompañaron en estos días, aseguran que en el tropel de héroes que han atravesado la isla cabalgando junto a Fidel, han visto además del suyo, otro corcel con jinete de rojo que entre la bruma del alba dominical le saluda:

How are you, Fidel?

Y que dos conversadores sin prisa, padre e hijo, nacidos bajo el mismo signo, partieron para continuar la charla inconclusa desde aquel marzo, tres años atrás.

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