Historia de un himno: La Internacional

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Por estos días de junio en dos años diferentes, la letra primero, la música después, nació el hermoso himno de los trabajadores del mundo: “La Internacional” que proclama:La tierra será el paraíso bello de la humanidad”.

Su letra es 17 años anterior a su música y fue escrita por Eugenio Pottier, un obrero francés, dirigente de la Comuna de París, desde un humilde y escondido lugar de la capital francesa, donde manos amigas la salvaron de la masacre que costó la vida a 30 mil combatientes revolucionarios. El poema escrito se salvó de los cañonazos que hacían temblar los muros de París sublevado. Era un poema, como los patriotas, enardecido y esperanzado. Era el año 1871.

Transcurrió el tiempo y continuaron las luchas proletarias. Llegó el año 1888. Los obreros de la ciudad francesa de Lille preparaban una gran fiesta proletaria. Pidieron al director del coro de trabajadores de la ciudad, el belga radicado en Francia, Pierre Degeyter, que también había sido combatiente de la Comuna de París y militante socialista, que compusiera una pieza musical para amenizar especialmente los actos del proletariado. Estudió numerosas letras de poesías para componer el himno, pero ninguna le complacía. Cuando ya desesperaba, porque la inspiración no surgía, un obrero anónimo le entregó el poema de Pottier. Estaba escrito en letra menuda y cuidadosa, en un papel que fue blanco y ahora era una hoja amarillosa y arrugada. Degeyter lo recibió por cortesía, aunque con poco entusiasmo, pero al leerlo, su rostro se iluminó. La letra hablaba de la unidad de los oprimidos del mundo, era un canto esperanzador y al mismo tiempo de combate que llamaba a erradicar la explotación capitalista y construir un mundo más justo… Comenzó a estudiarlo e interiorizarlo, a escuchar su ritmo interior, su mensaje, su fuerza… y el 18 de junio de 1888 comenzó a escucharse unas notas musicales que iban tomando forma en aquel viejo armonio de la ciudad de Lille, y fue surgiendo un himno que escucharon sus allegados con admiración y alegría… Cinco días más tarde, ya pulido completamente, fue escuchado por primera vez en público que se enardeció y movilizó a las masas a los combates callejeros contra los reaccionarios. Y es que la poesía, la canción revolucionaria, contribuyen también, por su fuerza y belleza, a la toma de conciencia colectiva para los grandes vuelcos sociales y políticos. Sus atrayentes imágenes y sus acordes también divulgan el pensamiento revolucionario, renovador, y enardecen para la acción indispensable.

Así lo pensaron los delegados a la Segunda Internacional Comunista celebrada en el año 1900 y allí aprobaron ese himno para cantarlo en cada reunión de esa organización comunista.

Luego, cuando triunfó la Revolución Socialista de Octubre, en Rusia, el Estado soviético lo adoptó como Himno Nacional y lo fue hasta 1944 cuando se aprobó otro himno para la entonces URSS, y quedó el himno de “La Internacional” para el proletariado mundial y sus luchas por “el paraíso bello de la humanidad”.

En Cuba se entonó por primera vez en el desfile obrero por el Primero de Mayo de 1925. Con sus acordes se clausuró el Congreso de fundación del segundo Partido Comunista de Cuba en 1975 y hoy lo cantamos en cada ocasión propicia.

En la actualidad, cuando el movimiento obrero revolucionario ha alcanzado avances en la lucha por cambiar la faz del planeta, cuando crece la familia de los pueblos liberados de la opresión y se va conquistando la liberación de disímiles maneras, aunque crece la agresión imperial y sus maniobras tortuosas para impedirlo, se afianza más en nosotros la convicción de que, pese a algunos pasos atrás, va a llegar el día, en que, como lo anuncia la letra de Pottier y la música de Degeyter, viviremos en un mundo mejor y… “la Tierra será el paraíso bello de la humanidad”. No es solo esperanza : ¡Lucharemos por ello!

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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