Haydée Santamaría: heroína en la profundidad de un ser sensible

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Al evocar la figura de Haydée Santamaría muchos aún sienten la emoción agolparse en la garganta. Su nombre despierta la admiración, mientras entre quienes la conocieron se avivan las anécdotas que hablan de una mujer sensible, valiente, apegada a las causas justas. Una cubana cuya personalidad —expresó en cierta ocasión Celia María Hart, su hija— integraba “la independencia de una Madame Bovary en la pureza de Juana de Arco”.

No puede recordarse a esta Heroína del Moncada sin aludir a la gran pasión de casi toda su existencia: el profundo compromiso con la Revolución y con Fidel. Tal vínculo la llevó a participar en los sucesos del 26 de julio de 1953, los cuales dieron un punto de viraje a su modo de concebir la vida.

Fue el amor y la esperanza puesta en ese proceso revolucionario lo que imprimió fuerzas y energías a esta cubana –huidiza de veleidades- para sobreponerse a la terrible muerte de su hermano Abel y su novio Boris, y aun acallar la tristeza de sus padres: “Abel no nos faltará jamás. Mamá, piensa que Cuba existe y Fidel está vivo para hacer la Cuba que Abel quería”, escribió desde la prisión.

A su salida del encierro, Haydée estuvo entre las responsables de ordenar las páginas del alegato de autodefensa de Fidel La Historia me Absolverá. Luego sobrevinieron los días en la Sierra Maestra. Y tras el triunfo de enero de 1959, el nacimiento de la Casa de las Américas, espacio dirigido por Yeyé —como la llamaban todos— en el cual encontraron cobijo importantes intelectuales de la Isla, el continente y el mundo. Con igual ímpetu participó en cada momento de las transformaciones impulsadas por la Revolución.

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Otros revolucionarios como Celia Sánchez, Frank País o Ernesto Guevara, también hallaron cabida en la enorme sensibilidad de Haydée, quien les profesó un intenso cariño.

En un acto que provocó consternación y tristeza entre quienes la amaban, el 28 de julio de 1980 dijo adiós a la vida en momento y circunstancias por ella escogidos. Unos días después, la poetisa Fina García Marruz le dedicaba estos versos a Haydée:

Pónganle a la suicida una hoja en la sien /una siempreviva en el hueco del cuello. /Cúbranla con flores, como a Ofelia. /Los que la amaron, se han quedado huérfanos. /Cúbranla con la ternura de las lágrimas. /Vuélvanse rocío que refresque su duelo. /Y si la piedad de las flores no bastase /díganle al oído que todo ha sido un sueño. /Ríndanle honores como a una valiente /que perdió solo su última batalla. /No se quede en su hora inconsolable /sus hechos, no vayan al olvido de la hierba. /Que sean recogidos uno a uno, /allí donde la luz no olvida a sus guerreros”.

Por lo que representa, por la excepcionalidad de su ser, la recuerda por siempre Cuba, la tierra que tanto amó y desde donde pueblo saca a la luz su obra para perpetuarla en la memoria y para cubrirla con flores nacidas de la admiración y el afecto.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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