Historias extraordinarias: La isla de los muertos

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Resulta imposible contar la cifra de muertos de la historia humana. El planeta es un gran cementerio bajo cuyos campos y ciudades reposan los esqueletos de miles de millones de personas. De manera especial, el Viejo Continente, debido a sus años continuados de guerras y la antigüedad de civilizaciones asentadas en su espacio geográfico, constituye una suerte de camposanto general donde la cantidad de vivos de la actualidad representa una porción ínfima de quienes lo habitaron.

Allí se desató una de las peores epidemias de todos los tiempos: la peste bubónica, la cual diezmó a la población europea de la Edad Media.

En la isla de Poveglia reposan los restos de gran parte de los fallecidos a consecuencia de dicha afección, quienes eran trasladados al lugar junto con los enfermos y hasta con los sospechosos, los cuales morían de inanición o de real contagio en aquel desolado paraje convertido en la última parada de la calamidad. En la llamada “isla de los muertos” —se encuentra en la Laguna de Venecia— fueron cavadas extensas fosas mortuorias, adonde arrojaban a los cuerpos. De vez en cuando, los guardianes las convertían en piras gigantes, para que el fuego “purificara” el putrefacto entorno.

El número de cadáveres enterrados y quemados en la isla fue tan grande que se estima que el 50 por ciento del suelo superficial está compuesto por cenizas y restos humanos.
El número de cadáveres enterrados y quemados en la isla fue tan grande que se estima que el 50 por ciento del suelo superficial está compuesto por cenizas y restos humanos. Foto: Tomada de Internet

Son tantos los apestados que guardan sepultura allí (también condujeron a los muertos de posteriores epidemias), que en la actualidad todavía es posible encontrar sus huesos en cualquier parte del pedazo de tierra que en los primeros tiempos de Venecia fuese un mini-estado. Y, además, las lluvias los desplazan al mar, para este transportarlos entre sus olas e impedirles hacer su trabajo a los pescadores, al atascárseles en las redes.

Salvo viñedos no existe otro tipo de siembra en Poveglia, pues el suelo es una gruesa capa de ceniza pegajosa; y se afirma que el núcleo de la ínsula, literalmente, es resto humano descompuesto.

Aunque internacionalmente le llamen “isla de los muertos”, los venecianos la prefieren nombrar “isla del no retorno” y, como no podía ser de otra forma, existe infinidad de leyendas en torno al lugar.

La mitología local ha hablado tanto de apariciones y fantasmas, que no hay viajes en transbordador hacia el sitio, ni las personas suelen acercarse; mucho menos en la noche.

Restos en una de las muchas fosas comunes que existen en Poveglia. Foto: Tomada de Internet
Restos en una de las muchas fosas comunes que existen en Poveglia. Foto: Tomada de Internet

La historia de Poveglia da cuenta de la creación de un hospital para enfermos mentales, durante las primeras décadas del pasado siglo. Los relatos se recrean con la figura del tan macabro como obnubilado psiquiatra al frente de la institución. Cruza de Dr. Moreau y Dr. Frankenstein, el hombre experimentaba con sus pacientes y, mediante trepanaciones u otras bárbaras torturas, intentaba extraerles de sus cerebros las voces que los asolaban. De guiarnos por esas mismas evocaciones, se dice que el galeno tomó un poco de su propia medicina y, una noche, enloquecido, se tiró por el campanario existente en el sanatorio.

El gobierno italiano vendió la isla a un cliente privado, quien la abandonó por los años ’60. Fue el último habitante fijo de Poveglia (los dueños y los campesinos de los viñedos no trabajan allí), en tanto la familia que intentó comprarla tiempo más tarde solo duró una noche en la isla.

Un grupo de parasicólogos y médiums la visitó en los ’90. Las opiniones de los consternados psíquicos apuntar a creer que es una prolongación del Averno en la Tierra. Cuánto de verdad o sugestión hay aquí es algo factible de poner en la balanza, pero lo realmente incuestionable son los muertos de Poveglia.

Vista desde el aire su aspecto es más bien pintoresco, despojado de cualquier indicio lúgubre. Foto: /Tomada de Internet
Vista desde el aire su aspecto es más bien pintoresco, despojado de cualquier indicio lúgubre. Foto: /Tomada de Internet

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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