Escuela para padres: Hijos nuevos, ¿padres nuevos?

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Cuando cada tarde llega la hora del baño de los niños, Maritza llega al tope de su paciencia, aunque bien sabe que ha batido el récord más de una vez. Ella y Juan Carlos, su esposo de muchos años, intentan acaparar toda la calma posible, ante las negativas de sus hijos.

Los pequeños, de 11 y 13 años, se resisten a obedecer e incluso ofrecen sus argumentos, una estrategia que aplican frecuentemente, cuando no quieren, o mejor, no les da la gana, seguir las “indicaciones” de los mayores de casa. A esa hora se le antojan a Maritza métodos violentos; porque el día le ha ido mal, el tiempo no le alcanza o, simplemente, asume como deber de los hijos el seguir sus disposiciones.

“La chancleta, esa sí que no falla”, le comenta a su esposo mientras rememora los procedimientos arcaicos de educación utilizados por sus propios padres, y por los padres de sus padres. Pero en realidad ella siente que no puede, que no sabe cómo, que carece de recursos para responder a las necesidades e inquietudes de los niños, para lograr su participación en las tareas del hogar, para que se comporten correctamente.

Ha pasado, Maritza, que la vida cambió. El legado de la disciplina estricta ya no funciona, los adultos no siempre tienen la última palabra y la violencia solo engendra más violencia

¿Qué hacer? La psicóloga Isabel Urquijo, aconseja:

– Hoy se requieren de nuevos modelos de educación familiar y pautas educativas que conlleven a la armonía, al desarrollo de potencialidades, a la comunicación, al diálogo y a la participación.

– El rol de la madre y el padre genera muchas dudas y preocupaciones, debemos sentirnos relajados en nuestros roles parentales.

– Atender las particularidades de cada uno de nuestros hijos, que difieren de las nuestras. Las personas construyen un estereotipo de lo que esperan de sus descendientes y luego sienten frustración si no lo logran, sin considerar que el ser humano recibe muchas otras influencias desde la cultura, los valores, el contexto, la escuela y otros grupos.

– Respetar sus derechos. Los niños, los adolescentes, los jóvenes, tienen derechos, pero se hace difícil cumplirlos con estos métodos impositivos, de ordeno y mando, donde solo los mayores deciden.

– Conocer las diferentes etapas del desarrollo y qué se espera de cada una.

– Sustituir métodos impositivos por colaborativos y de diálogo.

– Respetar los espacios de hijos e hijas, aunque no sean mayores de edad

– No renunciar tampoco a su control, pero haciéndolo desde posiciones de confianza, de intercambio; porque cuando tú depositas confianza en tus hijos y ellos se percatan de eso, todo es más fácil.

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Rosa M. Díaz Hernández

Lic. Periodismo Graduada de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas 2012

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